jueves, 1 de diciembre de 2016


Los migrantes: invisibles para las autoridades.

Para la abogada Rita Marcela Robles, investigadora mexicana sobre temas de migración, los migrantes son invisibles ante la ley de los países de tránsito, Guatemala, El Salvador, Honduras y México, lo cual los hace muy vulnerables a los abusos y a las injusticias, algo que no parece avanzar hacia un cambio. La abogada respondió a los cuestionamientos del periodista Oswaldo Hernández.
Rita Marcela Robles
 
¿Por qué hasta ahora los estados se preocupan por los migrantes desaparecidos?
Tiene que ver con la denuncia de las madres. Porque las madres antes no llegaban a México a preguntar por sus desaparecidos. Es más, hace algunos años no sabían ni qué hacer. A dónde acudir o con quién hablar en sus países de origen, Honduras, Guatemala, El Salvador o Nicaragua. Les decían a las autoridades locales que no encontraban a sus hijos, pero no les hacían ni caso porque la respuesta era: “Bueno, pero no se perdieron acá”. Ellas respondían que se habían perdido en México o en Estados Unidos y las autoridades les decían: “No es nuestra competencia, búscalos allá”.
                Por eso, en la última década, se empezaron a organizar los familiares de los migrantes desaparecidos. Primero en Honduras, con el Comité de Familiares de Migrantes Desaparecidos del Progreso (Cofamipro); luego en El Salvador, con el Comité de Familiares de Migrantes Desaparecidos y Fallecidos (Cofamides). Por primera vez, se empezaron a crear las bases con datos de los familiares de los desaparecidos.
                En México, el Servicio Jesuita para Migrantes (SJM), creó una página para que las madres organizadas subieran los datos de sus desaparecidos en el país. Pero, hasta después se inició la búsqueda con trabajo de campo en estaciones migratorias, cárceles, hospitales (en Guatemala, El Salvador, Honduras y México).
                Además, se incluyó al equipo argentino forense para tomar muestras de ADN. Las denuncias y búsquedas se organizaron mejor a partir de la masacre de los 72 migrantes en Tamaulipas y de los 49 asesinados en Cadereyta, y aumentó la presión sobre los gobiernos de esas 4 naciones. Desde eso, la búsqueda se dividió en dos dinámicas: 1- Búsqueda en vida. 2- Búsqueda de restos. Pero aún está en sus primeras etapas.
                Y los países simplemente no pudieron seguir obviando el tema de los migrantes desaparecidos.
                Como antecedente, habría que fijar el inicio del Boom de los migrantes a partir de la firma del Tratado de Libre Comercio (TLC), con desapariciones en poca escala, pero en aumento hasta la crisis de los últimos años.
 

¿Por qué el Tratado de Libre Comercio provoca más migración?

 Yo lo contrapongo a lo que ocurrió en México: el retiro de la inversión fuerte al campo y el fortalecimiento del programa de maquiladoras. La gente del campo empezó a abandonar sus tierras y emigró a los lugares donde se producía la industrialización. Era muy prometedor el sueño de las maquilas, pero siempre hay trampa. Al mismo tiempo se dio el fenómeno de las empresas golondrinas que cambian de nombre, se desplazan, cierran y se van una vez que los trabajadores empiezan a reclamar derechos laborales. La gente, ante este panorama, empieza a irse. En Centroamérica ocurre casi al mismo tiempo. Antes del TLC no había un modelo industrializador tan fuertemente establecido. Los países de la región tenían un perfil agrícola, pesquero, artesanal, no tan industrializado. Pero con el TLC eso se sacude y se cambia por completo el factor de oportunidades. Si te vienen con que el campo no es lo de hoy sino la industria, pues hay que migrar. Además la principal migración que identificamos a partir de ese momento, tras la firma del TLC, era el de los padres de familia para sostener a sus hijos desde afuera. El segundo flujo, unos años más tarde, y que se vuelve masivo, es el de los jóvenes en busca de un reencuentro familiar. Y al mismo tiempo cambió Centroamérica. El panorama ya no era un contexto de guerra de guerrillas, sino que a partir de que muchos migrantes que no lograron cumplir con el sueño americano, se da el fenómeno de las maras. Y todo eso se convirtió en un caldo de cultivo para la migración económica y la migración por inseguridad y violencia.

