jueves, 27 de septiembre de 2018


¿Dónde están los límites de la inteligencia artificial?

 
Por Zigor Aldama  
Shanghái, República Popular China.

 
Los expertos reunidos en Shanghái en la primera conferencia mundial dedicada a
esta tecnología reconocen su incapacidad para predecir todas sus aplicaciones.
(lunes 24 de septiembre de 2018)

 El presidente de China, Xi Jinping, por su parte, tiene claro que el futuro pertenece a la inteligencia artificial. “Está cambiando el orden socioeconómico. Puede beneficiar al ser humano y convertirse en un nuevo motor económico”, dijo en un comunicado que sirvió para inaugurar la Primera Conferencia Mundial de Inteligencia Artificial, en Shanghái. El viceprimer ministro, Liu He, apuntaló esta idea: “Se abren nuevas oportunidades que no podemos perder”.

Algunas de esas oportunidades se materializaron en algo concreto en los llamados pabellones de la experiencia, en los que el público se acerca boquiabierto a máquinas y aplicaciones que perfectamente podrían haber salido de películas de ciencia ficción.

 
La inteligencia artificial propiciará una nueva revolución socioeconómica. En este campo el futuro, de alguna forma, ya llegó con una diadema
que permite controlar un brazo biónico con la mente, una cápsula que hace un diagnóstico integral de nuestra salud en cuestión
de minutos, algoritmos que previenen el cáncer con un
escáner, cámaras que reconocen rostros y vehículos
entre miles de millones en cuestión de segundos,
coches que determinan si el conductor no presta
atención a la conducción y frigoríficos que saben
lo que quieres comer antes de que
tengas hambre y cientos más.
Realidades presentadas en la conferencia mundial.

“En el desarrollo de la inteligencia artificial va a haber dos etapas: en los próximos dos o tres años, nos permitirá hacer mejor lo que ya somos capaces de hacer. Por ejemplo, nos podremos comunicar con quienes no hablan nuestro idioma gracias a los traductores simultáneos -la conferencia, de hecho, se traduce en tiempo real utilizando un algoritmo que apenas comete errores-. Y, en cinco o diez años, nos permitirá hacer cosas que hasta ahora nos resultaban imposibles. Lo mismo que sucedió con los aviones y volar. Vamos a poder crear ángeles de la guarda personales que nos adviertan de los peligros a los que estamos a punto de enfrentarnos, por ejemplo, y prevenir sus consecuencias”, vaticina Raj Reddy, ganador del Premio Turing y miembro de la Academia China de Ingeniería.

Además, Reddy prevé que el aumento de la eficiencia y de la productividad en diferentes ámbitos propiciará que el PIB mundial alcance los 1,000 billones de dólares en 20 años. Trece veces la cifra actual. “La revolución va a ser global y se va a dar en todos los sectores: desde la agricultura hasta la medicina”, añade Pan Yunhe, director del Comité Consultivo Estratégico para la Nueva Generación de Inteligencia Artificial de China. “Antes la inteligencia artificial simulaba la inteligencia humana, pero ahora sabemos que eso es ilógico. De hecho, los robots más eficaces no son los que copian nuestra fisonomía, sino los que están diseñados para hacer una función concreta, como los que se utilizan en centros de logística”, explica.

“Es evidente que las máquinas nos superarán en muchos aspectos. Incluso en los intelectuales, como ha demostrado Alpha Go. No tiene sentido competir con ellas. Pero la verdadera revolución llegará con la inteligencia artificial 2.0, que aunará la inteligencia de las máquinas y la humana”, añade Pan. “Eso nos permitirá alcanzar un nivel en el que podremos predecir el futuro y evitar el curso negativo de la historia”, apostilla. Este discurso provoca un profundo silencio entre el público.
 
Jack Ma
 
Pero Jack Ma, fundador y presidente ejecutivo del gigante chino del comercio electrónico Alibaba, decide ahondar en estas ideas. “Estamos ante un nuevo modelo de vida en el que la inteligencia artificial y la computación de datos    van a cambiar todo en menos de tres décadas. Las máquinas no operan como nuestro cerebro, de la misma forma que los coches no se mueven como los humanos, con piernas. Tenemos que aceptar que nunca correremos más que un coche, y que las máquinas terminarán siendo más inteligentes que nosotros. Pero no serán sabias, ni tendrán sueños o anhelos. Debemos concentrarnos en lo que nos hace humanos”, afirma.
Si bien Ma considera que la adopción de la inteligencia artificial no es opcional, “porque las empresas que no lo hagan morirán”, también lanza una advertencia seria al respecto: “La tecnología solo tiene sentido si crea un mundo mejor. Si sirve para proporcionar soluciones a problemas sociales y económicos existentes, evitando crear problemas nuevos”.

