Igualdad de género
Lo obvio que las feministas no quieren ver
¿Igualdad de sexos? ¿La mujer igual al hombre?
Entonces, el hombre igual a la mujer: hombre afeminado.
La quimérica igualdad de derechos entre hombres y mujeres, reclamada
por movimientos feministas, es contraria a los propios intereses de la mujer.
“Recibimos una carta de la lectora Raquel, de la cual destacamos
el siguiente tópico por juzgarlo de interés general”:
La vida, como está organizada actualmente, empuja a la mujer a trabajar fuera del hogar. Incluso, porque los maridos están desempleados o con ingreso insuficiente. Entretanto, la mujer no debería tener el mismo horario que los hombres ni el mismo tipo de trabajo. Pero no puede aceptarse la opinión de una madre de familia: “Deberíamos tener los mismos trabajos que los hombres pues, ¿no somos todos iguales?”. Y con brusquedad dijo: “Y no tengo hijos porque no tengo tiempo para cuidarlos”. Pero sí para viajar o para su perrito.
Estimada Sra. Raquel:
Concordamos en su apreciación de la lamentable opinión de su conocida, y preguntamos: ¿puede haber ocupación más noble y placentera, para una madre, que dedicarse a proteger y a educar a sus hijos, a preservar su inocencia y formarlos en la virtud? ¿Habrá tiempo mejor empleado?
Rudeza o delicadeza
“Pide el orden natural de las cosas que todos los valores, particularmente los ricos en gracia y delicadeza, estén al servicio de la mujer, por constituir lo propio de su fragilidad, el adecuado medio para que en el alma femenina se expandan las más nobles cualidades de esposa, de madre y de hija.
“Por eso, nada es más desagradable que una mujer dedicada a trabajos incompatibles con su delicada naturaleza: cargadora, mecánica, soldado…”.
La pseudo liberación de la mujer
“Si la mujer es igual al hombre, éste es igual a la mujer. Así, el hombre afeminado es fruto de las mismas ideas igualitarias que han dado origen a la masculinización de la mujer. Señal de decadencia y corrupción de la familia y, por tanto, de la civilización”.
Plinio Correa de Oliveira:
Desgraciadamente la sociedad moderna no está organizada en función de los altos valores morales, pero sí de conceptos hedonistas (el placer, como finalidad de vida). Nace así la ambición desenfrenada de ganar dinero para “disfrutar” la vida. Y los hijos, considerados un obstáculo que “roba” tiempo para dedicar a sí mismo, para gozar de la vida, etc.
Sociedad “anti-hijos”
Otros factores del S. XX, la urbanización y la industrialización, transformaron la institución familiar con la llamada “familia nuclear” (uno de los esposos y 1 o 2 hijos y “un perrito”). Algo muy diferente a la “familia patriarcal” (prole numerosa, muchos parientes, gran convivencia social, etc.). Desde abuelos o bisabuelos, hasta primos de diversas edades.
La mujer permanecía en casa, con la noble y elevada misión de madre de familia, velando por los niños, inculcándoles las primeras nociones de la moral, la admiración por los actos destacados de los antepasados, al cuidado de todo lo doméstico.
De paso, estamos conscientes que la vida organizada como hoy -o desorganizada-, muchas veces, debido a exigencias económicas, obliga a la mujer a trabajar fuera del hogar. Frecuentemente es más una víctima que autora de una situación que no le gusta.
Es necesario añadir que debería ser una labor suave, que diese a la mujer las condiciones de ejercerla sin extenuarse, que le proporcionase tiempo, también, para cuidar del hogar y desvelarse por la prole, que no se le exigiese ausentarse todo el día, que no la obligue a llegar a su casa agotada, de tal modo que no pueda dar la debida atención a sus hijos.
(El Puente y agencias)
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