Los migrantes: invisibles para las autoridades.
Para la abogada Rita Marcela
Robles,
investigadora mexicana sobre temas de migración, los migrantes son invisibles
ante la ley de los países de tránsito, Guatemala, El Salvador, Honduras y
México, lo cual los hace muy vulnerables a los abusos y a las injusticias, algo
que no parece avanzar hacia un cambio. La abogada respondió a los
cuestionamientos del periodista Oswaldo Hernández.
Rita Marcela RoblesTiene que ver con la denuncia de las madres. Porque las madres antes no llegaban a México a preguntar por sus desaparecidos. Es más, hace algunos años no sabían ni qué hacer. A dónde acudir o con quién hablar en sus países de origen, Honduras, Guatemala, El Salvador o Nicaragua. Les decían a las autoridades locales que no encontraban a sus hijos, pero no les hacían ni caso porque la respuesta era: “Bueno, pero no se perdieron acá”. Ellas respondían que se habían perdido en México o en Estados Unidos y las autoridades les decían: “No es nuestra competencia, búscalos allá”.
Por eso, en la última década, se empezaron a organizar los familiares de los migrantes desaparecidos. Primero en Honduras, con el Comité de Familiares de Migrantes Desaparecidos del Progreso (Cofamipro); luego en El Salvador, con el Comité de Familiares de Migrantes Desaparecidos y Fallecidos (Cofamides). Por primera vez, se empezaron a crear las bases con datos de los familiares de los desaparecidos.
En México, el Servicio Jesuita para Migrantes (SJM), creó una página para que las madres organizadas subieran los datos de sus desaparecidos en el país. Pero, hasta después se inició la búsqueda con trabajo de campo en estaciones migratorias, cárceles, hospitales (en Guatemala, El Salvador, Honduras y México).
Además, se incluyó al equipo argentino forense para tomar muestras de ADN. Las denuncias y búsquedas se organizaron mejor a partir de la masacre de los 72 migrantes en Tamaulipas y de los 49 asesinados en Cadereyta, y aumentó la presión sobre los gobiernos de esas 4 naciones. Desde eso, la búsqueda se dividió en dos dinámicas: 1- Búsqueda en vida. 2- Búsqueda de restos. Pero aún está en sus primeras etapas.
Y los países simplemente no pudieron seguir obviando el tema de los migrantes desaparecidos.
Como antecedente, habría que fijar el inicio del Boom de los migrantes a partir de la firma del Tratado de Libre Comercio (TLC), con desapariciones en poca escala, pero en aumento hasta la crisis de los últimos años.
¿Por qué el Tratado de Libre Comercio provoca
más migración?
Yo lo contrapongo a lo que ocurrió en México: el
retiro de la inversión fuerte al campo y el fortalecimiento del programa de maquiladoras.
La gente del campo empezó a abandonar sus tierras y emigró a los lugares donde se
producía la industrialización. Era muy prometedor el sueño de las maquilas,
pero siempre hay trampa. Al mismo tiempo se dio el fenómeno de las empresas
golondrinas que cambian de nombre, se desplazan, cierran y se van una vez que
los trabajadores empiezan a reclamar derechos laborales. La gente, ante este
panorama, empieza a irse. En Centroamérica ocurre casi al mismo tiempo. Antes
del TLC no había un modelo industrializador tan fuertemente establecido. Los
países de la región tenían un perfil agrícola, pesquero, artesanal, no tan
industrializado. Pero con el TLC eso se sacude y se cambia por completo el factor
de oportunidades. Si te vienen con que el campo no es lo de hoy sino la
industria, pues hay que migrar. Además la principal migración que identificamos
a partir de ese momento, tras la firma del TLC, era el de los padres de familia
para sostener a sus hijos desde afuera. El segundo flujo, unos años más tarde,
y que se vuelve masivo, es el de los jóvenes en busca de un reencuentro
familiar. Y al mismo tiempo cambió Centroamérica. El panorama ya no era un
contexto de guerra de guerrillas, sino que a partir de que muchos migrantes que
no lograron cumplir con el sueño americano, se da el fenómeno de las maras. Y
todo eso se convirtió en un caldo de cultivo para la migración económica y la
migración por inseguridad y violencia.
¿Los esfuerzos para ayudar a los
migrantes, se criminalizaban antes de 2011?
Sí. Antes, el tema no podía
hacerse tan visible. Ayudarlos era visto como un delito, trata o tráfico de
personas. Pero no solo la ayuda, sino que la migración como tal era vista como
delito y no como falta administrativa, como se ha logrado que se vea hoy en día
en México. Eso se logró con la creación de la Ley de Migración en México.