 
Estamos ante un nuevo modelo de vida en el que la inteligencia artificial y la computación de datos cambiarán todo en menos de 3 décadas. Las máquinas no operan como nuestro cerebro, de la misma forma
que los coches no se mueven como los humanos, con piernas.
Tenemos que aceptar que nunca correremos más que
un coche, y que las máquinas terminarán siendo
más inteligentes que nosotros.
Pero no serán sabias, ni tendrán
sueños o anhelos.
Nosotros debemos concentrarnos en lo que nos hace humanos.

El fundador de Alibaba reconoce que se destruirán empleos, y admite también que no está claro si los que se vayan a crear serán suficientes o adecuados para quienes los pierdan. Por eso, Ma afirma que es necesaria una regulación gubernamental, e incluso estándares internacionales, destinados a evitar que la inteligencia artificial ensanche la brecha entre pobres y ricos. Pero también advierte contra el proteccionismo que exigen sectores como el del taxi, a cuya polémica con Uber y similares se refirió sin mencionarlos.

“El Gobierno no tiene que regular si las leyes del mercado deciden que deben ser sustituidos por vehículos autónomos oponiéndose así al progreso. El Gobierno tiene que cerciorarse de que las carreteras sean seguras y de que la gente tenga oportunidades, pero no decidir cuáles”, recalca. “En su día, pasamos de trabajar 16 horas diarias a 8. Ahora quizá tengamos que trabajar 4, o solo 2”, propone. “Tenemos que estar a la altura y dejar un mundo mejor del que encontramos y evitar que esta revolución tecnológica lleve a una guerra como ha sucedido anteriormente”.

Ma Huateng
 

Ma Huateng, consejero delegado de Tencent y otro peso pesado de la economía de internet china, coincide en las amenazas que llegan con el desarrollo de la inteligencia artificial: “No hay ordenadores buenos y malos. Pero sí seres humanos buenos y malos que pueden utilizar esta tecnología para extender virus informáticos, cometer fraudes e incluso para buscar la hegemonía mundial. Tenemos que asegurarnos de que las máquinas no nos sustituirán por completo, y de que habrá mecanismos para regular la inteligencia artificial”.

Curiosamente, China es un buen ejemplo de cómo esta tecnología puede fortalecer a un gobierno autoritario. No en vano, los sistemas de reconocimiento facial y de voz ya se utilizan por parte de sus fuerzas de seguridad para mantener el orden público en lo que algunas organizaciones pro derechos humanos consideran como el estado policial perfecto, en el que la población está totalmente desprotegida frente a un Gobierno dictatorial omnipotente. Y no faltan quienes señalan que esa es una de las razones por las que el Partido Comunista comunista pone tanto énfasis en su desarrollo.

Claro que los empresarios chinos prefieren no mencionar este hecho polémico. No obstante, Robin Li, cofundador y consejero delegado de Baidu -el Google chino-, sí que hace hincapié en la dimensión ética de esta tecnología. “La inteligencia artificial debe ser controlable y segura”, afirma. Pero arrima el ascua a su sardina y pone el vehículo autónomo -uno de los grandes proyectos de Baidu con la plataforma Apollo- como ejemplo: “Por un lado, la combinación de hardware, software, big data e inteligencia artificial nos permitirá movernos sin accidentes y con la mayor productividad posible, sin perder millones de horas al volante. Por otro lado, hará el urbanismo mucho más sostenible y eficiente. El coche será eléctrico y buscará aparcamiento por sí solo sin derrochar recursos”, avanza.

 
En la nueva era, propiciada por la inteligencia artificial, los datos lo determinarán todo. Por ahora, dos problemas nos aquejan:
los ciclos de computación y el ancho de banda, pero
el 5G y la computación en la nube
los resolverán.
Sin embargo el cambio que propiciarán es tal que, ahora mismo,
ni siquiera podemos imaginar cómo será el mundo en solo veinte años.

