Leonardo Padura, el autor cubano más vendido en
el mundo.
Leonardo Padura, creador del célebre detective Mario
Conde, para muchos es el escritor cubano vivo más importante, el más vendido.
Sus libros son un suceso nacional. Y sigue viviendo en Cuba, a pesar de ser un
crítico del gobierno de la isla. De hecho, sigue en la misma casa donde nació
en 1955 -tres años antes del triunfo de la Revolución Cubana- en Mantilla, un
barrio habanero.
El escritor y periodista, autor entre otras de
la serie de novelas policiales protagonizadas por el detective Mario Conde y de
la aplaudida “El hombre que amaba a los perros”, estuvo en Europa donde habló
con periodistas y en donde se originó este escrito.
Hijo de padre masón y madre católica, Padura
dice que ambas enseñanzas fueron muy importantes para él. “Con ellas aprendí
algunos de los principios éticos que me han guiado en mi vida”.
¿Cómo
la revolución afectó a su familia?
La afectó de muchas formas. Mi padre era propietario
de un pequeño comercio que pudo vender en 1959. De esa posición, de una
pequeñísima burguesía media, pasamos a ser absolutamente proletarios. Mi padre
siguió siendo masón y eso era algo no bien visto, igual que la religión. Y
marcó a mi familia sobre todo con el drama del exilio. La rama paterna comenzó
rápidamente a emigrar de Cuba, pero mi padre decidió permanecer y a mí, que
estaba haciendo mi carrera universitaria por allá en los años 70, me pareció lo
más normal del mundo seguir viviendo y trabajando en Cuba, sin que eso
significara -para nada- un trauma.
¿Y
cómo se hizo escritor?
Cuando estábamos estudiando en la universidad se
vivía una época de gran represión cultural en Cuba. Estudiaba Literatura en la Universidad de La Habana.
Comencé a escribir pequeños cuentos, con un espíritu muy de competencia. Había
otros compañeros que escribían y yo decidí que si ellos escribían, por qué no
iba yo a escribir. De esa manera me fui enganchando. Escribí crítica literaria
en algunas revistas, después empecé a trabajar en una publicación cultural que
llegó a ser muy importante en su momento: El Caimán Barbudo. De ahí empecé a
escribir de una manera más consciente de mi trabajo literario, aunque no de
manera profesional. Y fue una época muy intensa, que recuerdo además con mucho
agrado porque fue una época de grandes descubrimientos para mí, que me
prepararon para escribir. Pero, ese tiempo en que estudiaba en los años 70, fue
probablemente la época más difícil para los escritores cubanos, para los
artistas en general.
¿Cómo
experimentó eso siendo estudiante?
Ya había nombres que no se mencionaban,
definitivamente, no solo de escritores que ya se habían ido de Cuba, como
Guillermo Cabrera Infante, por ejemplo, sino de escritores que vivían en Cuba y
de los cuales no se hablaba, como (José) Lezama Lima o Virgilio Piñera. Pero no
teníamos total conciencia de lo que estaba pasando. Sí sabíamos que era una
época difícil para nosotros como estudiantes. Estábamos prácticamente -siempre-
bajo vigilancia revolucionaria. Hubo compañeros nuestros que, por ser
religiosos u homosexuales, tuvieron problemas. Algunos, incluso, fueron
expulsados de la universidad.
¿Cómo
influyó su experiencia como periodista en su carrera de escritor?
Me ayudó muchísimo. Yo creo que los seis años que
estuve en Juventud Rebelde marcan la distancia entre un escritor que había
escrito un libro de cuentos y una novela, un escritor muy aprendiz, a un
escritor mucho más dotado de instrumentos profesionales de escritura, el que ya
escribe Pasado Perfecto, la primera de la serie de mi personaje: Mario Conde.
¿Puede
hablar un poco de esta serie y qué lo inspiró a escribir sobre Mario Conde?
¿Quién es él? ¿Por qué juega un rol tan importante en su literatura?
A finales de 1989, principios de 1990, empiezo a
escribir una novela policíaca. Y este policía investigador tiene un carácter
peculiar, en el sentido de que es poco ortodoxo en sus métodos de
investigación. Es un hombre que tiene una serie de conflictos existenciales con
respecto a la realidad en la que vive, es un hombre muy representativo de mi
generación. Yo concebí este personaje para esa novela y un año después de
terminada me dije “creo que este personaje sigue vivo” y voy a utilizarlo en
cuatro novelas. Después he escrito varios libros en los que no aparece el personaje
de Mario Conde y otros en los que sí aparece. Mario Conde es un personaje
sumamente popular en Cuba.
Ha
habido voces de la oposición cubana, como la bloguera Yoani Sánchez, quienes
han dicho que usted contó lo que pasaba en Cuba en los años 90, a través de
Mario Conde. ¿Eso es algo que decidió desde el principio o algo que ocurrió
mientras estaba escribiendo?
