sábado, 24 de marzo de 2018


Retos de la educación superior,

en el mercado global.

Ing. Carlos Rubio Cuevas

 En el mercado globalizado un producto debe de competir contra cualquier otro igual o similar ofertado. Esto es, debe de tener calidad similar o mejor, precio menor o igual y soporte de garantía a nivel mundial. Para lograrlo los fabricantes deben de desarrollar sus propios productos y técnicas o comprar los derechos para la producción o uso de productos y técnicas existentes.

La generación o desarrollo de un producto o de un proceso competitivo implica dominar los siguientes factores básicos: técnicas de producción, materiales, herramientas, maquinaria, equipos y métodos, unidos a la mano de obra debidamente calificada. Lo anterior indica que la generación requiere personal que domine profesionalmente los conceptos de diseño de cada uno de los factores citados, con el fin de que sean capaces de aportar alternativas con resultados competitivos capaces de enfrentarse ventajosamente a los ofertados en el mercado. Las empresas de tecnología trabajan bajo estos conceptos y su ingreso proviene de la venta o renta de la propiedad intelectual desarrollada.

Para producir un producto o para usar técnicas existentes basta con tener personal capacitado en los procesos y técnicas específicos de producción y mantenimiento, de acuerdo con los requisitos estipulados por los dueños de la propiedad intelectual requerida. Las maquiladoras y las franquicias son un buen ejemplo de empresas que trabajan comprando o rentando propiedad intelectual.

Las empresas que no pagan propiedad intelectual son aquellas que trabajan con tecnologías, productos y materiales de dominio público y por lo general ofrecen productos y servicios de bajos niveles de calidad, altamente competidos y de reducidos márgenes de utilidad.

Cuando confrontamos las exigencias, en cuanto a las características del personal de los tipos de empresa descritos, observamos que para que una empresa sea capaz de ofertar productos altamente competitivos requiere de personas que integren, en el diseño de su  producción, materiales, procesos y técnicas de vanguardia. Hablamos de individuos con un nivel profesional de excelencia y orientados a la investigación, desarrollo y aplicación de nuevos materiales, métodos, técnicas y equipos.

Reto para escuelas superiores
Este es el gran reto para las escuelas de educación superior, ya que los planes de estudio actuales no se mantienen a la par con las exigencias del mercado mundial y apenas satisfacen las necesidades profesionales de las maquiladoras y de las de dominio público, y dejan al descubiertas áreas de innovación y nuevas tecnologías. Así, condenan a la mediocridad a la economía del país, al tener que pagar fuertes cantidades por derechos intelectuales o a limitarse a la producción de mercaderías poco rentables.

Para revertir el panorama los programas de estudio deben tener marcada orientación hacia la investigación e innovación, estimular la competencia entre individuos y exigirles óptimos resultados de aprovechamiento y seleccionar las oportunidades de inclusión a los sistemas productivos solo para los  destacados en sus áreas profesionales.

Favoritismo
Desafortunadamente lo que pude observar durante mis años de desempeño docente, en educación profesional, era que el sistema educativo, además de estar limitado por sus programas, le apostó a la mediocridad al permitir que los resultados fueran negociables políticamente. También implantó el trabajo en equipo con calificación grupal. Los resultados no se hicieron esperar, de cada equipo solo uno o dos de sus integrantes trabajaban, pero la calificación tenía que ser igual para todos, y cuando un estudiante no estaba conforme con sus resultados ocurría a algún padrino político para que, a través de él, le anotaran mejores resultados.

Para lograr estos cambios habría que comenzar con una depuración de la planta magisterial exigiendo para esta labor individuos que demuestren una superación constante a través de su participación en foros internacionales y en los resultados observados en el desempeño profesional de sus alumnos.

Con egresados de alto nivel y maestros de competencia mundial, nuestra planta productiva sería capaz de enfrentarse exitosamente al mercado globalizado y contribuyendo a la transformación de la economía nacional al ser generadora de ingresos tanto por la venta de su producción material como de los ingresos por regalías de derechos intelectuales.

martes, 13 de marzo de 2018


CHINA LANZA AL MUNDO UNA NUEVA “RUTA DE LA SEDA”: INICIO DE UNA NUEVA ERA DE GLOBALIZACION.

Atilano González Villa
Director General
El Puente Editores

Trump lanzó un misil pesado sobre el mundo al decretar aranceles para el acero y el aluminio, lo cual de hecho ha iniciado una guerra comercial y, de paso, alentó el avance de China en el plano internacional. Con esta medida de Trump, la estrategia global del gigante asiático encontrará mucha menos resistencia en el futuro próximo.