Además se reconoce la figura del defensor de los Derechos Humanos en el tema
migrante. Se habla también de la responsabilidad de los albergues, pero
fundamentalmente de los derechos de los migrantes. Desde antes de la Ley tenían
derechos, claro, pero los funcionarios públicos necesitaban de un papel que
validara estos derechos fundamentales, sin el cual no existían para ellos.
¿Hubo persecución de los
defensores de Derechos Humanos de los migrantes?
Tanto como persecución de
forma sistemática, no. Pero la ayuda a migrantes se realizaba de manera
subterránea, casi clandestina. Nadie se atrevía a salir hablando de manera
pública sobre el tema. No se visibilizaba. Los únicos con perfil alto antes de
2011 o 2012, eran Sin Fronteras y el Centro por los Derechos Humanos Fray
Matías de Córdoba. Pero hubo amenazas, como el caso de Fabian Bennet de Sin
Fronteras. Muchos de los que ayudaban a migrantes debían bajar el perfil, de lo
contrario asomaba el peligro para ellos.
Pero después de la masacre de Tamaulipas todo cambió, por el intenso cuestionamiento
internacional a México. Ya no solo éramos unos cuantos tratando de abordar el
tema. Y aunque la ley de migración se venía impulsando desde tiempo atrás, no
había voluntad política. La voluntad política se impuso a partir de los
asesinados. Hasta que ocurre algo horrible, los políticos reaccionan.
¿El Estado mexicano entró en
negación a partir de los señalamientos?
Sí, primero dijo que no era
responsable, que había sido el crimen organizado. Pero, vamos, ¿qué un Estado
diga eso…?
¿Qué tuvo que hacer la
sociedad civil para que el Estado reaccionara?
Pues el tema lo toma la fundación por el Estado
Democrático de Derecho y el equipo de antropología
forense argentino. Se quería incidir mediante el litigio. Y la
antropología forense daría respaldo a partir de la identificación de restos
para respaldar lo legal. El problema se dio porque nadie del Gobierno sabía
cómo empezar con el tema de los migrantes desaparecidos y asesinados. Comienzan
con la identificación de restos, con muchas equivocaciones. Hubo repatriaciones
de restos, pero en lugar del cuerpo los ataúdes contenían arena o huesos de
animales. Hubo casos en que equivocaron los cuerpos, en lugar de un hombre
enviaban el cadáver de una mujer. Eso vuelve todavía más incandescentes los
reflectores sobre el Estado mexicano. Pero el punto de no retorno llegó con el
relator de los Derechos de los Migrantes de la Comisión Internacional de
Derechos Humanos (CIDH), que presentó su informe hasta 2014. Uno de los temas
principales para llamar la atención al Estado mexicano, fueron la desaparición
de los migrantes, la tortura y la persecución a los defensores de las personas
en tránsito. Y viene una hecatombe de reclamos con base a los informes de las
otras relatorías de la CIDH, como el del Comité de Tortura, el Comité contra la
Desaparición Forzada y el de Ejecuciones Extrajudiciales, todos, por separado,
hacen recomendaciones a México sobre los migrantes. Los desaparecidos empiezan
a preocupar un poco a los gobernantes.
Entre tantos señalamientos, ¿México
cómo reacciona ante los estados centroamericanos?
En algún momento dijo que eran
los responsables de las masacres. Luego cambió el discurso y señaló que había
corresponsabilidades. Que eran ambas partes las implicadas. También los estados
centroamericanos estaban muy cómodos con esa postura de “bueno, es en México,
él es el culpable”. Cuando estos Estados también tenían parte de la culpa.
¿Cuál era la política de
México sobre la migración, antes de las masacres?
No había una política como
tal. México por mucho tiempo fue visto como “el buena onda”. Tenía buenas
relaciones con toda Latinoamérica y Centroamérica, e incluso con los refugiados
de la guerra civil española antes de los años 50. México recibía a todo el
mundo. En distintas etapas recibió gente. Primero a los refugiados de España.
Luego a los refugiados de Argentina, Chile, Brasil, Uruguay, todos los que
tuvieran gobiernos dictatoriales. Esa era la postura: recibir a todos aquellos perseguidos o excluidos por su posición política. También los pensadores rusos se refugiaron en México. Era un gran búnker para intelectuales y los críticos de los sistemas. Además recibía a los refugiados de Centroamérica que huían de la guerra y los conflictos armados de estos países, aunque no había tanta presencia centroamericana entonces, pero por motivos económicos empieza a crecer en los años 90, hasta el boom que llega con la firma del Tratado de Libre Comercio (TLC) y empiezan las desapariciones fuertes. La base de datos del SJM empieza en 2007, justo cuando nos damos cuenta de que en realidad este caso ya se ha convertido en un problema. Y aún no había una política migratoria de México hacia los centroamericanos. La política hasta entonces era México-Estados Unidos, por un tema lógico a causa de la cantidad de mexicanos en Estados Unidos. Nuestro problema eran los mexicanos en el exterior, no los centroamericanos en México.
