viernes, 5 de mayo de 2017

El Puente No. 35

Zigmunt Bauman: Un sociólogo perdurable

 
Tirso Suárez-Núñez
Académico jubilado
Universidad Autónoma de Yucatán

 
“Estamos aquí para recoger evidencias y emprender un diálogo continuo con la experiencia e intentar ayudar a la gente en su lucha contra la doble plaga de la ignorancia y la impotencia”.

Z. Bauman

 
Enero de 2017 tiene una doble marca en la historia reciente: 1- El ascenso al poder del impresentable Presidente de los Estados Unidos, y 2- El deceso de Zygmunt Bauman, sociólogo de origen polaco, avecindado desde la posguerra en Gran Bretaña país desde donde ejerció como profesor en la Universidad de Leeds. Su gran legado trasciende a la academia. Contribuyó a explicar a un amplio público las dos fases por las que la sociedad atraviesa ahora. Y para facilitar esta tarea imaginó una poderosa metáfora que lo volvió inmortal: la liquidez. Como todo el mundo sabe, un líquido es una materia en estado fluido, inestable e informe, mientras que un sólido es todo lo contrario. Así explicó Bauman el estado de la sociedad actual, transita a una etapa de “modernidad liquida”, que se entendía mejor cuando la comparaba con la etapa de donde provenía: la “modernidad sólida”.

La modernidad sólida, según muestro autor, es ordenada, predecible, planificable, racional y relativamente estable. Su rasgo definitorio es la organización burocrática de las principales actividades económicas, quien es apoyada por fuertes instituciones como el estado, el mercado, las profesiones, etc. que logran, adicionalmente, un elevado grado de equilibrio y estabilidad de las estructuras sociales. La burocracia, que incluso fue la forma de organización usada por los nazis para asegurar el efectivo exterminio de judíos[1], es el gran invento de la modernidad y perdura porque constituye el modo más eficiente de organizar la conducta y controlar la interacción de un gran número de personas, mientras que sus consecuencias negativas, como la deshumanización y la represión de la espontaneidad y la creatividad, o bien se toleran, o bien se ocultan.

La transición a la modernidad líquida, inicia con la caída del muro de Berlín en 1989, desatándose a partir de este evento, los siguientes acontecimientos, los cuales terminan perfilando la etapa que vivimos: 1- Los estados-nación que empiezan a perder fuerza como instituciones, vía la globalización y las tecnologías de la información y de la comunicación, que los debilitan. 2- El libre tránsito de ideas, imágenes, mercancías, capitales y personas, que conforman nuevas ideologías y relaciones sociales, pero al ser éstas espontáneas, cambiantes y efímeras, es decir líquidas, terminan erosionando las fuentes de identidad y contribuyen a generar identidades de consumo fragmentadas, y 3- La incertidumbre económica y la competencia económica que aumentan, mientras que disminuye la seguridad laboral.

La lucidez de Bauman nos ayuda a entender -gracias a sus grandes ideas y explicaciones sencillas- este actual estado ambiguo, donde lo viejo no acaba de morir y lo nuevo de nacer. La mayoría de nosotros puede constatar esta situación al percibir la intensa presencia en nuestras vidas de las denominadas redes sociales y la fuerza con que moldean nuestras relaciones al volverlas cercanas, pero virtuales y por ende líquidas, es decir efímeras. Ahora resulta que desde la comodidad de nuestras pantallas HD y el aire acondicionado, protestamos firmando virtualmente un manifiesto en change.org, sin que tengamos que asistir a una manifestación callejera y conectar físicamente con otros, aunque quizás en este tiempo esto sea suficiente para derrumbar o incluso impedir la ampliación del muro que, como el de Berlín, ahora nos separa.

 [1]Modernity and the Holocaust; Bauman, Z, Cornell-University Press, 2000, USA.

EDICION COMPLETA DE  EL PUENTE No. 35, en:


 

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