¿Los esfuerzos para ayudar a los migrantes, se criminalizaban antes de 2011?
Sí. Antes, el tema no podía hacerse tan visible. Ayudarlos era visto como un delito, trata o tráfico de personas. Pero no solo la ayuda, sino que la migración como tal era vista como delito y no como falta administrativa, como se ha logrado que se vea hoy en día en México. Eso se logró con la creación de la Ley de Migración en México. Además se reconoce la figura del defensor de los Derechos Humanos en el tema migrante. Se habla también de la responsabilidad de los albergues, pero fundamentalmente de los derechos de los migrantes. Desde antes de la Ley tenían derechos, claro, pero los funcionarios públicos necesitaban de un papel que validara estos derechos fundamentales, sin el cual no existían para ellos.

¿Hubo persecución de los defensores de Derechos Humanos de los migrantes?
Tanto como persecución de forma sistemática, no. Pero la ayuda a migrantes se realizaba de manera subterránea, casi clandestina. Nadie se atrevía a salir hablando de manera pública sobre el tema. No se visibilizaba. Los únicos con perfil alto antes de 2011 o 2012, eran Sin Fronteras y el Centro por los Derechos Humanos Fray Matías de Córdoba. Pero hubo amenazas, como el caso de Fabian Bennet de Sin Fronteras. Muchos de los que ayudaban a migrantes debían bajar el perfil, de lo contrario  asomaba el peligro para ellos. Pero después de la masacre de Tamaulipas todo cambió, por el intenso cuestionamiento internacional a México. Ya no solo éramos unos cuantos tratando de abordar el tema. Y aunque la ley de migración se venía impulsando desde tiempo atrás, no había voluntad política. La voluntad política se impuso a partir de los asesinados. Hasta que ocurre algo horrible, los políticos reaccionan.

¿El Estado mexicano entró en negación a partir de los señalamientos?
Sí, primero dijo que no era responsable, que había sido el crimen organizado. Pero, vamos, ¿qué un Estado diga eso…?

¿Qué tuvo que hacer la sociedad civil para que el Estado reaccionara?
Pues el tema lo toma la fundación por el Estado Democrático de Derecho y el equipo de antropología forense argentino. Se quería  incidir mediante el litigio. Y la antropología forense daría respaldo a partir de la identificación de restos para respaldar lo legal. El problema se dio porque nadie del Gobierno sabía cómo empezar con el tema de los migrantes desaparecidos y asesinados. Comienzan con la identificación de restos, con muchas equivocaciones. Hubo repatriaciones de restos, pero en lugar del cuerpo los ataúdes contenían arena o huesos de animales. Hubo casos en que equivocaron los cuerpos, en lugar de un hombre enviaban el cadáver de una mujer. Eso vuelve todavía más incandescentes los reflectores sobre el Estado mexicano. Pero el punto de no retorno llegó con el relator de los Derechos de los Migrantes de la Comisión Internacional de Derechos Humanos (CIDH), que presentó su informe hasta 2014. Uno de los temas principales para llamar la atención al Estado mexicano, fueron la desaparición de los migrantes, la tortura y la persecución a los defensores de las personas en tránsito. Y viene una hecatombe de reclamos con base a los informes de las otras relatorías de la CIDH, como el del Comité de Tortura, el Comité contra la Desaparición Forzada y el de Ejecuciones Extrajudiciales, todos, por separado, hacen recomendaciones a México sobre los migrantes. Los desaparecidos empiezan a preocupar un poco a los gobernantes.

Entre tantos señalamientos, ¿México cómo reacciona ante los estados centroamericanos?
En algún momento dijo que eran los responsables de las masacres. Luego cambió el discurso y señaló que había corresponsabilidades. Que eran ambas partes las implicadas. También los estados centroamericanos estaban muy cómodos con esa postura de “bueno, es en México, él es el culpable”. Cuando estos Estados también tenían parte de la culpa.

       [ ]¿Cuál era la política de México sobre la migración, antes de las masacres?
No había una política como tal. México por mucho tiempo fue visto como “el buena onda”. Tenía buenas relaciones con toda Latinoamérica y Centroamérica, e incluso con los refugiados de la guerra civil española antes de los años 50. México recibía a todo el mundo. En distintas etapas recibió gente. Primero a los refugiados de España. Luego a los refugiados de Argentina, Chile, Brasil, Uruguay, todos los que tuvieran gobiernos dictatoriales. Esa era la postura
: recibir a todos aquellos perseguidos o excluidos por su posición política. También los pensadores rusos se refugiaron en México. Era un gran búnker para intelectuales y los críticos de los sistemas. Además recibía a los refugiados de Centroamérica que huían de la guerra y los conflictos armados de estos países, aunque no había tanta presencia centroamericana entonces, pero por motivos económicos empieza a crecer en los años 90, hasta el boom que llega con la firma del Tratado de Libre Comercio (TLC) y empiezan las desapariciones fuertes. La base de datos del SJM empieza en 2007, justo cuando nos damos cuenta de que en realidad este caso ya se ha convertido en un problema. Y aún no había una política migratoria de México hacia los centroamericanos. La política hasta entonces era México-Estados Unidos, por un tema lógico a causa de la cantidad de mexicanos en Estados Unidos. Nuestro problema eran los mexicanos en el exterior, no los centroamericanos en México.