Además, Lei Jun, consejero delegado de Xiaomi, predice que nuestros electrodomésticos nos escucharán, comprenderán, y se adelantarán a nuestras necesidades. “Hace dos años, la inteligencia artificial nos preocupaba. Hasta que decidimos convertirla en una prioridad”, admite Lei, cuya empresa ha construido ya el mayor ecosistema inteligente preparado para adaptarse al internet de las cosas. “Ahora muchos se ríen de los asistentes inteligentes porque tienen pocas funciones, pero terminarán convirtiéndose en la llave de un nuevo mundo”, vaticina.

Tecnologías como las redes 5G serán las que permitan poner en marcha esta nueva era, en la que los datos lo determinarán todo. “Hasta ahora nos hemos enfrentado a dos problemas: los ciclos de computación y el ancho de banda. El 5G y la computación en la nube los resolverán”, señala Lu Hao, responsable de Innovación de Yitu. “El cambio que van a propiciar es tal que ahora mismo ni siquiera podemos imaginar cómo será el mundo en solo veinte años”, sentencia. No es la primera vez que sucede. Basta volver a ver Blade Runner para comprobar cómo el ser humano se imaginó coches voladores para principios del siglo XXI pero no supo prever la tecnología que más ha cambiado nuestras vidas desde que se inventó la electricidad: internet.

 


miércoles, 5 de septiembre de 2018


El consumo de drogas en México y su legalización.

 
Por Atilano González Villa

El debate por la legalización o liberalización de las drogas se dará en México tarde o temprano, quizá más temprano que tarde por la clara intención del próximo gobierno federal de impulsarla. Y se dará en momentos en que la tendencia a su consumo aumentó un 32% entre 2011 y 2016, según la última Encuesta Nacional de Consumo de Drogas, Alcohol y Tabaco (2016-2017) de la Secretaría de Salud Federal, en personas de entre 12 y 65 años de edad.
 

            Este consumo incluye todo tipo de drogas: marihuana, crack, cocaína, pasta de cocaína, inhalables, alucinógenos, heroína y estimulantes tipo anfetamínico, opiáceos, sedantes, tranquilizantes, anfetaminas, barbitúricos, etc.

De acuerdo con la misma encuesta, entre 2011 y 2016, el consumo de la marihuana se incrementó en un 43.3% y la cocaína en un 6%.

Los consumidores también aumentaron en el mismo período de 5 años. En 2016, habían 8.5 millones de personas consumidoras de drogas ilícitas, de los cuales 6.5 millones son hombres, un 25% más que en 2011, y 2 millones de mujeres, poco más del doble (105%) que al principio del período de referencia.

El mismo informe pide acciones con celeridad, inmediatas y con gran atención a la población afectada.

En tanto el llamado combate al narcotráfico se incrementa, se recrudece, altera las posiciones de los cárteles y mancha de rojo a todo el país.

 
El consumo de drogas ilícitas aumentó en México un 32%, entre 2011 y 2016, el de la marihuana se incrementó en un 43.3%
y la cocaína en un 6%.

¿Visión o miopía?

Y ante este panorama el próximo gobierno federal se pone de lado de la legalización de las drogas. Quizá el presidente electo, Andrés Manuel López Obrador, haya mirado a algunos países en los que medidas similares han casi resuelto el problema, como Islandia o Portugal, los cuales al cabo de más de década y media de estar con la aplicación de novedosas legislaciones y políticas públicas coherentes, han visto desplomarse los porcentajes de consumidores de droga.
 
 

Islandia
En Islandia, en 1998 el porcentaje de jóvenes de 15 y 16 años que se emborrachaban al mes era de 42%. En 2016 llegó a solo el 5%. El consumo de las drogas ilícitas tuvo un desplome muy similar, con la mariguana pasando del 17 al 7% y los fumadores pasaron del 23 al 3%. De acuerdo a estadísticas oficiales y de las comunidades sociales.

            Hace 20 años, los adolescentes eran de los más bebedores de Europa. Los fines de semana no se podía caminar por el centro de Reikiavik, capital islandesa, ante decenas de jóvenes ingiriendo bebidas embriagantes a la vista de todos, no era seguro, de acuerdo con testimonios de residentes y de turistas.

