lunes, 9 de noviembre de 2015

OPINION- Lejos de ser una superpotencia

China se quedará en “potencia parcial”.




Emili J. Blasco, 
Periodista español, corresponsal en Washington.

China nunca llegará a gobernar el mundo o, por decirlo de otro modo, no alcanzará la posición dominante que ha tenido Estados Unidos en las últimas dos décadas. Es la conclusión del libro ‘China Goes Global’, cuyo subtítulo, ‘The Partial Power’, completa el mensaje. “En este libro”, escribe su autor, el sinólogo estadounidense David Shambaugh, “argumento que China tiene que recorrer un largo camino antes de que se convierta, si lo hace, en una verdadera potencia global, y nunca gobernará el mundo” (‘rule the world’). 

La obra es un completo análisis de la presencia de China en el mundo, que es “una huella crecientemente ancha, pero no particularmente profunda”. Repasa seis dimensiones de la emergencia global china -identidad, diplomacia, gobernanza, economía, cultura y seguridad- y concluye que China “está lejos de ser una superpotencia global como Estados Unidos”, que en esas dimensiones tiene “poder comprensivo e influencia global”. Con el tiempo puede ganar esos atributos, pero por ahora China permanece fundamentalmente como potencia parcial”, sentencia Shambaugh.

INTERES SOLO EN ELLA- Una de las razones esenciales por las que China “pega más bajo que su propio peso”, concluye Shambaugh con expresión pugilística, es su desinterés real por tener una influencia global, algo que entronca con la tradición histórica de un imperio concentrado en sí mismo, que se basta como civilización. “Es un actor internacional, pero no una potencia diplomática internacional”: parece más interesada en proteger sus propios intereses nacionales que en llevar a las otras naciones a una posición común. Esto podría responder a las consignas estratégicas dejadas por Deng Xiaoping -crecer calladamente-, pero Shambaugh considera que se trata de una característica permanente de los chinos. Para ellos la política exterior está al servicio de metas económicas y desarrollo nacional, lo que supone una habitual postura mercantilista. No es que otras potencias no se muevan también por criterios económicos, pero ningún país pone tanta absoluta prioridad en lograr oportunidades comerciales.

NI ALIADOS NI “SOFT POWER”- Entre la lista de motivos por los que el libro estima que China queda lejos de ser una superpotencia global están: es una potencia solitaria, sin amigos cercanos ni aliados; aunque es miembro de la mayoría de las organizaciones internacionales, es poco activo en ellas; con frecuencia hace saber sobre lo que está en contra, raramente sobre lo que está a favor; a menudo se queda a un lado o permanece pasiva cuando se abordan los retos de seguridad internacional o gobernanza global, con la excepción en lo que afecta a Taiwán, Tíbet, Xinjiang, derechos humanos y derechos marítimos reclamados; no se le ve intentando de modo positivo y activo resolver ningún problema global; tiene poco “soft power”, no es una nación que otras quieran emular; militarmente no es capaz de proyectar poder fuera de su vecindad asiática (fuera de sus misiles, programa espacial y capacidad de guerra cibernética).

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