¿Dónde están los límites de la inteligencia
artificial?
Por Zigor Aldama
Shanghái, República Popular China.
Los expertos reunidos en Shanghái en la primera
conferencia mundial dedicada a
esta tecnología reconocen su incapacidad para
predecir todas sus aplicaciones.
(lunes 24 de septiembre de 2018)
El presidente de China, Xi Jinping, por
su parte, tiene claro que el futuro pertenece a la inteligencia artificial.
“Está cambiando el orden socioeconómico. Puede beneficiar al ser humano y
convertirse en un nuevo motor económico”, dijo en un comunicado que sirvió para
inaugurar la Primera Conferencia Mundial de Inteligencia Artificial, en
Shanghái. El viceprimer ministro, Liu He, apuntaló esta idea: “Se abren nuevas
oportunidades que no podemos perder”.
Algunas
de esas oportunidades se materializaron en algo concreto en los llamados
pabellones de la experiencia, en los que el público se acerca boquiabierto a
máquinas y aplicaciones que perfectamente podrían haber salido de películas de
ciencia ficción.
La inteligencia artificial propiciará una nueva
revolución socioeconómica. En este campo el futuro, de alguna forma, ya llegó
con una diadema
que permite controlar un brazo biónico con la mente,
una cápsula que hace un diagnóstico integral de nuestra salud en cuestión
de minutos, algoritmos que previenen el cáncer con
un
escáner, cámaras que reconocen rostros y vehículos
entre miles de millones en cuestión de segundos,
coches que determinan si el conductor no presta
atención a la conducción y frigoríficos que saben
lo que quieres comer antes de que
tengas hambre y cientos más.
Realidades presentadas en la conferencia mundial.
“En el desarrollo de la inteligencia
artificial va a haber dos etapas: en los próximos dos o tres años, nos
permitirá hacer mejor lo que ya somos capaces de hacer. Por ejemplo, nos
podremos comunicar con quienes no hablan nuestro idioma gracias a los traductores
simultáneos -la conferencia, de hecho, se traduce en tiempo real utilizando un
algoritmo que apenas comete errores-. Y, en cinco o diez años, nos permitirá
hacer cosas que hasta ahora nos resultaban imposibles. Lo mismo que sucedió con
los aviones y volar. Vamos a poder crear ángeles de la guarda personales que
nos adviertan de los peligros a los que estamos a punto de enfrentarnos, por
ejemplo, y prevenir sus consecuencias”, vaticina Raj Reddy, ganador del Premio
Turing y miembro de la Academia China de Ingeniería.
Además,
Reddy prevé que el aumento de la eficiencia y de la productividad en diferentes
ámbitos propiciará que el PIB mundial alcance los 1,000 billones de dólares en
20 años. Trece veces la cifra actual. “La revolución va a ser global y se va a
dar en todos los sectores: desde la agricultura hasta la medicina”, añade Pan
Yunhe, director del Comité Consultivo Estratégico para la Nueva Generación de
Inteligencia Artificial de China. “Antes la inteligencia artificial simulaba la
inteligencia humana, pero ahora sabemos que eso es ilógico. De hecho, los
robots más eficaces no son los que copian nuestra fisonomía, sino los que están
diseñados para hacer una función concreta, como los que se utilizan en centros
de logística”, explica.
“Es
evidente que las máquinas nos superarán en muchos aspectos. Incluso en los
intelectuales, como ha demostrado Alpha Go. No tiene sentido competir con
ellas. Pero la verdadera revolución llegará con la inteligencia artificial 2.0,
que aunará la inteligencia de las máquinas y la humana”, añade Pan. “Eso nos
permitirá alcanzar un nivel en el que podremos predecir el futuro y evitar el
curso negativo de la historia”, apostilla. Este
discurso provoca un profundo silencio entre el público.
Jack Ma |
Pero Jack Ma, fundador
y presidente ejecutivo del gigante chino del comercio electrónico Alibaba, decide
ahondar en estas ideas. “Estamos ante un nuevo modelo de vida en el que la
inteligencia artificial y la computación de datos van a cambiar todo en menos
de tres décadas. Las máquinas no operan como nuestro cerebro, de la misma forma
que los coches no se mueven como los humanos, con piernas. Tenemos que aceptar
que nunca correremos más que un coche, y que las máquinas terminarán siendo más
inteligentes que nosotros. Pero no serán sabias, ni tendrán sueños o anhelos.
Debemos concentrarnos en lo que nos hace humanos”, afirma.
Si
bien Ma considera que la adopción de la inteligencia artificial no es opcional,
“porque las empresas que no lo hagan morirán”, también lanza una advertencia
seria al respecto: “La tecnología solo tiene sentido si crea un mundo mejor. Si
sirve para proporcionar soluciones a problemas sociales y económicos
existentes, evitando crear problemas nuevos”.
Estamos ante un nuevo modelo de vida en el que la
inteligencia artificial y la computación de datos cambiarán todo en menos de 3
décadas. Las máquinas no operan como nuestro cerebro, de la misma forma
que los coches no se mueven como los humanos, con
piernas.