Ahora, gracias a las políticas públicas los muchachos, hombres y mujeres, en lugar de reunirse a beber o a drogarse asisten a gimnasios, a actividades culturales o pasan el tiempo con sus papás.
 
Portugal
Mientras en Islandia las políticas públicas canalizaron las energías juveniles al deporte, a la cultura y a la convivencia familiar, Portugal no legalizó las drogas, pero sí las despenalizó, a los consumidores sorprendidos “in fraganti” dejaron de encarcelarlos y comenzaron a llevarlos a una especie de tribunal integrado por un médico, un psicólogo y un abogado. Estos se entrevistan con el acusado y, por lo general, le imponen una multa y le recetan un tratamiento para combatir su adicción.

Eso comenzó en 2000 y las tasas de incidencia con drogas se redujeron drásticamente. Las muertes por sobredosis ahora solo son de 3 por cada millón, lo que los sitúa en el penúltimo lugar de Europa, luego de que por años ocupara el primer lugar en este renglón.
 

El éxito contra las adicciones se logra al atacar el meollo del problema, esa laxitud característica de las relaciones en las sociedades modernas y posmodernas,
esa libertad y autonomía individual por encima de cualquier circunstancia personal, social o ideológica que, por lo general, lleva a la soledad y 
a la sensación de incertidumbre sobre el sentido
y fin de la vida misma.

México es otro mundo
Pero México no es ninguno de esos dos países. Ni en lo físico ni en lo cultural. México con poco más de 120 millones de personas y decenas de conglomerados con culturas muy diferentes unas a otras, con casi dos millones de km2 y la mitad de su población en la miseria, dista mucho de, por ejemplo, Islandia. Este país nórdico tiene una población de solo 330,610 habitantes (2015) en una superficie de 103,125 km², solo un poco menos que la Península de Yucatán con 125,000 km². Y, además, un solo lazo cultural. Pero Islandia no cambió sus políticas públicas como resultado de una encuesta general, sino después de intensos estudios, encuestas a los consumidores y análisis de expertos científicos que indicaron el camino a seguir.

Gudberg K. Jonsson, investigador del Laboratorio de Comportamiento Humano de la Universidad de Islandia, es uno de los grandes expertos que más ha ahondado en este exitoso proyecto.

Además, Islandia tiene un ingreso “per cápita” mensual de $115,724.00. En contraste con México que tiene a más de 50 millones de personas por debajo de la línea de miseria.
 

Lazos sociales debilitados
Islandia tuvo éxito en atajar las adicciones porque trabajó justo en el meollo del problema: esa laxitud característica de las relaciones en las sociedades modernas y posmodernas, esa libertad y autonomía individual por encima de cualquier circunstancia individual, social o ideológica que, por lo general, lleva a la soledad y a la sensación de incertidumbre sobre el sentido y fin de la vida misma. Y los jóvenes son carne fresca en este panorama social y personal.

            Por eso, revigorizar los vínculos familiares fue una de las maneras con la cual Islandia encontró el camino para rescatar a sus juventudes. Y tuvo el apoyo y pleno respaldo de los padres de familia para organizar comidas, sobremesas y compartir actividades deportivas y espectáculos.

Algo similar ocurrió en Portugal.

            En México, ¿podrá darse una situación similar?

La situación mexicana
Lo que en México ha ocurrido es un desesperado intento de acabar con un fenómeno personal, social y circunstancial a base de cañonazos contra quienes se aprovechan de estas características del problema de las adicciones. De seguir en esta dirección, nunca habrá resultados beneficiosos para el país.

            Una encuesta para decidir el camino a seguir, tampoco parece ser aconsejable, cuando en el país hay más de 50 millones de personas cuya principal prioridad es qué comer hoy y esto habla de un nivel educativo muy, pero muy bajo y sin calidad para opinar qué hacer con el problema de las drogas.

 
Quizá el camino más racional, en el caso de México, es sentar a la mesa a académicos y a científicos expertos en este tema y ponerlos a trabajar para encontrar una fórmula apropiada a las muy peculiares características del país, para iniciar el combate frontal a la drogadicción. Así como un acucioso programa de inteligencia policíaca, judicial y militar para desenmascarar a los altos mandos nacionales, en todos los niveles, que hacen posible el trabajo eficaz de los cárteles de la droga.

México entero espera resultados.