jueves, 22 de noviembre de 2018


La trama rusa.

Objetivo de Putin: que los
nacionales pierdan la confianza
en sus instituciones democráticas.

 
El periodista español Ignacio Zafra entrevista al periodista de investigación ruso y experto en servicios de seguridad de su país, Andrei Alekseyevich Soldatov, sobre las campañas rusas de desinformación,  durante el “Internet Freedom Festival”, efectuado en Valencia (España).


Andrei Alekseyevich Soldatov
 “El presidente ruso, Vladímir Putin, se ha marcado como objetivo que los europeos pierdan la confianza en sus instituciones democráticas”, según afirma el periodista Andrei Soldatov, especializado en los servicios de seguridad rusos y en las campañas de desinformación patrocinadas por el Kremlin, para así sembrar la discordia en Occidente mediante el uso de ejércitos de bots, granjas de trolls y noticias falsas.

Soldatov, de 42 años, director del medio de comunicación ruso Agentura y autor de varios libros, afirma que la estrategia de desinformación fue empleada por Vladímir Putin inicialmente en su propio país y tuvo en Ucrania su primer gran éxito internacional coincidiendo con la guerra que acabó con la anexión de Crimea, en 2014. A partir de entonces, Moscú extendió su actividad hacia el Oeste.

Soldatov atribuye el inicio de la manipulación rusa, a escala internacional, a la concepción que Putin tiene de su país como una “fortaleza sitiada por Occidente”.

En acción
Las interferencias en el referéndum del Brexit, las pasadas elecciones presidenciales en Estados Unidos y la crisis secesionista en Cataluña se cuentan entre estas operaciones. “La finalidad de las campañas no es convencerte de algo, por ejemplo de que Cataluña debe ser independiente. Su verdadero objetivo es confundir a todo el mundo y hacer que desconfíes de las instituciones democráticas. Así que pueden difundir toda clase de historias completamente descabelladas, porque la meta no es que la gente se las crea, sino que todo el mundo acabe confundido”, afirma Soldatov.

La mecánica de intoxicación dio frutos en primer lugar en Rusia. “Hoy en mi país nadie confía en el Parlamento, ni en los dirigentes de la oposición política, ni en los periodistas. Y facilita a Putin ejercer el control, porque cuando tienes una sociedad tan confundida a la población solo le queda el líder fuerte, sin nada en medio”.

A diferencia de los conferenciantes de China e Irán, quienes también han denunciado en Valencia cómo las autoridades de sus países limitan gravemente la libertad en Internet, Soldatov sigue viviendo en su país.

“Ser periodista en Rusia es bastante arriesgado, pero creo que todavía podemos hacer muchas cosas. Por ejemplo, los mejores reportajes que se han escrito últimamente sobre las fábricas de trolls utilizadas para interferir en Occidente los han hecho periodistas rusos que trabajan en Rusia. No solo yo, sino muchos periodistas que hacen su trabajo”. 
 


 
Eficiencia
Soldatov afirma que esta industria de noticias falsas, por cuya intervención en las elecciones estadounidenses ganadas por Donald Trump ahora la Fiscalía de Estados Unidos acusa a 16 ciudadanos y empresas de Rusia, surgió hace años como consecuencia de la decisión del Kremlin de “externalizar las operaciones sensibles en Internet”. No forma parte de las agencias de inteligencia y seguridad, ni del Ejército, lo que permite al Ejecutivo ruso negar su responsabilidad directa en la actividad. Pero están dirigidas por personas muy cercanas al Kremlin, con abundante financiación y centenares de empleados, organizados en departamentos dirigidos a diversas audiencias del mundo, señala el periodista.

También han aprendido de sus errores. “Cuando las granjas de trolls empezaron su actividad, hacia 2014, no tenían mucho éxito. Empleaban a personas sin buen nivel de idiomas y cometían errores de bulto, lo que hacía difícil la exportación. Con el tiempo han mejorado mucho”.

Intimidación y miedo
Soldatov resalta que las primeras víctimas digitales del presidente fueron sus propios ciudadanos y la en su día floreciente industria de Internet rusa. “Prácticamente ningún otro país del mundo fue capaz de generar empresas que compitieran en sus mercados con compañías como Google y Facebook, pero Yandex y VKontakte, respectivamente, lo lograron”.

El periodista afirma que Putin ha ido doblando la mano a las compañías tecnológicas mediante una política basada en “el miedo y la intimidación” y “una legislación muy represiva que pone a todas las empresas en una situación de inseguridad”.

Cuando el Kremlin encuentra resistencia adopta medidas drásticas: Soldatov menciona el caso de Pavel Durov, fundador de la red social VKontakte, “forzado a abandonar su compañía y el país”.
 
En la mira
Las grandes compañías estadounidenses como Google, Facebook y Twitter también están en el punto de mira del presidente ruso, mantiene el periodista.

 
“De momento se han negado a trasladar sus servidores a Rusia, lo cual es bueno, porque significa que los servicios de seguridad rusos no tienen acceso a ellos. A veces transigen y quitan algún post o algún vídeo a petición del gobierno ruso, pero están intentando aguantar la presión”.

Peor perspectiva tiene por delante Telegram, conminada a entregar sus claves de encriptación al Servicio Federal de Seguridad, el FSB, heredero de la KGB (policía secreta de la ex URSS). Telegram, la aplicación de mensajería más utilizada en Rusia, fundada también por Pavel Durov y su hermano, de momento se niega y defiende su postura en los tribunales. 

 
  

No hay comentarios.:

Publicar un comentario