sábado, 30 de abril de 2016


Feria Internacional de la Lectura Yucatán (FILEY) 2016.


Breve semblanza de un periodista 
(Atilano González Villa)


Por Atilano González Sosa

En la FILEY 2016, el día 14 de marzo en el área destinada a la Secretaría de Cultura del Gobierno del Estado de Yucatán, se presentó el “Cuaderno 14 de la Hemeroteca José María Pino Suárez” con la semblanza de la carrera periodística de Atilano González Villa, con 51 años de ejercicio profesional, editada por Faulo M. Sánchez Novelo, director de la Hemeroteca. En la ceremonia, Fernando Río Rosado leyó la semblanza. 


No recuerdo cuando supe que mi papá era periodista. En mis más pretéritos recuerdos siempre lo visualizo de la misma forma: leyendo la prensa o tecleando en su máquina de escribir, mientras tomaba café, siempre en el mismo lugar de la mesa. Una mesa que, aunque era redonda y no muy grande, con él sentado en el mismo lugar, parecía tener cabecera y más de diez metros de largo. 
Mientras mi papá trabajaba su mirada era imperturbable, no parpadeaba y tenía la vista clavada en el folio mientras sus dedos estampaban con fuerza las teclas de su máquina. A ratos bebía un sorbo de su café y eventualmente levantaba la cabeza y, como queriendo mirar hacia atrás, decía: “Chula, sírveme más café”. Y desde la cocina se escuchaba: “¿Y no hay al menos un por favor?”. La respuesta era tajante: “Cuando trabajo no pido favores, doy órdenes”.  Minutos después, al término de su redacción, la disciplina se relajaba para dar lugar a un marido y padre amoroso y atento que se echaba al suelo a jugar conmigo, preparaba más café él mismo e invitaba a mi mamá.
Este, podría decir, fue el contexto en el que viví mis primeros años en compañía de este periodista que ha llevado consigo su práctica profesional a todos los lugares y ámbitos de su vida, sin límite de tiempo ni de espacio. Se trata de un periodista de tiempo completo. 
Desde muy pequeño recuerdo haber convivido con máquinas de escribir, grabadoras, cámaras fotográficas, libretas y plumas, y escuchado en pláticas de mesa y reuniones familiares conceptos como: “olfato periodístico”, “ir en busca de la noticia”, “la dimensión social del periodismo”, “el trabajo reporteril”… y otros tantos que referían siempre al mundo periodístico. 

“Novedades de Yucatán”
Muy al principio, cuando yo tenía unos 5 años, teníamos de coche familiar una camioneta combi blanca en la que en ocasiones íbamos a buscar a mi papá a su oficina. Entonces, él trabajaba en el diario “Novedades de Yucatán”, en donde comenzó como reportero-fotógrafo, para luego ser Jefe de la Página Editorial, Jefe de Información y Editor Responsable de los Novedades de Campeche y de Quintana Roo. Con mamá conduciendo, estacionábamos en la puerta y lo esperábamos hasta que salía. Recuerdo que mi papá bajaba los escalones de dos en dos, o al menos a mí eso me parecía, cruzaba la calle corriendo y se subía a la camioneta: “Hola chula, ya llegué”, era lo primero que decía, a mi mamá, y luego a mí, “hola gordo”. 35 años después, a mi mamá, le sigue diciendo lo mismo. Y a mí, finalmente se resignó a llamarme por mi nombre, Atilano.
Solo recuerdo haber entrado a su oficina en Novedades en una ocasión, en compañía de mi mamá. Aquel lugar me pareció de otro mundo. Había un par de guantes de box colgando a un lado de la puerta y el interior olía a lo que resulta de la mezcla homogénea de cigarro, tinta, papel periódico y café negro. Recuerdo haber estado entre los escritorios. En cada uno, incluido el de mi papá, había montañas de papel escrito a máquina, que daban a ese lugar un aspecto de almacén. 
El sonido de las teclas era ensordecedor. En aquel lugar apenas se podía escuchar la voz de la persona que uno tenía a un lado. “Son reporteros y están redactando su última nota del día”, me dijo mi mamá. Y continuó: “Estamos en el área de redacción y papá está ahí, al fondo”.  Alcé la vista y lo vi. Es la única imagen que recuerdo de él en esa época dentro de su oficina: no tenía canas, lucía más delgado y usaba unos lentes de armazón negro y grueso. Estaba de pie y le hablaba a unas personas que estaban a su alrededor. Muchos años después comprendí la enorme presión que hay en una sala de redacción, en especial cuando se acerca la hora de cierre y es momento de asignar espacios. Y él era el Jefe de Información. 

