martes, 17 de diciembre de 2013


Andrés Beltramo
Periodista



Imprimir el estilo cercano del Papa Francisco a los futuros sacerdotes es la principal motivación del arzobispo mexicano Jorge Carlos Patrón Wong, quien acaba de asumir las riendas de la Secretaría para los Seminarios apenas creada en la Congregación para el Clero de la Santa Sede. En entrevista con el Vatican Insider el arzobispo mexicano explicó los detalles de su misión:

Apenas el 28 de noviembre inició su servicio como secretario de los seminarios. ¿Demasiado trabajo?
- Es una tarea apasionante, verdaderamente universal y que toca el corazón de la renovación de la Iglesia en el mundo. Sobre todo porque es constructiva, lo que se está construyendo es una respuesta de la Iglesia a las nuevas generaciones. El seminario toca todas las realidades, porque la presencia de los sacerdotes católicos debe tocar todas las realidades humanas. Es apasionante, porque no hay tema actual que de manera directa o indirecta no tenga que ver con la formación de los futuros sacerdotes.

En este tema, la Iglesia afronta desafíos como la falta de credibilidad por los abusos o la carencia de vocaciones. ¿Cómo afrontar estos desafíos urgentes?
- Cualquier crisis provoca un análisis y una respuesta nueva. La situación actual, que es retadora, permite a la Iglesia hacer un análisis, una reflexión y un discernimiento más evangélico para dar respuesta. Todas las cuestiones críticas que se han dado están generando novedad, pero no una novedad que signifique un invento, sino que toca los orígenes de la misión y la vocación de la Iglesia. Hoy cualquier formación cristiana y sobre todo si es sacerdotal, debe tocar el corazón de Dios y el corazón del hombre.

¿Por qué lo eligió el Papa para este puesto?
- Esta no es una distinción a una persona sino el aporte de una Iglesia, la latinoamericana, a la Iglesia universal. Se debe reconocer que en México y Latinoamérica la vivencia vocacional cristiana tiene características de mucha vitalidad y experiencia. Somos una Iglesia de 500 años de desarrollo, ni acaba de nacer ni está envejecida, está madura para dar frutos. Lo que el Papa Juan Pablo II consideró como el “Continente de la esperanza futura”, ahora es una esperanza presente. América Latina está en su momento, si hoy hiciéramos un análisis llegaríamos a la conclusión que no existe espacio mayor, donde nuestra región pueda dar una contribución al mundo y a la humanidad, que la Iglesia.

Usted llegó con los “vientos de cambio” traídos por Francisco. ¿Le pesa?
- Hay una corriente de renovación que viene de dentro y de fuera, uno puede encontrar en la Iglesia de todo el mundo un deseo de la gente, de los jóvenes, de sacerdotes, obispos y hasta del Papa. Ya Benedicto XVI, junto a la verdad sobre una serie de crisis, hizo surgir la verdad de un anhelo de renovación. Existe una unión y una sinergia, nos sentimos una parte pequeña de un movimiento mucho más grande que abarca todos los campos de la Iglesia.

¿Se identifica con el estilo del Papa?
Sí, existe una identificación. Cuando veo y leo al Papa Francisco encuentro aquello que aprendí en el seminario y que el pueblo de Dios me enseñó como sacerdote. Pueden cambiar los hechos y las situaciones pero relación entre Dios, la persona y el pueblo no cambia. Muchísimos sacerdotes, seminaristas y obispos estamos en la misma sintonía. Nosotros como personas aprendemos de Dios y de nuestro pueblo, estando ahí en el centro.

¿La idea es imprimir este estilo en los seminarios?
- La idea se resume en una frase: cerca de Dios y cerca de la gente. Cercanía. Esa cercanía doble hace que un sacerdote ofrezca un aporte nuevo al mundo. Porque un hombre cercano a Dios y cercano a la gente es una revolución. Desde ahí tenemos que entusiasmar a los jóvenes seminaristas y a los formadores, para que en los seminarios tenga lugar una “revolución copernicana", espiritual, humana, profunda, pero está a nuestro alcance. Eso va a dar mucha autenticidad a la persona y a la vocación.
                Todo aquello que no es auténtico del sacerdocio, que produce escándalo, surge porque nos alejamos de Dios, de la gente o de ambas cosas. Entonces ya no hay nada que decir. En cambio, el sacerdocio actual tiene mucho que decir. El Papa usa un lenguaje comprensible para todos. Es una novedad que debemos imprimir en los seminarios, los futuros sacerdotes católicos son para estar en el mundo, para que lidien con la diversidad religiosa y de visiones culturales. La identidad debe estar marcada por una claridad diáfana, transparente, sencilla y al mismo tiempo profunda. Esa es la parte fascinante de formar sacerdotes hoy.

¿A eso dedicará sus fuerzas, entonces?
- Todo lo que promoveremos desde esta Secretaría de Seminarios es para construir, para hacer crecer, para inspirar, para alentar, es una matriz de esperanza. El mundo, de múltiples maneras, diariamente nos quiere alejar de Dios y de la gente. Si uno no tiene claro esto, no va a tener la conciencia que debe, todos los días, hacer el esfuerzo de acercarse a Dios y a los hombres. Los seminarios deben ser espacios de esperanza, de fe, de confianza y de amor. Deben ofrecer hombres de Dios para el mundo. De allí no debería salir nada negativo, todo positivo. Pero positivo no quiere decir perfecto, podemos nosotros tener imperfecciones humanas, pero las actitudes, los deseos, el movimiento es para ser mejores.








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