Cine
El límite: la ética de la mirada.
Julio R. Chico nos invita a reflexionar sobre la ética del cine de catástrofes. ¿Todo vale con tal de distraer? ¿Dónde deben estar los límites a la hora de reflejar el drama en la gran pantalla?
Hace unos días pude ver en el cine el tráiler de la película “San Andrés”. Es una cinta de catástrofes y acción trepidante al estilo de Hollywood, en torno a un terremoto producido en California, desde el desajuste de la falla de San Andrés.
Esas imágenes me hicieron pensar si era ético mostrar esa trágica situación a unos espectadores cómodamente sentados en una butaca, tras los tristes sucesos de la reciente desgracia de Nepal. La espectacularidad y la épica, el sentido de superación y otros valores están asegurados, pero ¿podemos mirar ese sufrimiento de ficción mientras otro real está acabando con vidas de carne y hueso?
Sabemos que este tipo de cine de entretenimiento sólo busca la evasión y la distracción, pero ¿a costa del dolor de tanta gente? ¿Es que hemos perdido la sensibilidad y el sentido de la oportunidad? Aunque el estreno estuviera previsto desde hace tiempo, aunque se alienten comportamientos heroicos y loables, ¿podemos mirar tranquilamente esas imágenes, sin reparar en realidades como la del país asiático u otras semejantes?
Es cierto que, llevado el caso hasta el extremo, uno podría pensar que entonces apenas se podrían recoger historias dramáticas en el cine, pues en la vida son continuas las guerras, catástrofes, injusticias…, pero quizá haya un límite, y ahora no se trata de establecer normas absolutas y generales.
Por eso, pienso que se precisa una ética de la mirada y una nueva sensibilidad en la que no todo lo que produce dinero o adrenalina sea válido o correcto. La ley del mercado no es la única ni la principal, y la solidaridad comienza por un sentimiento de compasión que vaya acompañado de actos coherentes y libres de hipocresía. ¿Se estrenaría “San Andrés” -en el hipotético caso de que fuera posible, que no lo es- en Nepal? Quiero pensar que no.
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