lunes, 2 de mayo de 2016

“No compitamos con los locales, 
sino con los internacionales”. 
J. E. Espinosa Torre.



Jorge Ermilo Espinosa Torre (1983)
Lic. en Artes Visuales por la Universidad de Guadalajara. Trabajó con su abuelo, el afamado pintos yucateco Emilio Torre Gamboa.

“El pintor debe practicar una técnica, tener un manejo impecable de la pintura y crear una obra tan propia que cuando la gente la vea diga ‘éste es un Espinosa Torre’, aunque no tenga cédula. Además, la obra debe representarte, por lo cual debe ser una obra honesta en la que realmente estés reflejado en ella y no solo sea un artificio para dar gusto a otras personas, antes que al propio pintor”.   

¿Este es el truco? 
- Sí, esta es la magia, pero es lo más difícil, es donde creo radica la trascendencia de un artista, no es en sus ventas, exposiciones o premios, sino en que su obra haya sido fiel reflejo de un proceso honesto y fuerte, muy interno, introspectivo, para que a final de cuentas el artista, al terminar su vida, pueda voltear atrás y decir: “Sí yo soy en estas pinturas, me voy, pero me quedo en estas obras”.

Su sello personal 
Pero no solo su sello personal, porque yo puedo generar un sello personal artificial, como Botero y sus “gordas” o Rafael Coronel y sus “magos”. En Coronel, uno ve a un mago con los sombreros de pico y lo ve como su sello totalmente personal y la gente paga mucho dinero por estas obras. Pero aún así, sus obras negras, como les llamo, son mucho más profundas y, aunque no se vendieron, a él le llenan muchísimo. Entonces, no es necesariamente el sello personal, sino el sello personal, más el manejo de un lenguaje propio, más tener ya una forma de trabajar, más ser honesto con la obra. En definitiva es “representarte en tu obra”.
Yo me ubico en el nivel de búsqueda. Creo que he desarrollado el proceso, quizá, un poco desequilibradamente. Algo normal. He tenido mucho enfoque hacia el desarrollo técnico y el otro no lo he forzado, pero es el más difícil de desarrollar, es el que separa a los artistas que pasan al olvido, de los que se quedan en la historia, es el reto, es lo que viene ahora. Y no sé cuánto me falte. Pero sí sé que avanzo, sobre todo como buen técnico. Técnica es oleo sobre tela y estoy cerca de lograr lo que quiero, decirle a la pintura lo que quiero hacer y no que la pintura me diga lo que debo hacer. 

En México, ¿cómo se da, cómo la ves?
Difícil fuera de la Ciudad de México, de Guadalajara y de Monterrey, principales ciudades donde se comercializa el arte. En Mérida estamos en un proceso de despegue. Recientemente ha habido un rompimiento entre las generaciones nuevas y las anteriores. Tenemos una cultura dividida entre la maya, que todavía nos llega bien, la mexicana no tan arraigada y la que llega a través de la intensa influencia extranjera. Este choque de 3 vertientes, genera aquí un revoltijo interesante para expresar artísticamente. 


Vivo aquí en Mérida, pero voy constantemente al Distrito Federal. Ahí está la galería “Lourdes Sosa”, que me representa. Tiene 2 sucursales. Una en Polanco, calle Ibsen, No. 33 A, esquina con Dickens. La otra, en el hotel “Four Seasons”, sobre Reforma frente a la Torre Mayor. Esta galería es la responsable de ponerle precio y de comercializar mis obras. Los precios…, pues por ejemplo, una de 1 metro por 1.30 metros, podría costar 5,000 dólares.


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