jueves, 16 de abril de 2015

Las organizaciones y su desempeño: de lo complicado a lo complejo


Hubo un tiempo en que la empresa mercantil era sinónimo de organización y la literatura de economía y administración se encargaba de promover como medidas de su desempeño -es decir, su contribución a la sociedad- las relativas al uso eficiente de sus recursos principales: capital y trabajo. La primera es conocida común

mente como rentabilidad y la segunda como productividad. Un uso eficiente de los recursos se traducía en ganancias para los propietarios de la empresa y una confirmación del talento de sus directivos.

Con el paso del tiempo los grandes pensadores de las empresas mercantiles y su gestión, Peter Drucker (Management: tasks, responsabilities, practices. Harper and Row, USA, 1973) y Archie Carroll (Business & Society, ethics and stakeholder management. South-Western Pub.USA, 1996), entre otros, insistieron en que “los criterios de eficiencia no eran suficientes como medida del desempeño”. La razón de ser de la empresa mercantil -argumentaban- tenía que ver con la sociedad y no únicamente con los intereses de sus propie-tarios, por ello las empresas debían declarar una Misión y su desempeño tendría que ser juzgado con relación a su cumplimiento, y así nació la eficacia o medida en que la empresa mercantil, realiza sus propósitos declarados: expansión, servicio, exportación, innovación, etc. y así la eficiencia pasó a ser un medio, más que un fin, en sí misma.

Empresa eficaz y eficiente
Así, al menos en la literatura, la dirección de las empresas mercantiles se convirtió en un asunto complicado: ser eficaz y eficiente ya no era un asunto sencillo, no siempre los criterios iban en el mismo sentido. Pronto el asunto pasó de complicado a complejo, cuando se agregaron otras medidas de desempeño, como la competitividad y la susten-tabilidad, tanto ambiental como social. La primera consiste en la capacidad de la empresa de competir y permanecer en mercados abiertos y la segunda implica lograr una re-lación positiva con el ambiente natural y social. En nuestro tiempo, dirigir de manera inteligente y responsable una empresa mercantil, amerita lograr avances en los cuatro indicadores de desempeño: eficiencia, eficacia, compe-titividad y sustentabilidad. Así, arte, política y técnica son temas que un buen directivo debe saber manejar y la redundancia de recursos resulta más importante que la optimización de los mismos.

Si bien el manejo responsable de la empresa mercantil se ha vuelto complejo por los criterios en juego, debe te-nerse cuidado de no generalizar sus medidas de desempeño a otras organizaciones, por ejemplo, para los hospitales, sobre todo el público, no tiene importancia la competitividad, pero sí la seguridad del paciente (criterio de eficacia) y la eficiencia es un imperativo en la medida que permite un mayor alcance de sus servicios. La universidad privada por su parte, tiene una triple línea de flotación: lo académico, lo doctrinario y lo económico, esto último se mide por un criterio de eficiencia y cobra validez cuando su holgura permite que se cumplan las metas académicas y doctrinarias, sean religiosas o ideológicas, por ello el interés de una universidad privada en la competitividad, se justifica en la medida que le impacte en sus tarifas y, por ende, en lo económico.

Hoy que la empresa no es sinónimo de organización, debe tenerse cuidado, sobre todo en la formación de directivos, de destacar las medidas del desempeño pertinentes a la diversidad de organizaciones que existen, las cuales evidentemente están en función a su propiedad, sea privada, pública o social, y a las responsabilidades adicionales que se le han asignado.

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