Y es que China ya tiene una estructura con estrategia planeada a largo plazo, una nueva “Ruta de la Seda”. Un proyecto acariciado desde hace algunos años por el dirigente chino Xi Jinping que prevé una inversión total de unos 900,000 millones de dólares para infraestructura en 68 países de Asia, Europa y Africa, en donde vive el 65% de la población del mundo, con un tercio del PIB mundial y con el 75% de las reservas energéticas del planeta.

Vacío mundial
Lo que el presidente Trump ha logrado con su radical política proteccionista, es crear un creciente malestar entre sus tradicionales aliados y un ya sentido vacío de liderazgo mundial. Se ha salido de varios tratados internacionales y trata de torpedear el más importante del mundo, el Tratado de Libre Comercio de América del Norte.

Y si Washington se retira del plano internacional, China está más que lista para llenar ese vacío. Xi Jinping, ahora con un enorme poder absoluto sobre su país, se ha declarado defensor de la lucha contra el cambio climático y muy respetuoso de los tratados internacionales y de la globalización. Por lo pronto, Beijing ha anunciado el avance de negociaciones con 12 países para establecer acuerdos de libre comercio, los cuales se sumarían a los 21 que ya mantiene, uno más que los Estados Unidos.

Lo que la potencia asiática quiere, en palabras de su dirigente máximo, es “iniciar una nueva era de globalización”. La mira china es de largo alcance: ser la primera potencia mundial en 2,050.

Visión china del momento actual
El Diario del Pueblo, el vocero más oficial del régimen chino, publicaba hace muy poco que “nunca el mundo ha tenido tanto interés en China ni la ha necesitado tanto”, para en otro apartado señalar cómo “Estados Unidos bajo la presidencia de Donald Trump ha abdicado de su papel de líder mundial, con una Europa presa de sus divisiones y un mundo que aún arrastra las consecuencias de la crisis financiera de 2008, situaciones que presentan una oportunidad histórica que nos abre un enorme espacio estratégico para mantener la paz, el desarrollo y ganar ventaja”. Lo publica como “Manifiesto” o sea un escrito respaldado por los más altos dirigentes del Partido.

Estrategia financiera y tecnológica
Uno de sus puntos de apoyo más fuertes es su inversión en el extranjero. De acuerdo con informes de su Ministerio de Comercio, el último año estableció convenios financieros por 120,000 millones de dólares con 6,234 empresas de 174 países. En tanto en Latinoamérica, la derrama fue mayor a la del Banco Interamericano de Desarrollo (BID).

El cambio
China se apresta para el tan anhelado “gran salto”.

Si cuando Mao lo intentó (1958-1962) resultó un fracaso, ahora con Xi Jinping el cambio ha sido radical con grandes perspectivas de éxito.

Deng Xiaoping, su antecesor y gran protagonista de la apertura económica, siempre recomendó “esconder la fuerza y aguardar el momento”, mientras el país luchaba por salir de la pobreza y dejar atrás el marasmo de años de Revolución Cultural, un momento que al fin ha llegado. Y el “líder” no escatima momento para pregonarlo: “China será líder global en cuanto a fortaleza nacional e influencia internacional”.

Las circunstancias geopolíticas o su auge económico hacen de China el país llamado, de acuerdo con ellos mismos, a ocupar el papel que le debe la historia. Sin perder de vista la mano férrea de la dictadura que gobierna el país y lo mueva al unísono en la dirección deseada por su dirigente.

Se ve claro que China hoy genera más simpatías que EE. UU. en numerosos países -incluidos aliados tradicionales de Washington, como Holanda y México-, según apuntaba el Pew Research Center en 2017. Otra empresa analista, Eurasia Group, ha descrito la influencia de China en medio de un vacío de liderazgo global como “el primer riesgo geopolítico, porque está fijando estándares internacionales con la menor resistencia jamás vista”. Y agrega: “El único valor político que China exporta es el principio de no injerencia en los asuntos internos de otros países, algo atractivo para los gobiernos acostumbrados ya a las exigencias occidentales de reformas políticas y económicas a cambio de ayuda financiera”. Con estos principios busca moldear el orden mundial para colocarse como referente, crear oportunidades estratégicas para sí y para sus empresas y legitimar su sistema de gobierno.

Ruta de la Seda
La historia nos cuenta del famoso corredor por donde China exportaba su producción de seda a lomo de camellos, de elefantes y de humanos, para llegar a las costas orientales del Mediterráneo. Ahora, China incide con mayor fuerza en un sustituto de esta Ruta.

Plan de Acción Terrestre (el cinturón) y Marítima (la ruta)      
Este Plan, sustituto de la histórica Ruta de la Seda, también conocido como “Un Cinturón Una Ruta”, contempla la construcción de ferrocarriles, autopistas, aeropuertos, puertos marítimos, oleoductos, gasoductos, centrales eléctricas y toda clase de infraestructura, para sustituir a los camellos y elefantes de antaño.