Pero México también se reconfiguró internamente, declaró la guerra al crimen organizado y ¿el daño colateral han sido los migrantes?

- En efecto. Los migrantes mexicanos, durante los años 80, se iban debido a la pobreza. Luego, en años recientes hubo una transición, como la que ocurrió en Centroamérica, para huir de la violencia. Durante el sexenio de (Felipe) Calderón se declara la guerra al narcotráfico y con ello se da el tema del control territorial por parte de grupos de la delincuencia organizada. El dominio de un espacio determinado es una pugna constante entre el narcotráfico, paramilitares, grupos que trafican con personas, con los que se dedican a la venta de órganos, con los que se mueven en el negocio de las armas… El territorio está invadido por todos estos grupos. Legitimarlos con la declaración de una guerra, los obligó a organizarse en defensa de sus respectivos territorios.  Pero los muertos, para justificar cierto éxito de la guerra por parte del Estado, empiezan a ser civiles, sobre todo migrantes, que nosotros los vemos como “falsos positivos”, y que las autoridades reportaban como bajas de las estructuras criminales. Las rutas, en este panorama, convergen. Todas, ni una se queda fuera: el tráfico de drogas y los migrantes, entran y pasan por los mismos puntos. Antes, a los migrantes los dejaban pasar, se hacían de la vista gorda, pero entonces entendieron que podían ser un negocio. Te reditúa no sólo con secuestro, sino también para mano de obra barata o para fabricación de drogas sintéticas. Pero todo en función de mantener el control territorial. Es lo que deja la guerra declarada contra el narcotráfico. “La migración refleja la crisis del sistema económico actual: son los excluidos de los excluidos. Son los que no existen”.

Sin embargo, a pesar de estas reconfiguraciones, los Estados aún no tienen cifras de migrantes desaparecidos, asesinados, secuestrados. ¿A qué se debe que no manejen estadísticas de este tema?
- La falta de datos tiene que ver con la falta de denuncia. Muchas personas que pierden a alguien en México piensan que no tienen derecho a pedir nada. Otro es el tema del miedo. Las familias no denuncian porque piensan que si lo hacen los van a matar. La sociedad civil también, al igual que los Estados, nunca tendrá cifras exactas del fenómeno de los migrantes desaparecidos en ruta. La razón es porque hay un miedo real, latente, de interponer una denuncia. Además de la pobreza, los traslados, la educación, todo eso, influye en la falta de denuncia. En México, no se veía el problema de las desapariciones de migrantes como propio, sino como un problema de Centroamérica. Pero tras las denuncias, y esto es lo más importante, comienza a hacer propio el tema a partir de la justicia transnacional. En Centroamérica, lo grave, es que no se lleva el registro de quiénes salen. Porque ya casi nadie quiere decir que sus familiares están en Estados Unidos por miedo a que la información sea vendida y sean extorsionados. Sólo las deportaciones pueden dar un número, una idea de cuántos están saliendo. Y con eso los Estados pretendían hacer políticas públicas. Pero en esas cifras de deportaciones no están todos los que salen. No sabemos cuántos hay. Las denuncias son importantes porque, primero, generan un registro para iniciar búsquedas de desaparecidos. Y segundo, obliga a investigar, sobre todo a los Estados. Y tercero: alguien debe asumir responsabilidades.

¿Cómo ve Estados Unidos el fenómeno de los desaparecidos?
- Le incumbe en tanto que llegan allá. El problema es que la política migratoria de Estados Unidos es algo que afecta a México y a Centroamérica. Ser migrante allá es un crimen, y todos se vuelven ilegales. La migración centroamericana no era un problema para Estados Unidos, porque apenas era comparable con la mexicana. Lo curioso es que hasta hace muy poco lo vieron como problema, con la llegada de los niños menores no acompañados.