Tenemos que aceptar que nunca correremos más que
un coche, y que las máquinas terminarán siendo
más inteligentes que nosotros.
Pero no serán sabias, ni tendrán
sueños o anhelos.
Nosotros debemos concentrarnos en lo que nos hace
humanos.
El fundador de Alibaba reconoce que se
destruirán empleos, y admite también que no está claro si los que se vayan a
crear serán suficientes o adecuados para quienes los pierdan. Por eso, Ma
afirma que es necesaria una regulación gubernamental, e incluso estándares
internacionales, destinados a evitar que la inteligencia artificial ensanche la
brecha entre pobres y ricos. Pero también advierte contra el proteccionismo que
exigen sectores como el del taxi, a cuya polémica con Uber y similares se
refirió sin mencionarlos.
“El
Gobierno no tiene que regular si las leyes del mercado deciden que deben ser
sustituidos por vehículos autónomos oponiéndose así al progreso. El Gobierno
tiene que cerciorarse de que las carreteras sean seguras y de que la gente
tenga oportunidades, pero no decidir cuáles”, recalca. “En su día, pasamos de
trabajar 16 horas diarias a 8. Ahora quizá tengamos que trabajar 4, o solo 2”,
propone. “Tenemos que estar a la altura y dejar un mundo mejor del que
encontramos y evitar que esta revolución tecnológica lleve a una guerra como ha
sucedido anteriormente”.
Ma Huateng |
Ma
Huateng, consejero delegado de Tencent y otro peso pesado de la economía de
internet china, coincide en las amenazas que llegan con el desarrollo de la
inteligencia artificial: “No hay ordenadores buenos y malos. Pero sí seres
humanos buenos y malos que pueden utilizar esta tecnología para extender virus
informáticos, cometer fraudes e incluso para buscar la hegemonía mundial.
Tenemos que asegurarnos de que las máquinas no nos sustituirán por completo, y
de que habrá mecanismos para regular la inteligencia artificial”.
Curiosamente,
China es un buen ejemplo de cómo esta tecnología puede fortalecer a un gobierno
autoritario. No en vano, los sistemas de reconocimiento facial y de voz ya se
utilizan por parte de sus fuerzas de seguridad para mantener el orden público
en lo que algunas organizaciones pro derechos humanos consideran como el estado
policial perfecto, en el que la población está totalmente desprotegida frente a
un Gobierno dictatorial omnipotente. Y no faltan quienes señalan que esa es una
de las razones por las que el Partido Comunista comunista pone tanto énfasis en
su desarrollo.
Claro
que los empresarios chinos prefieren no mencionar este hecho polémico. No
obstante, Robin Li, cofundador y consejero delegado de Baidu -el Google chino-,
sí que hace hincapié en la dimensión ética de esta tecnología. “La inteligencia
artificial debe ser controlable y segura”, afirma. Pero arrima el ascua a su
sardina y pone el vehículo autónomo -uno de los grandes proyectos de Baidu con
la plataforma Apollo- como ejemplo: “Por un lado, la combinación de hardware,
software, big data e inteligencia artificial nos permitirá movernos sin
accidentes y con la mayor productividad posible, sin perder millones de horas
al volante. Por otro lado, hará el urbanismo mucho más sostenible y eficiente.
El coche será eléctrico y buscará aparcamiento por sí solo sin derrochar
recursos”, avanza.
En la nueva era, propiciada por la inteligencia
artificial, los datos lo determinarán todo. Por ahora, dos problemas nos
aquejan:
los ciclos de computación y el ancho de banda, pero
el 5G y la computación en la nube
los resolverán.
Sin embargo el cambio que propiciarán es tal que,
ahora mismo,
ni siquiera podemos imaginar cómo será el mundo en
solo veinte años.
Además, Lei Jun, consejero delegado de
Xiaomi, predice que nuestros electrodomésticos nos escucharán, comprenderán, y
se adelantarán a nuestras necesidades. “Hace dos años, la inteligencia
artificial nos preocupaba. Hasta que decidimos convertirla en una prioridad”,
admite Lei, cuya empresa ha construido ya el mayor ecosistema inteligente
preparado para adaptarse al internet de las cosas. “Ahora muchos se ríen de los
asistentes inteligentes porque tienen pocas funciones, pero terminarán
convirtiéndose en la llave de un nuevo mundo”, vaticina.
Tecnologías
como las redes 5G serán las que permitan poner en marcha esta nueva era, en la
que los datos lo determinarán todo. “Hasta ahora nos hemos enfrentado a dos
problemas: los ciclos de computación y el ancho de banda. El 5G y la computación
en la nube los resolverán”, señala Lu Hao, responsable de Innovación de Yitu.
“El cambio que van a propiciar es tal que ahora mismo ni siquiera podemos
imaginar cómo será el mundo en solo veinte años”, sentencia. No es la primera
vez que sucede. Basta volver a ver Blade Runner para comprobar cómo el ser
humano se imaginó coches voladores para principios del siglo XXI pero no supo
prever la tecnología que más ha cambiado nuestras vidas desde que se inventó la
electricidad: internet.