Columnas GOVA
Atilano González Villa
En Manchester
Cuando se quiere…: resultados.
Cuando no se quiere… o no se puede: silencio.
Menos de 24 horas después del salvaje
atentado terrorista en Manchester, Inglaterra, la policía municipal identificó
al terrorista muerto en su propio atentado, detuvo a un sospechoso y busca a
otros dos ya con órdenes de detención. Esto es querer hacer las cosas bien, es
querer esclarecer algo, es saber qué y cómo hacer las cosas…
En nuestro querido México, más de una
semana después del asesinato del periodista Javier Valdez en pleno centro de
Culiacán en el estado de Sonora, el 15 de este mes de mayo y a plena luz del
día, nadie conoce ni el cauce de la investigación o si al menos hay alguna en
proceso. Y sí que ha habido protestas y exigencias de todos los sectores
públicos y privados, internacionales y nacionales, por conocer la realidad en
torno a este asesinato, último de los mucho más de 100 registrados en los
últimos 17 años.
Y en tanto se desarrolla este drama
cotidiano, Salvador Adame, otro periodista mexicano, sigue desaparecido.
El sistema político encabezado por el
presidente Enrique Peña Nieto, eso sí, luego del asesinato de Javier Valdez de
inmediato envió sus condolencias a familiares, amigos y a la comunidad
periodística nacional y aseguró que “se hará justicia”.
Palabras, más palabras, más bla, bla,
bla, más de lo mismo. Se sabe que sin autoridades políticas coludidas con la
delincuencia organizada, ni la violencia ni la tranquilidad serían posibles. Un
distinguido empresario de esta Mérida mexicana me lo decía en estos términos: Ya
ves, la tranquilidad de Mérida…, siiii, como crees que sería posible en un país
destrozado por todos lados…, pues ya ves…
Y en una carta abierta a todo México,
186 corresponsales extranjeros denunciaron: “Creemos que un efectivo acceso a la Justicia es fundamental para frenar
las agresiones y garantizar el ejercicio del periodismo en condiciones de
seguridad y libertad”.
Así pues, Manchester es Manchester, es Inglaterra.
Y México es México... Y aquí la respuesta, hasta ahora, ha sido y es: el silencio.
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