La trama rusa.
Objetivo de
Putin: que los
nacionales pierdan la confianza
en sus
instituciones democráticas.
Andrei Alekseyevich Soldatov |
Soldatov, de 42 años, director del medio de comunicación
ruso Agentura y autor de varios libros, afirma que la estrategia de
desinformación fue empleada por Vladímir Putin inicialmente en su propio país y
tuvo en Ucrania su primer gran éxito internacional coincidiendo con la guerra
que acabó con la anexión de Crimea, en 2014. A partir de entonces, Moscú
extendió su actividad hacia el Oeste.
Soldatov atribuye el inicio de la manipulación rusa, a
escala internacional, a la concepción que Putin tiene de su país como una “fortaleza
sitiada por Occidente”.
En acción
Las interferencias
en el referéndum del Brexit, las pasadas elecciones presidenciales en Estados
Unidos y la crisis secesionista en Cataluña se cuentan entre estas operaciones.
“La finalidad de las campañas no es convencerte de algo, por ejemplo de que
Cataluña debe ser independiente. Su verdadero objetivo es confundir a todo el
mundo y hacer que desconfíes de las instituciones democráticas. Así que pueden
difundir toda clase de historias completamente descabelladas, porque la meta no
es que la gente se las crea, sino que todo el mundo acabe confundido”, afirma
Soldatov.
La mecánica de intoxicación dio frutos en primer lugar en
Rusia. “Hoy en mi país nadie confía en el Parlamento, ni en los dirigentes de
la oposición política, ni en los periodistas. Y facilita a Putin ejercer el
control, porque cuando tienes una sociedad tan confundida a la población solo
le queda el líder fuerte, sin nada en medio”.
A diferencia de los conferenciantes de China e Irán,
quienes también han denunciado en Valencia cómo las autoridades de sus países
limitan gravemente la libertad en Internet, Soldatov sigue viviendo en su país.
“Ser periodista en
Rusia es bastante arriesgado, pero creo que todavía podemos hacer muchas cosas.
Por ejemplo, los mejores reportajes que se han escrito últimamente sobre las
fábricas de trolls utilizadas para interferir en Occidente los han hecho
periodistas rusos que trabajan en Rusia. No solo yo, sino muchos periodistas
que hacen su trabajo”.
Eficiencia
Soldatov afirma que
esta industria de noticias falsas, por cuya intervención en las elecciones
estadounidenses ganadas por Donald Trump ahora la Fiscalía de Estados Unidos
acusa a 16 ciudadanos y empresas de Rusia, surgió hace años como consecuencia
de la decisión del Kremlin de “externalizar las operaciones sensibles en
Internet”. No forma parte de las agencias de inteligencia y seguridad, ni del
Ejército, lo que permite al Ejecutivo ruso negar su responsabilidad directa en
la actividad. Pero están dirigidas por personas muy cercanas al Kremlin, con abundante
financiación y centenares de empleados, organizados en departamentos dirigidos
a diversas audiencias del mundo, señala el periodista.
También han aprendido de sus errores. “Cuando las granjas
de trolls empezaron su actividad, hacia 2014, no tenían mucho éxito. Empleaban
a personas sin buen nivel de idiomas y cometían errores de bulto, lo que hacía
difícil la exportación. Con el tiempo han mejorado mucho”.
Intimidación y miedo
Soldatov resalta
que las primeras víctimas digitales del presidente fueron sus propios
ciudadanos y la en su día floreciente industria de Internet rusa. “Prácticamente
ningún otro país del mundo fue capaz de generar empresas que compitieran en sus
mercados con compañías como Google y Facebook, pero Yandex y VKontakte, respectivamente,
lo lograron”.
El periodista afirma que Putin ha ido doblando la mano a
las compañías tecnológicas mediante una política basada en “el miedo y la
intimidación” y “una legislación muy represiva que pone a todas las empresas en
una situación de inseguridad”.
Cuando el Kremlin encuentra resistencia adopta medidas
drásticas: Soldatov menciona el caso de Pavel Durov, fundador de la red social
VKontakte, “forzado a abandonar su compañía y el país”.
Las grandes compañías estadounidenses como Google, Facebook y Twitter también están en el punto de mira del presidente ruso, mantiene el periodista.
“De momento se han negado a trasladar sus servidores a
Rusia, lo cual es bueno, porque significa que los servicios de seguridad rusos
no tienen acceso a ellos. A veces transigen y quitan algún post o algún vídeo a
petición del gobierno ruso, pero están intentando aguantar la presión”.
Peor perspectiva tiene por delante Telegram, conminada a
entregar sus claves de encriptación al Servicio Federal de Seguridad, el FSB,
heredero de la KGB (policía secreta de la ex URSS). Telegram, la aplicación de
mensajería más utilizada en Rusia, fundada también por Pavel Durov y su
hermano, de momento se niega y defiende su postura en los tribunales.