Pero México también se
reconfiguró internamente, declaró la guerra al crimen organizado y ¿el daño
colateral han sido los migrantes?
- En efecto. Los migrantes
mexicanos, durante los años 80, se iban debido a la pobreza. Luego, en años recientes
hubo una transición, como la que ocurrió en Centroamérica, para huir de la
violencia. Durante el sexenio de (Felipe) Calderón se declara la guerra al
narcotráfico y con ello se da el tema del control territorial por parte de
grupos de la delincuencia organizada. El dominio de un espacio determinado es
una pugna constante entre el narcotráfico, paramilitares, grupos que trafican
con personas, con los que se dedican a la venta de órganos, con los que se
mueven en el negocio de las armas… El territorio está invadido por todos estos
grupos. Legitimarlos con la declaración de una guerra, los obligó a organizarse
en defensa de sus respectivos territorios. Pero los muertos, para justificar cierto éxito
de la guerra por parte del Estado, empiezan a ser civiles, sobre todo
migrantes, que nosotros los vemos como “falsos positivos”, y que las
autoridades reportaban como bajas de las estructuras criminales. Las
rutas, en este panorama, convergen. Todas, ni una se queda fuera: el tráfico de
drogas y los migrantes, entran y pasan por los mismos puntos. Antes, a los
migrantes los dejaban pasar, se hacían de la vista gorda, pero entonces
entendieron que podían ser un negocio. Te reditúa no sólo con secuestro, sino
también para mano de obra barata o para fabricación de drogas sintéticas. Pero
todo en función de mantener el control territorial. Es lo que deja la guerra
declarada contra el narcotráfico. “La migración refleja la crisis del sistema
económico actual: son los excluidos de los excluidos. Son los que no existen”.
Sin embargo, a pesar de estas
reconfiguraciones, los Estados aún no tienen cifras de migrantes desaparecidos,
asesinados, secuestrados. ¿A qué se debe que no manejen estadísticas de este
tema?
- La falta de datos tiene que
ver con la falta de denuncia. Muchas personas que pierden a alguien en México
piensan que no tienen derecho a pedir nada. Otro es el tema del miedo. Las
familias no denuncian porque piensan que si lo hacen los van a matar. La sociedad
civil también, al igual que los Estados, nunca tendrá cifras exactas del
fenómeno de los migrantes desaparecidos en ruta. La razón es porque hay un
miedo real, latente, de interponer una denuncia. Además de la pobreza, los
traslados, la educación, todo eso, influye en la falta de denuncia. En
México, no se veía el problema de las desapariciones de migrantes como propio,
sino como un problema de Centroamérica. Pero tras las denuncias, y esto es lo
más importante, comienza a hacer propio el tema a partir de la justicia
transnacional. En Centroamérica, lo grave, es que no se lleva el registro
de quiénes salen. Porque ya casi nadie quiere decir que sus familiares están en
Estados Unidos por miedo a que la información sea vendida y sean
extorsionados. Sólo las deportaciones pueden dar un número, una idea de
cuántos están saliendo. Y con eso los Estados pretendían hacer políticas
públicas. Pero en esas cifras de deportaciones no están todos los que salen. No
sabemos cuántos hay. Las denuncias son importantes porque, primero, generan un
registro para iniciar búsquedas de desaparecidos. Y segundo, obliga a
investigar, sobre todo a los Estados. Y tercero: alguien debe asumir
responsabilidades.
¿Cómo ve Estados Unidos el
fenómeno de los desaparecidos?
- Le incumbe en tanto que
llegan allá. El problema es que la política migratoria de Estados Unidos es
algo que afecta a México y a Centroamérica. Ser migrante allá es un crimen, y
todos se vuelven ilegales. La migración centroamericana no era un problema para
Estados Unidos, porque apenas era comparable con la mexicana. Lo curioso es que
hasta hace muy poco lo vieron como problema, con la llegada de los niños
menores no acompañados.
¿Estados Unidos crea fenómenos
como los niños migrantes, para obligar a los Estados a aceptar algunas
condiciones?
