“La mayor tragedia del musulmán:
haber renunciado a la razón”
Wael Faoruq.
El intelectual musulmán egipcio critica la dependencia de la población mahometana de las fatuas*.
* Fatua: respuesta de un muftí musulmán, a una consulta jurídica.
Para Wael Faoruq, el buen musulmán sería el musulmán ilustrado capaz de vivir el Corán sin depender de los dictámenes de los eruditos. Publicista mahometano de moda en Italia, el mensaje de este profesor de Lengua Arabe en universidades de El Cairo y Milán resulta audaz hasta que se topa con el fenómeno del yihadismo, que Farouq no se atreve a condenar por una suerte de coherencia intelectual.
Farouq ha hablado de “Religión y violencia en la Europa del laicismo”, en una mesa redonda con Javier Prades, rector de la Facultad Eclesiástica de San Dámaso, en las recientes jornadas “Encuentro Madrid”.
¿Es exagerado decir que el cristianismo es hoy la religión más perseguida en el mundo?
-No, no es exagerado. En todo el mundo muchos cristianos están siendo asesinados solo por su fe y no por otras razones. No hay argumentos que justifiquen esas matanzas, ni económicos ni políticos.
Los asesinatos más notorios se producen en Siria e Irak, aunque los últimos episodios más dramáticos se centraron en Nigeria y Kenia. ¿Cuál es la situación de los cristianos en su país, Egipto?
-El cristianismo en Egipto es parte de nuestra identidad porque existía mucho antes de que llegara el islam y es, además, la religión de un porcentaje significativo de la población. Antes de la revolución que acabó con Mubarak, la situación de los cristianos egipcios era extremadamente mala. La persecución se centraba en la discriminación: no se les permitía llegar a puestos importantes en el Estado. Podían practicar su fe, pero las limitaciones en su libertad política eran enormes. Esta discriminación -que explica su mínima presencia en el Gobierno y en el Ejército- es especialmente sorprendente si se tiene en cuenta que los cristianos pertenecen, por lo general, a la clase más rica y educada de Egipto.
¿Hubo cambios con la llegada de los Hermanos Musulmanes al poder?
-La Hermandad es parte del antiguo régimen de Mubarak. Durante los años de la dictadura, los islamistas compartían el poder mediante un pacto tácito con la dictadura. Esta tenía el poder político y los Hermanos Musulmanes el poder social. Eso explica también las dificultades que siempre han tenido los cristianos para reformar o construir iglesias: formaba parte del pacto entre Mubarak y los fundamentalistas.
¿Ha mejorado la situación con el presidente Al Sisi?
-Creo que sí. El pasado mes de diciembre Al Sisi asistió a la Misa de Navidad copta en la catedral de El Cairo. Fue más que un gesto simbólico: era la primera vez en la historia del país que el líder asistía a una misa y daba carta de naturalidad a un hecho cada vez más normal en Egipto.
¿Es posible establecer un puente de diálogo con los islamistas radicales, en el caso egipcio con los salafistas y con los Hermanos Musulmanes?
-En mi opinión no es posible, porque esos grupos establecen su identidad por sus diferencias y su oposición a los que no piensan como ellos. Su credo consiste precisamente en negar el diálogo.
Pero ¿no es esa actitud intransigente ante otras religiones, algo que siempre ha defendido el islam?
-Eso no es cierto. Es solo uno más de los estereotipos que difunde la prensa en Occidente. Una cosa es el islam, y otra el islam político al que pretenden reducir nuestra religión los violentos. El islam político es pura ideología, y su único interés es alcanzar el poder. Por eso su propaganda consiste en ir siempre en contra de los demás, ya sea Occidente, los cristianos o los laicos. Necesitan crear un enemigo, sin él no podrían existir.
¿Por qué no reaccionan entonces las decenas de miles de líderes de las pequeñas comunidades musulmanas condenando los asesinatos de cristianos en las mezquitas? ¿Por qué no convocan protestas en las calles contra el terrorismo de los radicales?
-No defiendo a las autoridades religiosas del islam. De hecho el islam como religión no me interesa mucho, me interesan los musulmanes. Todas las religiones pueden ser a mi juicio manipuladas en favor de la violencia, pero ésa es una lectura artificial. El problema, y la solución, no consisten en condenar los ataques y la violencia o salir a las calles a protestar. El problema es de más calado, consiste en que durante siglos ningún musulmán ha podido hacer nada en el islam sin solicitar previamente una fatua, una opinión jurídica dictada por un erudito o un imán. Le pongo un ejemplo de la vida diaria. Alguien tiene un smartphone, un Iphone 6 digamos, con el que lee el Corán. Lo normal es que ese musulmán pida una opinión a su imán para saber si puede ir al cuarto de baño con el teléfono en el bolsillo, porque lleva dentro el libro sagrado. Esta renuncia de la razón, del esfuerzo personal, es en mi opinión la mayor tragedia del islam, y no el tipo de versión con el que nos enfrentamos o la existencia o no de protestas.
Es un lugar común entre muchos eruditos que el Corán desconfía de la razón humana...
-No es cierto. En el Corán hay centenares de versículos en los que se anima a las personas a usar la razón. La fe es otra cosa. Mi fe en el islam no condena la fe de los islamistas radicales, del mismo modo que su fe no condena la mía. El problema del islam no es la fe, sino la práctica, que ha estado condicionada por muchos factores, históricos, sociales o económicos.
En otras palabras, usted no coincide con el islam político ni tampoco con el islam violento, pero tampoco se considera capacitado para desacreditarles. ¿Son o no son musulmanes los yihadistas?
-No puedo afirmar ni lo uno ni lo otro.
¿Por qué?
-Porque si lo hiciera sería tal cual como ellos. Con frecuencia los islamistas me acusan de no ser musulmán. Pero es cierto que yo no puedo decir que mi islam es el verdadero islam. No tengo derecho a decirlo. Puedo afirmar que ésta es mi fe, pero no “la” fe del islam. Lo único que puedo hacer es juzgar con mi razón los hechos. Así que no espere de mí que venga con el consabido: “el islam es hermoso, pero lo que hacen los radicales pertenece solo a una minoría no representativa, que no corresponde al verdadero islam”. Ya basta de decir esas cosas, porque no son verdad.
¿Cree que la violencia de los yihadistas se vería reducida si en el mundo musulmán existiese un cuerpo unificado de autoridades religiosas? Así podría establecer sin género de dudas que las prácticas terroristas de Al Qaeda, Estado Islámico o Boko Haram son contrarias al Corán.
-Eso empeoraría mucho más el problema. Insisto en que el drama del islam consiste en la falta de ejercicio de la razón individual. Crear una suerte de “Papa musulmán” abocado a la tarea de emitir hermosas fatuas perpetuaría la dependencia de los musulmanes de los juicios de otros. (Agencias)
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