Y China ya no se va por las ramas, ha dejado bien explícito y claro su objetivo final: “iniciar una nueva era de globalización en dirección de Beijing”.

La ruta llegará a Mongolia y Rusia; Asia Central y Pakistán; Myanmar, Bangladesh y La India;  sureste asiático y también a Corea del Sur y Japón; al Golfo Pérsico, Oriente Medio, norte de Africa y la Unión Europea.

China ha puesto los ojos también en países y áreas relegadas al subdesarrollo y parece ser la única potencia dispuesta a darles la mano para impulsar sus desarrollos.

Pero una de sus prioridades estratégicas es sin duda Europa, por eso gestiona ya parte del puerto de El Pireo (Atenas) y multiplica sus proyectos en Grecia porque quiere convertirla en su centro de actividad hacia los Balcanes y el sur de Europa.

Pakistán
En esta importante estrategia global destaca la inversión de más de 50,000 millones de dólares en Pakistán, su histórico aliado y vecino, para reconstruir toda la economía del país. Punto central de esta tarea nacional es el desarrollo del puerto de Gwadar, en el mar Arábigo, en donde China conseguiría una salida al mar para sus productos sin pasar por el complicado estrecho de Malaca, entre Indonesia y Malasia, considerado el estrecho más peligroso del mundo. Además, el proyecto para Pakistán incluye la modernización de la carretera del Karakoru, que une ambos países.

Red ferroviaria
Respecto a Europa, hay dos corredores terrestres fundamentales. La red de ferrocarril norte, la más grande del mundo, que parte de China y pasa por Kazajistán, Rusia, Bielorrusia, Polonia y Alemania, en donde se distribuye hacia otros puntos, llegando incluso a España. Y la sur, que baja por Asia Central y entra en Irán para partir hacia Europa, pasando por Turquía.

Un símbolo del cambio geopolítico es el servicio ferroviario de carga iniciado en 2014, pero aun no consolidado, entre Yiwu en la costa oriental de China y Madrid, con 13,000 kilómetros de recorrido, en 21 días, considerada ya la red férrea más larga del planeta. 

Así, Pekín ya desarrolla el transporte terrestre a gran escala y de forma rápida, impulsando fundamentalmente la alta velocidad. "China es el país con más kilómetros construidos de alta velocidad, aproximadamente 20,000, y está impulsando tanto la alta velocidad para trenes de pasajeros como de mercancías", explica Fernando Moragón, presidente del Observatorio Hispano-Ruso de Eurasia. Y hace unos días, China anunció experimentos para construir un tren que correrá a 1,000 km/hora.

Pero para Pedro Nueno, profesor del IESE de la Universidad de Navarra y presidente de la China Europe International Business School (CEIBS), Madrid solo representa una escala y no un destino final. Por eso dice: “Hay que entender que la Ruta va más allá de la infraestructura: es el proceso de China abriéndose al mundo. A Mariano Rajoy le dijeron que no acaba en España, sino que sigue hacia América Latina. Eso quiere decir que las empresas chinas han de salir y además España es un puente para Latinoamérica y Africa. No hay que verlo como un proyecto logístico, sino conceptual”.

América Latina y el Caribe no se incluyen por ahora en esta nueva Ruta de la Seda, pero ya se ven las intenciones chinas con su proyecto de ferrocarril transcontinental que conectaría la costa atlántica de Brasil con la del Pacífico de Perú.

Africa
China lleva a cabo importantes inversiones en Africa, como la construcción de un ferrocarril entre las ciudades de Nairobi y Mombasa (Kenia), que formará parte de una futura red de transportes en Africa Occidental.

Sin embargo, uno de sus proyectos más importantes en este continente es el de Yibuti, en el Cuerno Africano a la salida del Mar Rojo, donde China trabaja en el desarrollo de un centro logístico marítimo que será "su primera base militar en el extranjero". Las primeras tropas chinas llegaron al lugar en el verano de 2017. También tienen bases Estados Unidos, Francia y Japón, con los mismos fines declarados por China.

En Africa, en 2015, China firmó con la Organización para la Unidad Africana un memorando contemplando inversiones por valor de 60,000 millones de dólares.

Financiamiento
Aunque desde 2013 el presidente Xi Jinping lanzó al mundo la idea de una nueva Ruta de la Seda y desde ese año comenzaron las acciones concretas para establecer acuerdos bilaterales, no fue sino hasta mayo de 2017 que se reunieron en Beijing, en un Foro mundial, 28 jefes de estado y representantes de mil organizaciones de todo el mundo para conocer las peculiares pinceladas de la que podría ser la iniciativa comercial más importante de este siglo, abierto a todos los que se quieran adherir.