Horarios
Volviendo al ámbito familiar, en casa jugábamos siempre, a menudo muchas de las cosas que a un niño de 5 años se le pueden ocurrir, caballito, pesca-pesca, carreras, etc. Pero un periodista en la familia es en muchos casos un factor inquietante, principalmente por los horarios y la forma en la que hace las cosas, que termina por crear en un niño un montón de dudas. 
Recuerdo una ocasión en particular. Jugábamos en la terraza y de pronto: “Bueno gordo, ya me tengo que ir a trabajar”. Me dijo. “Cuando regrese por la tarde vamos a ir a misa y luego, si terminaste tu tarea, jugamos un rato más”. No podía entender por qué todos los papás descansaban los domingos y el mío tenía que trabajar, hasta que en una ocasión se lo pregunté y me contestó: “Porque todos los días sale el periódico y yo tengo que ver que todo salga bien”. Fue entonces cuando empecé a poner atención a sus horarios: por las mañanas, antes de ir a la escuela -al kínder-, no recuerdo haberlo visto nunca. Al medio día, en ocasiones comía en la casa, pero nunca a la misma hora. A veces le llevábamos la comida a la oficina, en la combi, incluso en vacaciones, si nos quedábamos en la playa él se quedaba en Mérida y nos alcanzaba por la noche. Al día siguiente regresaba a Mérida muy temprano.
Durante esos años, por la noche, es cuando creo haber visto un poco más a mi papá. Lo recuerdo en particular en las noches de frío, en las que después del último baño que me daba mi mamá él me envolvía con cobertores y me llevaba a dormir, me daba un beso en la frente y se despedía. “Que descanses” -me decía-. “Pero no tengo sueño papá”, le decía en ocasiones. Entonces, empezaba para mí el mejor momento del día: echando mano de la profesión que tan bien conocía y practicaba, me contaba historias de cuando era scout, de cuando jugaba béisbol o de cómo se protegía del frío invernal en una lejana y para mí fantástica ciudad española, Pamplona, en la que, muchos años después supe, se formó académicamente como periodista en la Universidad de Navarra, allá en España.
No recuerdo haber extrañado nunca a mi papá, pero sí haber tenido una cierta inquietud sobre sus horarios -tan distintos a los de otros papás-. Recuerdo una ocasión en la que por enfermedad, en la madrugada vi llegar a mi papá. Tendría unos 12 años. Y fuimos al médico, a urgencias. De regreso empezaba a amanecer y entonces le pregunté: ¿Por qué llegaste tan tarde de trabajar? No sabía que en realidad ésa era su hora habitual de llegar. “Pues porque estaba trabajando” -contestó con naturalidad-. Al igual que en otras situaciones tarde años en entender que el periodista no tiene horarios y para cumplir a cabalidad con su responsabilidad en los eventos en los que se desempeña, tiene que llegar antes de que todo empiece y, en ocasiones, quedarse hasta después de terminado el evento. En este sentido, casi heroica me parece la participación de la pareja de un o una periodista en su éxito profesional. 

