viernes, 27 de diciembre de 2013

Reflexiones de un padre en tiempos de Navidad


Escrito enviado por nuestro colaborador Bernardo Caamal Itzá.

Wilmer Manuel Monforte Marfil, un padre dedicado desde temprana edad al campo, a pesar de la sequía y la falta de apoyos, pero sí apostando con fe por inculcar el amor por el trabajo a la tierra que lo vio nacer. Actualmente es Secretario de la Fundación Produce Yucatán, A.C.

Hoy tengo la fortuna de verlos dormir, ya tan grandes. Ahora cada uno ha escogido su camino. Cuando eran niños, los tomaba entre mis brazos y tengo recuerdos muy vivos de cada uno de ellos en esa etapa infantil.

Memo con sus sueños de futbolista queriendo ser algún día como Jorge Campos, portero de los colores del Necaxa y de la Selección Mexicana. Con él practicaba yo poniéndole balones por todos los ángulos y de esa forma compartía sus sueños. Aunque su dedicación y amor por el futbol no lo llevó al Necaxa ni a la Selección Mexicana, hoy es el delantero titular del equipo de sus amores: Sucilá FC. Ha logrado varios campeonatos de goleo en la liga de segunda fuerza, en la que participa. Ya es todo un profesional y nos ayuda en la administración de nuestra pequeña empresa y, lo mejor, es padre de una hermosa niña con casi un mes de nacida, la adoración de todos los miembros de la casa. Él junto con Leidi, están iniciando su propio camino matrimonial.

A Manolo lo veo ya convertido en médico veterinario. Cuando era niño, se pasaba horas y horas construyendo puentes y refugios para que sus hormigas no se ahogaran y pudieran protegerse… Recuerdo aún ese día adoptando cuanta tortuga pasara en su camino y llenándonos la casa de roedores y otros animales que eran abandonados. En sí, tiene una gran sensibilidad y amor hacia ellos y creo que eso lo llevó a escoger su carrera profesional y tengo la certeza de que será muy exitoso.

Beto, aquel niño que más de una vez nos hizo sudar frio con sus travesuras. Siempre con un grado de rebeldía en sus acciones, como queriéndonos decir ¡Papás aquí estoy, existo! Y, es que como padres muchas veces creemos que lo estamos haciendo bien, pero nuestra atención no llega a satisfacer las dudas e inquietudes de nuestros hijos y ellos buscan la forma de llamar nuestra atención.

Un día, Beto a sus escasos 4 o 5 años nos sorprendió con un grito. ¡Papá ven a verme! ¡Ya monte al caballo!
Salí corriendo y lo encontré sobre un caballo completamente a pelo y con el riesgo que el animal lo tirara. El, con toda tranquilidad del mundo me dijo: “No hace nada, ya tiene rato que lo monté”. En sí su afición por los caballos se ha vuelto el tema principal de su vida. Ahora estudia la carrera de ingeniero agrónomo y su sueño es tener un criadero de caballos.

Chino, el más pequeño de mis hijos, tiene un talento natural por escribir y hacer música. Claro que no es un músico consumado, pero creo que heredó su habilidad para la música de los hermanos Madariaga, tíos de su madre, que un día formaron la famosa orquesta con ese apellido y que sonó mucho allá por los años 50. El es muy enamoradizo, cada que se enamora con la novia en turno, se vuelve la musa de su inspiración, y de esa forma va allanando ese camino de la vida...

¡Qué más puedo pedirte señor! La FAMILIA que me has dado ha sido el mejor de mis regalos de esta y de todas mis Navidades.

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