Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey
Este año, se conmemoran 40 años del fallecimiento de Rosario Castellanos, escritora sobre la que Elena Poniatowska ha escrito mucho. Si hacemos un recuento notamos que no ha habido década en la que Elena no escribiera algo sobre Rosario. Como si se tratara de un proyecto personal, ha publicado: artículos periodísticos, prólogos, apuntes biográficos, análisis de obras y además recibió la “Medalla Rosario Castellanos”, en 2010.
Para analizar el punto de vista de Poniatowska sobre Castellanos, revisé cuatro de sus textos: “Ella misma contó su tiempo, contó sus horas, una a una” (1975), “Rosario Castellanos. Vida nada te debo” (1985), “Prólogo de Cartas a Ricardo” (1994) y “Dones de Chiapas”, discurso de aceptación de la “Medalla Rosario Castellanos”.
Mi trabajo está dividido en tres partes:
1- Elena lectora fiel: Poniatowska sitúa en el centro de cada uno de sus textos, la obra literaria de Castellanos: poesías, obras de teatro, novelas, cuentos, ensayos, artículos periodísticos y cartas. Y en todos, para Elena, el tema principal es el de la muerte. En 1975, Poniatowska escribió: “Había algo inasible en Rosario, un andar presuroso, un tránsito que iba de la risa al llanto, del corredor a la mesa de escribir, un ir y venir de sus clases en la Facultad de Filosofía y Letras al Instituto Kairós, una premura, un ansia que punzaba sin mañana y sin noche”.
Los adjetivos “inasible” y “presuroso” explican, aunque no del todo, el abrupto fallecimiento de Castellanos, pero también contribuyen a presentar a la autora chiapaneca como alguien cuyos días estaban contados. Elena encuentra una relación estrecha entre Rosario y la muerte, desde sus primeros poemas hasta su último artículo.
“En gran parte, la prosa de Rosario encuentra su equivalente en su poesía, no hay disociación alguna, pasa de la prosa a las poesía y aborda los mismos temas, mejor dicho, su grito de soledad se le impone siempre”.
2-Rosario devota de la escritura: Elena Poniatowska considera que Rosario se evadió de la soledad, por el trabajo, y eso la hizo sentirse solidaria con los demás y concentrarse en algo abstracto que no la lastimara, como más tarde lo harían: el amor y la convivencia.
La literatura fue su trabajo, su oficio, su vocación. Poniatowska continua: “Castellanos fue ante todo una mujer de letras, vio claramente su vocación como escritora y ejerció siempre el oficio de escribir, amó esencialmente la literatura, la estudió, la divulgó. Fue un ser concreto ante una tarea concreta: la escritura. Desde un principio se comprometió con ella. Lo demás: puestos, condecoraciones, homenajes, vinieron por añadidura”.
Poniatowska la transcribe muy bien: “Voy a matarme de trabajo, pero voy a ser escritora”.
3-Mujeres no solamente de palabras.- Un aspecto más de Rosario, destacado por Elena Poniatowska, es la denuncia. Para ella, Castellanos no es solo una mujer de palabras, también de acciones.
Poniatowska señala que las palabras y que las acciones incomodan, pero que son importantes para lograr una sociedad más equitativa. Con respecto a sus propias convicciones, Rosario y Elena son solidarias y, por decirlo de alguna manera, latosas. Castellanos, con sus palabras y acciones, elige también la docencia como parte de su labor.
Elena Poniatowska aseguró que Castellanos vivía en una sociedad que no la merecía, por el hecho de tratar de intentar un camino distinto. José Emilio Pacheco afirmó “no supimos leerla”. Quiero pensar que aprendimos la lección, que si no merecimos a Rosario, entonces, sí merecemos a Elena y que dentro de cien años “Rosario, Elena y José Emilio tendrá tantos lectores, como estrellas en el firmamento”.
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