Coberturas extremas
Otra cosa es la preocupación natural que siempre acompañó a mi mamá al saber que mi papá, a veces, trabajaba en situaciones de riesgo, como fue el caso en 1988 con el huracán “Gilberto”, que cubrió de punta a punta. A mi mamá solo recuerdo haberle escuchado decir cuando salió con su cámara: “Animo, y cuídate”.
En la forma en la que nuestra familia percibía el trabajo de papá, el huracán Gilberto (1988) marcó un antes y un después. Todos recordamos que aquel huracán entró por Cancún y mientras la gente huía de su fuerza devastadora este periodista, Atilano González Villa, iba en su búsqueda, para transmitir en directo al diario nacional Excélsior y a la agencia mundial France Press (AFP), de los cuales era su corresponsal. 
Cuando el huracán llegó a Mérida no sabíamos en donde estaba mi papá. Era de noche, el viento rugía y el agua entraba por todos lados. Con la voz cortada y lágrimas mi mamá alcanzó a decirle a mi hermano menor “papito está trabajando”, cuando preguntó por él. Recuerdo haber visto la cara de mi hermanito, tenía seis años y, al parecer, ya los suficientes para transmitir a través de la mirada que el trabajo de su papá le parecía, simplemente, ilógico. 
Al día siguiente por la noche llegó mi papá. La tormenta ya había pasado y Mérida parecía zona de guerra. Mi mamá lo escuchó llegar y abrió la puerta: “Hola chula, ya llegué”, -dijo con toda tranquilidad- saludó a mis dos hermanos y a mí y se sentó en la mesa, en su lugar, el de siempre, el que tiene en la superficie la marca de sus codos, y se puso a revisar papeles. Llevaba mucho más de 24 h despierto. “Estoy un poco cansado”, dijo, “voy a darme un regaderazo, a comer algo y me voy. Prepárame un cafecito”. Los cuatro lo observábamos atónitos. Y dijo: “Q. Roo y Yucatán están destrozados. Nunca había visto algo así, hay cientos de miles de personas damnificadas y no hay servicios. Pobre gente. Acabo de hablar con Víctor y dos secretarios. El está firme, como siempre, pero nunca lo había visto tan asustado y preocupado”. De nuevo, a mi parecer (tenía 14 años) la situación era rocambolesca, mi papá acababa de llegar de su trabajo, que en las últimas 24 h había consistido en arriesgar la vida y decía estar un “poco cansado”, además de mostrar preocupación por el destino de cientos de miles de personas.  
De forma similar ocurrió en 2002 con el huracán Isidoro, al que “acompañó” desde que ingreso a la península por el oriente hasta su salida a mar abierto al otro lado de la península. En esta ocasión para informar en directo a los medios nacionales Excélsior y Multivisión -MVS (radio y TV) y a las agencias mundiales Reuters y France Press (AFP). Ya era corresponsal en el estado de todos estos medios.
Tras la cobertura que realizó al huracán Gilberto, por primera vez reflexioné en serio sobre esta profesión y su naturaleza. Para mí, esta reflexión fue por una estricta necesidad de convivencia familiar. Mi papá era periodista y al parecer esto no iba a cambiar, y para no terminar pensando que él estaba decididamente loco era mejor intentar entender su profesión. Y me le acerqué con las preguntas que me fueron surgiendo. Fue entonces cuando empecé a recibir de él las explicaciones que al cabo de los años terminaron por formar en mí una idea más clara de cómo es el perfil de un periodista. Recuerdo que en una ocasión le dije: “Disculpa por si lo que pregunto suena un poco loco”. Después de escuchar la pregunta me dijo: “Esta pregunta podría ser absurda si fuera para cualquier otra profesión, pero no para el periodismo”. Para mí, algo empezaba a quedar claro: el periodismo no es cualquier profesión y el periodista transita en un mundo laboral distinto, en el que las reglas que rigen esta actividad también lo son.    
Y en otra ocasión, unos diez años después del fatídico huracán Gilberto, me lo resumió él mismo en esta idea mientras comíamos: “El periodista es un profesional cuya actividad no encaja dentro de la lógica laboral de ninguna otra profesión y con una arquitectura mental muy distinta a todo lo conocido”.  Y agregó: “Puedes intentar explicarle esto a mucha gente una y mil veces y nunca lo van a entender. Tan solo un periodista puede entender a otro periodista”.  

Futuro incierto
En cierta ocasión me invitó a acompañarlo a un evento en el Peón Contreras, llegamos y me dijo: “Adelántate y entra”, y así lo hice, pero la puerta estaba cerrada y no me dejaron entrar. Cuando él llegó le dije: “Papá, me dijeron los de la puerta que ya nadie puede entrar, ni modos, nos quedamos fuera”.  Y de inmediato me dijo: “Atilano, el nadie no incluye a la prensa. Podemos entrar cuando la puerta ya esté cerrada y salir y volver a entrar si así lo requiere nuestro trabajo”. Se identificó y entramos. Al momento de pasar escuché del guardia: “Disculpe por favor, pensé que ustedes eran del público”.  
Y en otra ocasión, después de haber escuchado algunas de las muchas anécdotas que contaba en la mesa, recuerdo haber preguntado: “¿Papá,  y qué vas a hacer mañana en tu trabajo?”. “No lo sé hijo”. Me contestó. “¿Pero cómo puede ser que no sepas lo que vas a hacer?”. Pregunté. Y respondió: “En el periodismo nunca se sabe lo que uno va a hacer al día siguiente e incluso dentro de unos minutos. Esto es lo más hermoso de esta profesión, todos los días son distintos, son únicos e irrepetibles, por eso debemos disfrutarlos y aprovecharlos al máximo”. 