En el marco de la inauguración del foro, el presidente Jinping dio a conocer que aportará 14,500 millones de dólares al Fondo de la naciente nueva Ruta de la Seda y ofreció 8,700 millones de dólares para apoyar a los países en vías de desarrollo que participen en esta iniciativa. En forma adicional, anunció una inversión de 124,000 millones de dólares para impulsar el libre comercio.

Se refirió también al lanzamiento de “100 proyectos contra la pobreza y 100 proyectos de salud y de rehabilitación en los países de la nueva Ruta y su país proveerá a las organizaciones internacionales relevantes 1,000 millones de dólares en beneficio de los países que la integren”.

Las principales vías de financiación de este macroproyecto son dos: 1- El Fondo Económico de Inversión de la Ruta de la Seda, patrocinado por China, con un fondo de 50,000 millones de dólares (en 2014). 2- El Banco Asiático de Inversión e Infraestructura, creado hace un año, con 57 países miembros, principalmente de Asia y de Europa, en el que China, India y Rusia, en este orden, son los mayores accionistas.

"En este banco, en el que están incluso países como Inglaterra e Israel, China vetó a dos países, EE.UU., que ya tiene el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, y Japón, que cuenta con el Banco Asiático de Desarrollo", afirma el presidente del Observatorio Hispano-Ruso de Eurasia, Fernando Moragón.

Infraestructura financiera
Jinping también ofreció establecer un sistema financiero de tarjetas para mantener los riesgos bajo control, lanzar nuevos modelos financieros y de inversión, incentivar la cooperación entre el gobierno y el capital privado, construir un sistema financiero diversificado y un mercado de capital múltiple, y mejorar las redes de servicios financieros.

Otros compromisos
Los países interesados en participar en la iniciativa de la nueva Ruta de la Seda, deberán promover la legislación para el beneficio común, facilitar la integración financiera y la conectividad, generar un comercio ininterrumpido e incentivar la aceptación de esta ruta comercial.

Punto importante y trascendental de parte de Xi Jinping es haber asegurado que su país “no interferirá en ningún punto con los asuntos interiores de otros países”.

Y otro mensaje claro y conciso: “dejar atrás el proteccionismo económico y abrir el libre comercio mundial”.

Voces discordantes
Las alarmas han sonado. El primer ministro australiano, Malcolm Turnbull, en diciembre se mostró preocupado por la influencia de China en los asuntos políticos de su país, a través de lobbies y donaciones, y ya presentó un proyecto de ley para frenarla.

El director del FBI en EE UU, Christopher Wray, también ha advertido que Pekín puede haber infiltrado operativos incluso en las universidades.

Un informe del think tank alemán MERICS y del Global Public Policy Institute alertan de la creciente penetración de la influencia política de China en Europa, especialmente en los países del Este.

Y un grupo de académicos logró, gracias a sus protestas del último año, que la editorial Cambridge University Press recuperara artículos censurados por no coincidir con la visión de Pekín en asuntos como Tiananmen o Tíbet.

Además de las alarmas, empiezan a sonar también -de modo aún muy incipiente- propuestas para contrarrestar esa pujanza china o al menos los aspectos menos benevolentes de ella. El presidente francés, Emmanuel Macron, ha llamado a los 27 socios de la Unión Europea a la unidad para no perder terreno frente a China.

Y Japón, India, Australia y EE. UU. se plantean ya ofrecer un plan internacional alternativo al de la nueva Ruta de la Seda.

Pero…
China está decidida. Su estrategia es a largo plazo con culminación en 2049, algo que los países occidentales no tienen. Y su crecimiento de dos dígitos por muchos años, la perfila como potencia económica de primerísimo orden para 2030.

Como ejemplo, el presidente Jinping dio a conocer que el volumen del comercio exterior de su país entre 2014 y 2016, con las naciones que actualmente están en esta Ruta, superior los 3,000 millones de millones de dólares.

Realidad política china
Pero detrás de todo este entramado comercial y financiero se alza el verdadero rostro de la China de hoy: un régimen totalitario, opresor y sanguinario con mando único en la persona de Xi Jinping (64 años de edad), quien ya ha dado la orden a su pueblo de alinearse a sus objetivos de todo tipo y, dirigiéndose a los trabajadores de los medios de comunicación les dijo “ustedes tienen que llevar ‘Partido’ como apellido”, en referencia clara al Partido Comunista.

Xi Jinping acaba de lograr el poder indefinido en China al aprobar la Asamblea Nacional Popular (ANP, legislativo) un total de 21 enmiendas a la Constitución, entre las que figura la eliminación del límite de dos mandatos consecutivos para el Presidente y para el Vicepresidente del país.

Con esta reforma Jinping consolidó su mando único en el Gobierno, el Partido Comunista y las Fuerzas Armadas, sin límite de tiempo, en otras palabras concentra el poder absoluto sobre los más de 1,300 millones de ciudadanos chinos y sobre todo el territorio nacional.