Si te dijera que fue un propósito concreto, te
mentiría. Lo que sí quise fue, a través de Mario Conde, presentar la realidad
que yo estaba viviendo. Y ese propósito me llevó a ver, desde una perspectiva
crítica, esa realidad: la corrupción, el oportunismo, el arribismo político, la
represión cultural. Pero sobre todo enjuicia mucho el papel que le ha tocado a
mi generación en Cuba, una generación que nunca tuvo la posibilidad de decidir
libremente cuál iba a ser su destino, sino que fue utilizada sucesivamente por
distintas instancias de poder para hacer lo que ellos consideraban era lo mejor
para el país y lo mejor para nosotros, sin preguntarle nunca ni al país ni a
nosotros si realmente eso nos parecía lo mejor.Creo que hacer política desde la literatura es un error. La literatura tiene sus propias reglas, igual que la política. Lo que ocurre es que en una sociedad como la cubana, con cualquier decisión, cualquier ejemplo, cualquier actitud de la cual tú hables, estás tocando un tema de carácter político. Hay escritores que se aprovechan o se exceden en el uso de la política a la hora de hablar de Cuba, pero a veces es más efectivo cuando tú presentas una realidad determinada y le das un espacio al lector. Yo creo que los recursos artísticos pueden ayudar muchísimo al escritor a la hora de hablar de sociedades que son más o menos cerradas, sociedades en las que no existe una completa libertad de expresión. En la novela “El hombre que amaba a los perros” se habla de Trotsky y de Ramón Mercader, el hombre que lo mató y del tiempo que vivió en Cuba. Pero también es una novela sobre el estalinismo y la Cuba contemporánea.
¿Cómo
fue recibida la novela en Cuba, sobre todo tomando en cuenta que gente que aún
hoy está en el poder apoyó al estalinismo cuando era joven?
Es cierto, en Cuba se practicó una política similar
a la de la Unión Soviética, no solamente con respecto a Stalin sino respecto a
Trotsky. Se celebraba la figura de uno y se hacía desaparecer la figura del
otro. Incluso todavía no ha habido una rectificación pública, concreta,
profunda, con respecto a lo que ha significado o lo que significó o sigue
significando el estalinismo para la política y la vida cubana de estos 50 años.
La
novela tuvo una tremenda recepción internacional.
He llegado a saber, por ejemplo, que una persona
como Dilma Rousseff, la presidenta de Brasil, leía la novela durante su campaña
presidencial, y que le había gustado mucho. Que a Cristina Fernández de
Kirchner le gustó y quiere comunicarse conmigo. Me dijeron incluso que a Hugo
Chávez le había gustado mucho. Pero en Cuba no sé qué habrán pensado
determinadas esferas de poder. Lo que sí te puedo decir es que los lectores
acogieron con mucho entusiasmo el libro.
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El “feminismo ideológico”, paso a la
deconstrucción de la persona”-
Obispo de Alcalá de
Henares (España).
Reig
Plà apuntó además: el “feminismo radical” es más conocido por “sus pretensiones
políticas y por los movimientos que promueven el aborto”, ante lo cual “el
Magisterio de la Iglesia ha dado las claves para dar respuestas verdaderas y
positivas”.
El
obispo de Alcalá de Henares, monseñor Juan Antonio Reig Plà, arremetió contra
el “feminismo ideológico” que ve como “un paso en el proceso de destrucción de
la propia persona”. De hecho, dijo, los argumentos que sustentan el pensamiento
feminista, en sucesivas evoluciones, “han propiciado la ideología de género y
las teorías Queer y Cyborg".
Evolución
negativa
Para Reig Plà, la obra del profesor Hauke, viene a
ocupar “un vacío que existía en la producción en lengua hispana sobre la
repercusión del feminismo en la teología católica y en la vida eclesial”. Según
indicó el Obispo, “el feminismo ha ganado terreno en el campo de la opinión y
de la cultura” de forma que “lo que en un primer momento se presentaba como
‘feminismo sufragista’, que reclamaba el derecho al voto de las mujeres o la
igualdad de derechos entre el varón y la mujer, ha evolucionado bajo el influjo
de varias ideologías”.
Así,
ha precisado que del “feminismo de la igualdad” y del “feminismo de cuota”, que
reclama al menos la mitad de los cargos de responsabilidad para las mujeres, se
ha pasado “a la pretensión del empoderamiento de la mujer, al feminismo radical
o al feminismo ginocéntrico”.
Atendiendo
al ámbito cultural español y de otros muchos países, Reig Plà señaló que el
“feminismo radical” es más conocido por “sus pretensiones políticas y por sus
vinculaciones con los movimientos que promueven el aborto, el ataque al
matrimonio monógamo e indisoluble y a la maternidad”.
Sin
embargo, ha admitido que su capacidad de penetración en los “mass media”
representa “todo un reto” para el pensamiento cristiano.
Respuesta
de la Iglesia católica
La propuesta de la Iglesia: “La teología de la mujer”.
Mientras, según explicó, la propuesta de la Iglesia es “una teología de la
mujer” y, citó la Evangelium Vitae de Juan Pablo II, remarcó que el Magisterio
de la Iglesia ha dado las claves para dar respuestas “verdaderas y buenas”,
instando a las mujeres a ser “promotoras de un nuevo feminismo que, sin caer en
la tentación de seguir modelos machistas, sepa reconocer y expresar el
verdadero espíritu femenino”.
En
cualquier caso, el obispo de Alcalá ha apuntado que la Iglesia también tiene
una palabra para las personas que defienden los postulados del feminismo
radical. “A ellas se les debe, desde la verdad, respeto y amor. Hay que
proponerles, con caridad, la verdad y orar por ellas”, subrayó.
El
“feminismo radical” ataca el matrimonio monógamo e indisoluble, y a la
maternidad.
(EL PUENTE y agencias)
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