Han pasado alrededor de 20 años desde que escuché de mi papá esto por primera vez. Y en mi opinión, este periodista sigue siendo fiel a su visión de lo que es la profesión que ha practicado por más de 50 años como reportero, fotógrafo, Jefe de Información, Jefe de Prensa, corresponsal de agencias y medios informativos regionales, nacionales e internacionales, profesor universitario, etc. Y ahora que tengo la oportunidad de ser su compañero en la elaboración de una publicación, “El Puente”, a la que dedica todos los días de la semana una media de 10 h efectivas de trabajo, puedo ver que, en efecto, disfruta su trabajo y aprovecha los días como si cada uno de ellos fuera el último. 
Desde que se inició en el periodismo son pocas las cosas que han cambiado para él: su visión de lo que el periodismo y el periodista deben de ser, sigue siendo exactamente la misma, y él mismo sigue siendo periodista las 24 horas del día, la dimensión social del periodismo sigue siendo el marco referencial en el que se desempeña. En su oficina y en casa sigue tomando café negro y sentándose en el mismo lugar de la mesa, sigue con la cobertura de muchos eventos y cuando llega a su casa lo primero que dice, con toda tranquilidad, es: “Hola chula, ya llegué”. 
Gracias

Curriculum Vitae
Atilano González Villa.
Fecha de nacimiento: 10 de agosto de 1941. 
Estado civil: Casado, con 3 hijos.

- Profesor en escuelas secundarias y preparatorias, Colegios América y Mérida: matemáticas, física, geometría analítica y cálculo diferencial e integral (1961-1968). 
- Escuela de Química de la Universidad Autónoma de Yucatán (UADY), estudiante de Química Industrial (1961-1964).
- Título de Periodista, por la Universidad de Navarra, España (1968-1972).
- Diplomados en el Instituto de Ciencias de la Educación de la Universidad de Navarra: Orientador Familiar, Dirección de Centros Educativos, El Proceso Educativo: actitudes y técnicas, y Orientación personal en el proceso educativo (1970-1972).
- Cursos tomados sobre relaciones humanas, dinámica de grupos, desarrollo organizacional, ventas, publicidad, periodismo económico, etc., en la Ciudad de México y en Mérida. Título de Locutor “A”, expedido por la Secretaría de Educación Pública (1976).
- Facultad de Contaduría y Administración (UADY)- Estudiante de la Maestría en Administración de la Facultad de Contaduría y Administración (1981-1983).
- Expositor en más de 60 cursos sobre periodismo básico en secundarias, preparatorias y profesionales, y en dependencias municipales, estatales y federales de Yucatán, Campeche y Q. Roo (1976-1988).
- Expositor en cursos exclusivos para las redacciones de los periódicos diarios Novedades de Yucatán, Novedades de Quintana Roo, Novedades de Campeche y Diario del Sureste (1977-1981). 
- Violín de la Orquesta de Cámara de la UADY (1983-1986).
- Docente De Periodismo, en el Seminario Conciliar de San Ildefonso (1974). Diversas materias en las licenciaturas de Periodismo o Comunicación: Universidad del Mayab (1987 y 1988); Instituto de Estudios de la Comunicación de Yucatán (IECY) (1997-2000) y Centro de Estudios Superiores Las Américas (2003).
Actividad profesional:
- Reportero y Jefe de información del Diario Novedades de Yucatán (1964-1968).
- Jefe de la Página Editorial de Novedades de Yucatán (1972).
- Jefe de Información de Novedades de Yucatán (1973-1978).
- Editor Responsable de los Novedades de Campeche y de Quintana Roo (1978-1981).
- Corresponsal de Televisa en la Península (1974-1984).
- Corresponsal de la Agencia France Press (AFP) (1977- ---)
- Corresponsal de la Agencia Notimex en Yucatán (1984-1989).
- Jefe del Departamento de Prensa de la Universidad Autónoma de Yucatán (UADY) (1981-1998).
- Director Gerente del Diario Tribuna de Campeche, en Yucatán (1981-1987).
- Director Gerente de la Agencia de Publicidad Dinamismo Comunicativo (DINCO) (1985-1990).
- Corresponsal del Diario Excélsior (1987-2004).
- Editor en Yucatán del Diario Crónica de Campeche (1991-1994). 
- Director de Editora de Suplementos Especiales, para todo el país (1986-2001).
- Corresponsal de MVS y TV Noticias-Nacional en Yucatán (2001-2004).
- Corresponsal de la Agencia Reuters en Yucatán (2001-2004).
- Corresponsal del Diario Nacional El Independiente en Yucatán (2003-2004).
- Miembro del Comité Interdisciplinario de la SEP estatal, para la evaluación de planes de estudios superiores en Comunicación (2006).
- Administrador Unico de Empresa Global Editores, S.A. de C.V. (Desde su fundación, 25 de octubre de 2004, hasta 2012).
- Director de “Empresa Global”, revista especializada en empresa, ciencia y tecnología (2001-2012).
- Director General del Magazine “El Puente” (Desde su fundación, septiembre de 2012 a la fecha).

Foto (Faulo Sánchez Novelo con el periodista).

Visita la edición electrónica en 

https://issuu.com/magazineelpuente/docs/el_puente_issu

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