jueves, 28 de abril de 2016

COLUMNAS GOVA

¿Y el campo?



Atilano González Villa

El sector empresarial acaba de elogiar a las autoridades hacendarias del país, por el buen cauce de las finanzas y la economía de México. Vamos bien, por buen camino, con una economía estable, habrían dicho los capitanes de la iniciativa privada. Y sí, es cierto. La macroeconomía se ha mantenido estable, sólida y no se le ven fisuras de consideración, lo aceptable para un crecimiento nada espectacular, pero sí seguro y firme.
Sin embargo, solo hablamos de la macroeconomía. Pero México no es solo lo macro, los empresarios y las políticas hacendarias para la gran empresa y la exportación, también hay un gran sector primario, el campo y la agricultura, los miles de poblaciones cercanas o lejanas de los grandes centros urbanos donde vive más de la mitad de los mexicanos y es ahí, en este sector, donde parecen haberse paralizado los buenos deseos de los políticos y de los administradores del país. 
Hace muy poco, la secretaria ejecutiva de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), Alicia Bárcena, manifestó su preocupación porque “los trabajadores formales, que reciben un salario mínimo, están por debajo del umbral de la pobreza y los que reciben dos salarios mínimos tienen una remuneración mínimamente superior al umbral de pobreza extrema, porque no alcanza para cubrir las necesidades básicas de una persona”. Y son los que tienen un puesto laboral. ¿Y los campesinos…?
El sector campesino, sin duda, ha sido permanentemente víctima de políticas erradas y de promesas y más promesas cada 3 años. En cada campaña política, se les anuncia el fin de su maltrecha situación. Pero ya se han acostumbrado a ser juguete de políticos. Y es a lo que hay que ponerle fin.

Solo en nuestro Estado de Yucatán, de la población de poco más de 2 millones de personas el 74% (1’540,000) está en la miseria o en la franca pobreza (45.9%) o son altamente vulnerables por carencias sociales (27.7%), de acuerdo con el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL). Estas cifras nos llevan a justificar que el Estado de Yucatán esté subsidiado por el gobierno federal con el 83% de su presupuesto anual. Y la razón es la raquítica economía en la cual nos desenvolvemos.
Sí, el campo está mal. Y el campo es el campesino, el campesino agricultor, no los muy pocos empresarios que trabajan en él y reciben los subsidios oficiales.

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