“Realidad del cambio climático: sí tiene
solución”- Veerabhadran Ramanathan.
Veerabhadran Ramanathan (Madurai, India, 1944)
Climatólogo indio y profesor
de Ciencias Climáticas y Atmosféricas de la Scripps Institution of Oceanography-
Universidad de California. Profesor en la Universidad TERI, Delhi, India.
El Dr. Ramanathan descubrió en
1975 el efecto invernadero de los halocarbonos, en particular los clorofluorocarbonos (CFC) derivados de los hidrocarburos saturados,
obtenidos mediante la sustitución de átomos de hidrógeno por átomos de flúor y/o cloro principalmente. Son una familia de gases que se emplean
en diversas aplicaciones, principalmente en la industria de la refrigeración y de propelentes
de aerosoles. Están también presentes en aislantes térmicos. Los CFC tienen una
gran persistencia en la atmósfera, de 50 a 100 años. Y, junto con R. Madden, predijo en
1980 que el calentamiento global podría ser detectado en 2000. En España acaba de recibir el
Premio BBVA: “Fronteras del Conocimiento, en Cambio Climático”.
El premio se le otorga por descubrir que “hay otros gases y contaminantes, además del CO2,
afectados por la actividad humana con un enorme poder para alterar el clima de
la Tierra, y sobre los que se puede actuar ya para ayudar a combatir el
calentamiento global. En 1985, dirigió la primera evaluación internacional / PNUMA-NASA / OMM sobre los efectos climáticos de los “no-CO2”, gases también de efecto invernadero, y llegaron a la conclusión de que son tan importantes como el CO2 para el cambio climático global. Formó parte de un equipo de 4 personas que desarrolló la primera versión del modelo climático en una comunidad de Estados Unidos, en la década de 1980. En 1989 dirigió un estudio de la NASA, con instrumentos de radiación satelital, para descubrir el gran efecto de enfriamiento global por parte de las nubes. Al frente de un experimento de campo, internacional, en la década de 1990 con Paul Crutzen, descubrió los efectos devastadores para la salud y el cambio climático de las generalizadas nubes atmosféricas marrones sobre el Sudeste Asiático.
Su más reciente hallazgo es que con
la disminución de los contaminantes climáticos de vida corta (negro de carbono,
metano, ozono y los CFC) se disminuirá significativamente el calentamiento
global durante este siglo. Esta propuesta ha sido adoptada por las Naciones
Unidas y 30 países, incluyendo EE.UU. Ahora lidera el Proyecto de Surya, para
eliminar emisiones de calentamiento climático a partir de la cocción de biomasa
sólida en el Sudeste Asiático y Kenia, en donde documenta los efectos en la
salud pública y el medio ambiente.
Trabaja en equipo con California Air Resources Board y R. K Pachauri, y ha
iniciado un proyecto patrocinado por el Banco Mundial para reducir las
emisiones de hollín del sector transporte en la India.
¿Cuáles son esos otros gases y partículas y qué resultados tendría
actuar sobre ellos?
De los contaminantes que contribuyen al
calentamiento, el 50% proviene del CO2 y el resto de otros, los
gases “traza”, derivados de la quema de combustibles fósiles y de otros
procesos industriales. Cuando en 1975 publiqué el efecto de estos otros
contaminantes, provocó una gran sorpresa. Demostré que una tonelada de
clorofluorocarbonos (CFC) equivalía a 10,000 toneladas de CO2. Esta
es la mala noticia. La buena es que sabemos cómo recortar estos otros contaminantes.
Y, además, son contaminantes de corta vida. En el caso del hollín, está en el
aire como una semana, y 10-15 años en el caso de los gases “traza”. Si el mundo
entero dejara de emitir hollín o carbón negro, resultante de la combustión del diesel,
dentro de una semana el planeta empezaría a enfriarse.
¿Y qué supondría para el calentamiento del
planeta?
Reduciendo
las emisiones de metano en un 50%, de hollín en un 90% y dejando de usar del
todo los CFC, en 2030 habremos reducido a la mitad el calentamiento previsto
para los próximos 35 años. Reducir las emisiones de estos contaminantes de vida
corta, tendrá un impacto inmediato y puede ralentizar enormemente el
calentamiento global de aquí a unas décadas. Esto nos daría un tiempo que
necesitamos desesperadamente para cambiar radicalmente nuestra dieta
energética.
Entonces, ¿actuar contra estos gases daría
una oportunidad para actuar contra el CO2?