- No pueden decir que no
ocurría, eso está claro. Desde hace más de cinco años, como sociedad civil, ya
habíamos documentado el tema de desaparecidos. Desde hace tres años, abordamos
el tema de los niños no acompañados. Y claro, entre uno y otro, existe un
pretexto puntual que le sirve a Estados Unidos para intervenir regionalmente. A
México le impone que tome decisiones sobre su frontera sur y se crea, en
efecto, el programa Frontera Sur. Con los niños no acompañados, entre abril y
junio de 2014, se da paso en agosto a las redadas masivas entendidas dentro del
nuevo plan mexicano y su tratamiento de la frontera con Guatemala. El Ejército,
la policía federal y las estatales, empiezan una cacería de migrantes
acompañados por el Instituto Nacional de Migración. México, hay que
entenderlo, ha corrido y ampliado sus fronteras en miles de kilómetros luego de
la imposición de Estados Unidos. Los operativos empiezan en el istmo de
Tehuantepec, en Oaxaca. Y la frontera norte empieza en Jalisco. Muchos
migrantes se están quedando en el centro, atascados.
¿Es o no es una contradicción
entre la nueva Ley de Migración y la nueva política migratoria de México, estos
corrimientos de frontera?
- Demasiado contradictorio.
Con Enrique Peña Nieto se creó un plan estratégico sobre migración para atender
el tema de centroamericanos en México. Se contemplaron formas de protección
para migrantes, y dijimos: “Hay líneas para construir una política pública para
el tema migratorio…”. Pero con la presión de Estados Unidos, en 2014 todo cambió
y se movió hacía otros intereses de Seguridad Nacional. Era la primera vez que
se construía una política de este tipo y quedó borrada por un nuevo plan pedido
por Estados Unidos. Las contradicciones en que tienen a los migrantes son
simplemente aberrantes.
¿En cuanto al tema de refugio,
la lógica mexicana de “buena onda” ha cambiado?
- Sí. El perfil de refugio, el
tema migratorio, se atiende ya no por temas políticos sino por inseguridad,
violencia y pobreza. México ya no es el país del asilo político. Si somos
francos, México se está convirtiendo en una opción de destino. Por
la ruta, la cercanía, el idioma... Es más fácil pedir refugio en México
que llegar a Estados Unidos y que lo denieguen. Las autoridades aún no se dan
cuenta de que esto sucede en sus narices.
¿Es posible insertar a los
migrantes en estas sociedades tan complejas, con gobiernos que no aportan ni lo
mínimo a sus propios habitantes?
Pienso que sí pueden ser
insertados. Pero el problema real es la situación de cada estado de destino.
Son demasiados retos los que se están juntando para todos los países
expulsores, de tránsito y de destino. Hay algo más de fondo sobre lo que ocurre
en nuestros países. Ni siquiera en nuestros países estamos siendo vistos como
sujetos de derechos. El desempleo, la falta de acceso a la salud, la
informalidad, la educación. Yo pienso que no es malo que se queden. Pero la
cuestión está en cómo serán tratados en otros países, cuando incluso ahí no se
respeta a los mismos ciudadanos. La migración refleja la crisis del sistema
económico actual: son los excluidos de los excluidos. Son los que no existen.
Los migrantes no existen en ninguna parte, ni en el país de origen ni en el de
ruta ni en el de destino. No pueden existir de forma legal y los deportan.
Están condenados a ser invisibles, a ser vulnerados, a ser explotados. Es la
parte triste del modelo económico que nadie toma en cuenta. Y la incapacidad de
revertirlo, al menos en este momento, es grande. Apenas las autoridades están
abriendo los ojos. Pero no es suficiente.
- En México, con el retiro de la inversión fuerte al campo y el
fortalecimiento del programa de maquiladoras, los campesinos empezaron a
abandonar sus tierras para emigrar a donde estaban las maquiladoras o donde
operaban los programas de industrialización.
- El Estado mexicano no atiende, ni investiga, ni contabiliza los casos de
personas migrantes desaparecidas en el país, por lo que las familias afectadas
buscan a sus seres queridos con sus propios recursos y sin posibilidad de
acceder a la justicia- Organizaciones civiles.
- En ese acompañamiento se ha detectado que entre los
migrante los más vulnerables son los jóvenes y las mujeres padecen el mayor
grado la trata de personas.
En 2013, según la Organización Internacional del Trabajo había 232 millones
de personas que se encontraban viviendo en un país diferente al suyo, lo que
equivale al 3.2 por ciento de la población mundial; esto contrasta con la
registrada en 2002 cuando eran 175 millones de personas.
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