¿Estados Unidos crea fenómenos como los niños migrantes, para obligar a los Estados a aceptar algunas condiciones?
- No pueden decir que no ocurría, eso está claro. Desde hace más de cinco años, como sociedad civil, ya habíamos documentado el tema de desaparecidos. Desde hace tres años, abordamos el tema de los niños no acompañados. Y claro, entre uno y otro, existe un pretexto puntual que le sirve a Estados Unidos para intervenir regionalmente. A México le impone que tome decisiones sobre su frontera sur y se crea, en efecto, el programa Frontera Sur. Con los niños no acompañados, entre abril y junio de 2014, se da paso en agosto a las redadas masivas entendidas dentro del nuevo plan mexicano y su tratamiento de la frontera con Guatemala. El Ejército, la policía federal y las estatales, empiezan una cacería de migrantes acompañados por el Instituto Nacional de Migración. México, hay que entenderlo, ha corrido y ampliado sus fronteras en miles de kilómetros luego de la imposición de Estados Unidos. Los operativos empiezan en el istmo de Tehuantepec, en Oaxaca. Y la frontera norte empieza en Jalisco. Muchos migrantes se están quedando en el centro, atascados.

¿Es o no es una contradicción entre la nueva Ley de Migración y la nueva política migratoria de México, estos corrimientos de frontera?
- Demasiado contradictorio. Con Enrique Peña Nieto se creó un plan estratégico sobre migración para atender el tema de centroamericanos en México. Se contemplaron formas de protección para migrantes, y dijimos: “Hay líneas para construir una política pública para el tema migratorio…”. Pero con la presión de Estados Unidos, en 2014 todo cambió y se movió hacía otros intereses de Seguridad Nacional. Era la primera vez que se construía una política de este tipo y quedó borrada por un nuevo plan pedido por Estados Unidos. Las contradicciones en que tienen a los migrantes son simplemente aberrantes.

¿En cuanto al tema de refugio, la lógica mexicana de “buena onda” ha cambiado?
- Sí. El perfil de refugio, el tema migratorio, se atiende ya no por temas políticos sino por inseguridad, violencia y pobreza. México ya no es el país del asilo político. Si somos francos, México se está convirtiendo en una opción de destino. Por la ruta, la cercanía, el idioma... Es más fácil pedir refugio en México que llegar a Estados Unidos y que lo denieguen. Las autoridades aún no se dan cuenta de que esto sucede en sus narices.

¿Es posible insertar a los migrantes en estas sociedades tan complejas, con gobiernos que no aportan ni lo mínimo a sus propios habitantes?
Pienso que sí pueden ser insertados. Pero el problema real es la situación de cada estado de destino. Son demasiados retos los que se están juntando para todos los países expulsores, de tránsito y de destino. Hay algo más de fondo sobre lo que ocurre en nuestros países. Ni siquiera en nuestros países estamos siendo vistos como sujetos de derechos. El desempleo, la falta de acceso a la salud, la informalidad, la educación. Yo pienso que no es malo que se queden. Pero la cuestión está en cómo serán tratados en otros países, cuando incluso ahí no se respeta a los mismos ciudadanos. La migración refleja la crisis del sistema económico actual: son los excluidos de los excluidos. Son los que no existen. Los migrantes no existen en ninguna parte, ni en el país de origen ni en el de ruta ni en el de destino. No pueden existir de forma legal y los deportan. Están condenados a ser invisibles, a ser vulnerados, a ser explotados. Es la parte triste del modelo económico que nadie toma en cuenta. Y la incapacidad de revertirlo, al menos en este momento, es grande. Apenas las autoridades están abriendo los ojos. Pero no es suficiente. 

 
- En México, con el retiro de la inversión fuerte al campo y el fortalecimiento del programa de maquiladoras, los campesinos empezaron a abandonar sus tierras para emigrar a donde estaban las maquiladoras o donde operaban los programas de industrialización.

- El Estado mexicano no atiende, ni investiga, ni contabiliza los casos de personas migrantes desaparecidas en el país, por lo que las familias afectadas buscan a sus seres queridos con sus propios recursos y sin posibilidad de acceder a la justicia- Organizaciones civiles.

- En ese acompañamiento se ha detectado que entre los migrante los más vulnerables son los jóvenes y las mujeres padecen el mayor grado la trata de personas.  
En 2013, según la Organización Internacional del Trabajo había 232 millones de personas que se encontraban viviendo en un país diferente al suyo, lo que equivale al 3.2 por ciento de la población mundial; esto contrasta con la registrada en 2002 cuando eran 175 millones de personas.