Sí, y si no
lo hacemos en 30 años el calentamiento será enorme, de 2º C sobre el nivel
preindustrial, lo cual traerá como consecuencia grandes sequías, inundaciones,
destrucción de los humedales a lo largo de la costa..., etc. Puedo ver cien
millones de refugiados, si eso ocurre. Ya sabemos lo que pasa en Europa con
solo un millón de ellos. Por eso necesitamos retardar el calentamiento de
inmediato y se puede lograrse si actuamos sobre esos contaminantes de corta
vida. Digamos que tenemos dos palancas: una es la de los contaminantes de corta
vida y la otra es la del CO2. Además, reduciendo los contaminantes
de corta vida reducimos también la contaminación del aire. Muchas ciudades tienen
problemas con la contaminación por el diesel. Y es que una tonelada de diesel
es igual a 2,000 toneladas de CO2. Lo curioso es
que muchos de esos lugares tienen la tecnología para hacerlo.
El ejemplo está en California. Ha reducido su contaminación de hollín en un
90%.
¿Y cómo lo ha hecho?
Con dos
cosas muy sencillas. La primera, un filtro electrónico incorporado a la mayoría
de los coches nuevos fabricados en Alemania y en California. La segunda, tenemos
que eliminar el azufre del diesel. Y en el caso de los CFC utilizados para la
refrigeración, 4,000 veces más potentes que el CO2, ya tenemos
refrigeradores sin esos gases. La gran tragedia del cambio climático y de la
contaminación del aire es que existen las soluciones para ponerles fin, pero
hay un mito creado por la industria de que estos cambios resultarían muy caros.
Nos dicen que la gente va a perder sus puestos de trabajo, que la economía se caerá...
La realidad es que por cada dólar que California ha dedicado a la limpieza del
aire, ha obtenido beneficios de 30 dólares. Es un problema que podemos resolver
y, en vez de hacerlo, estamos arriesgando la vida de nuestros hijos.El cambio climático es una cuestión moral, ética, porque afecta de lleno a los más pobres y a las generaciones que aún no han nacido.
Usted asesora al papa Francisco. ¿En qué circunstancias lo hace?
Personalmente no puedo decir que estoy cercano al Papa, aunque sí soy miembro de la Academia Pontificia de las Ciencias y él recibe nuestros informes. Dos veces al año tenemos reuniones científicas e informamos de ellas al Papa. Pero sí puedo decirle, que hace diez años, cumplidos los 60, veía que nos estábamos acercando al abismo y que no se estaba haciendo nada, pensé que mi vida había sido en balde, una pérdida de tiempo... Fue entonces cuando Juan Pablo II me invitó a formar parte de la Academia Pontificia de las Ciencias, y ahí me di cuenta del poder de la religión para luchar contra el cambio climático. El cambio climático es una cuestión moral, ética, porque afecta de lleno a los más pobres y porque afecta a las generaciones que aún no han nacido. En la encíclica “Laudato si” hay una frase que lo explica muy bien, es algo así como que “El llanto de la Tierra debe vincularse al grito de los pobres”.
¿Qué le dijo al papa Francisco y cuál fue su
reacción?
Yo organicé
una reunión en 2014 en el Vaticano con los científicos más importantes del
mundo. Me pidieron que informara al Papa sobre el asunto que íbamos a tratar.
Yo le dije cómo el cambio climático iba a impactar en los pobres. Y él me
preguntó, en español: ¿Qué podría hacer yo? Y le dije que en sus discursos hablara
sobre el cambio climático y pidiera a la gente que cuidara de la Creación. Si
hablamos de proteger la Creación en cada iglesia, cada mezquita, cada templo,
entonces estaremos actuando contra el cambio climático. Con el Acuerdo de París
tenemos la firma de todos los líderes políticos, pero ahora todos nosotros
tenemos que actuar.Bueno, sí, es una locura. La tremenda ola de calor en la India. El año último, España la sufrió también. California en llamas... En 10 o 15 años los cambios serán tan grandes, tan extremos, que sé que todo el mundo va a querer resolver el problema. Pero, quizá ya sea demasiado tarde. Tenemos que empezar, ya. Soy consciente de que estamos luchando contra la industria del petróleo y por eso creo que necesitamos un apoyo masivo, y ahí es donde las religiones pueden echar una mano. (EL PUENTE y agencias)
La industria dice que los cambios para controlar las emisiones de gases
en la atmósfera, resultarían muy caros, además que se perderían puestos
laborales y la economía colapsaría… La realidad es que por cada dólar que
California ha dedicado a la limpieza del aire, ha obtenido beneficios de 30
dólares. Es un problema que podemos resolver y, en vez de hacerlo, estamos
arriesgando la vida de nuestros hijos.
La Edición completa del Magazine El Puente, No. 32, en:
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