viernes, 31 de octubre de 2014

¿Y LA UADY, VA?

Tirso Suárez-Núnez
Doctor en estudios Organizacionales
Profesor-investigador/UADY. Miembro del Sistema Nacional de Investigadores (SNI)





La democracia es lo que sucede mientras votamos por otras cosas:
 ¿Pepsi o Coca? ¿Nike o Adidas? 
¿PC o Apple?
J. Villoro


Por tercera vez, en su época moderna, dio inicio al proceso de elección de rector de la Uady, por ello quienes abiertamente aspiran al puesto cuentan con el escenario para exponer sus planes y propuestas. El proceso se despliega de manera ordenada y aséptica, ante una comunidad que escucha sin que le quede claro si su opinión será recogida y traducida en voto por su representante en el Consejo Universitario. Por otra parte, éste ha sido tradicionalmente dominado por el rector, influyendo en alguna de sus partes: directivos que el mismo rector nombra, representantes de profesores y de estudiantes.


Por lo anterior, lo que queda después de las presentaciones de los candidatos es un ambiente de escepticismo entre los profesores y de indiferencia entre los estudiantes. La mayor parte de ellos piensa que no habrá sorpresas, pues la forma de gobierno universitario, establecido en la Ley Orgánica y en el Estatuto Universitario, se traduce en un pesado mecanismo diseñado para la estabilidad, no para el cambio.


En efecto, en los últimos 12 años la UADY ha fortalecido su plantel tanto en cantidad como con calidad. Hoy, la proporción de doctores y de investigadores con reconocimiento nacional e internacional ha crecido de manera importante, por eso sus profesores empiezan a tener un impacto en la sociedad mediante sus publicaciones, patentes e intervenciones en empresas, comunidades y gobierno. Sin embargo la vida académica en la UADY sigue siendo endeble, los espacios de discusión colegiada, cuyas decisiones se conviertan en acciones, se reducen al Consejo Universitario, un Consejo cada vez más alejado de la comunidad, al concentrarse en rituales y en decisiones de gobierno (nombramiento de consejeros y directores).


En consecuencia, gran parte de la energía y creatividad del personal académico se disipa en medio del coraje y frustración. Más aún, cuando todo parece indicar que la oportunidad que representa la adopción del esquema de campus, se ha detenido. A la fecha, los campuses no son más que una concentración de facultades y no se ha pensado aprovechar las ventajas que conllevan, como son la compactación de personal administrativo y la integración académica mediante Consejos Divisionales dotados de autoridad ejecutiva.


Otro punto que devela la debilidad organizacional de la UADY, es la falta de transparencia y participación en los procesos de elección de directores de facultades.

Quizá lo que suceda en el Instituto Politécnico Nacional, nos ayude a despejar la duda.



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