lunes, 15 de mayo de 2017


El Puente No. 35
 

Sistema educativo

¿Vagones o locomotoras?


Pablo Mier y Terán
Licenciado en Ciencias de la Comunicación- Instituto Tecnológico y de
Estudios Superiores de Monterrey (ITESM).

La mayoría de los mexicanos estamos educados para ser vagones y no locomotoras. Y a la mayoría de los mexicanos no les queda más remedio que engancharse a una locomotora para que los lleve a donde, a lo mejor, no quieren ir.

Por eso si queremos sacar adelante al país, hace falta que cada papá y cada mamá agarre a su hijo y lo enseñe a ser hombre (o mujer), en el sentido de que lo enseñe a las dos cosas fundamentales que deben enseñarles: a pensar y a decidir, porque esto los convertirá en ciudadanos autónomos, en verdaderas locomotora sin necesidad de engancharse a alguien que los lleve por caminos que no quieran recorrer.


¿Cómo puede un vagón hacerse locomotora?
Solamente los padres pueden empujar a sus hijos para que lleguen a donde quieran llegar. Y lo que un “padre
vagón” necesita para hacer de su hijo una locomotora es irle procurando, poco a poco, motor propio o sea enseñarlo a pensar por sí mismo con conversaciones interesantes, lecturas con contenidos sólidos, películas y cuestionamientos sobre el porqué de la vida. Pero si sus padres no lo meten desde chico en este ambiente vivo de ideas, ideales, inquietudes, el chico no va a entrar por sí mismo porque no sabe cómo.

Los grandes hombres no salen de las grandes universidades.
Los grandes hombres salen de los grandes hogares.

 Lo más importante no es el inglés ni el deporte ni muchas otras técnicas que, siendo muy útiles y muy importantes, nunca llenarán ese hueco tan grande como es “quiero que mi hijo piense por sí mismo”. En las escuelas los enseñan a memorizar, pero no a razonar. Saben que 3 x 3 es 9, pero no por qué es 9. Igual que las grandes computadoras con mucha memoria, pero que no saben el “por qué”. Son papá y mamá en casa los que
tienen que hacer esta tarea, lo que significa enseñar a los hijos a pensar, a decidir, a amar…

 La familia
Pero hemos descubierto otra situación muy grave en el país: en México sólo el 25% de las familias están bien constituidas como para convertir a sus hijos en locomotoras. Muchas veces hay fracturas porque
los padres están separados o peleados o no hay recursos económicos para dar los productos básicos más elementales a la familia. Otras, el papá es vagón y no quiere, no le interesa o no sabe cómo ser locomotora, no hace pensar al hijo y éste sale a la vida a los 14 o 15 años sin ninguna orientación, sale sólo, y entonces viene el bombardeo de la TV, el cine y otros medios, lo que es muy agresivo para el muchacho. Los medios de comunicación no tienen la misión de educar, sino más bien de informar y divertir.


A esta edad los jóvenes comienzan su despertar a la vida, se enfrentan al sexo, a la droga… Preocupante. Todo esto crea una gran masa de mexicanos chiquitos, que en 20 años van a tener el país en sus manos y no lo van a poder manejar ni sostener bien. En algunos casos esto es lo que ha ocurrido. No hemos preparado a las juventudes para recibir al país que les ha tocado dirigir.

La gran universidad
Los grandes hombres no salen de las grandes universidades. Los grandes hombres salen de los grandes hogares. En todo caso el cuestionamiento ha de ser no “en dónde estudió”, sino “en dónde vivió”. Yo prefiero una mala universidad, pero unos buenos padres porque en el hogar está la “gran universidad”.

Lo importante no es lo que papá y mamá “dicen”, sino lo que “hacen”. Quizá los hijos no lleguen a saber mucho de economía, pero tendríamos dirigentes más equilibrados y más honestos, lo que el pueblo quiere.

A veces los papás se desesperan porque su hijo a los 18 años es malo. Pero si siguen de pie, firmes y determinados, ese muchacho a los 30 o 40 recordará que tenía un padre y una madre que eran grandes personas y se va a enderezar. Los chicos observan y oyen todo.

Un estudio que realizamos hace muy poco tiempo se llama “Los padres de los miserables”. En esta investigación siempre coincide un hombre miserable, uno que pudo ser y no fue, con un mal hogar. Esta es la causa del miserable.

Es el mismo caso de la droga en el país, un problema que no se va a resolver con más programas. Se resolverá cuando se averigüen las causas de que un muchacho se drogue. Y lo hace porque tiene un vacío tremendo en su interior que le genera angustia y desesperación, y muchas veces lo llena con estupefacientes. Por eso los muchachos son carne de cañón para los contrabandistas de la droga.


La gran universidad para las juventudes es el hogar, es papá y mamá.

 El sistema educativo mexicano
El gran error del sistema educativo es haber separado de él a los padres. En lo educativo tienen que participar
papá, mamá y el Estado, pero en serio. Los papás participan, sí, pero con aportaciones económicas a través de
sus impuestos, pero no con voz y voto.

Si los padres metieran realmente la mano en el sistema educativo se podría hacer algo mejor de lo que se está haciendo y el círculo se cerraría, porque en la escuela los niños aprenden el 30 o el 40% de lo que realmente les servirá en la vida, el resto lo absorben en el hogar. Este problema lo deberán resolver los padres con sus hijos.

Por otra parte, además, las mamás educan a sus hijos como si ellas nunca se fueran a morir. Los convierten en una extensión de ellas. Deberían educarlos como si ellas fueran a desaparecer para siempre cuando ellos tuvieran 18 o 20 años de edad. Así debería ser, para que ellos agarren su propio camino.

La educación es, en este sentido, la promoción de la autonomía. Voy a promover al niño para que sea
autónomo, para que decida, para que viva…

Los medios
Para que los hijos piensen hay que procurarles menos memoria y más entendimiento de las cosas. La televisión, por ejemplo, es un medio de diversión, de entretenimiento, que no apela al uso de la razón sino a los sentidos. Si el niño está pegado a la TV, las neuronas se le van haciendo cada vez más chiquitas y se va haciendo un alfeñique mental. La TV debería ofrecer más programas culturales.

Y no es que los medios de comunicación sean un obstáculo para la formación de los niños. Pero hay que enseñarlos a convivir con ellos. Que un niño aprenda desde chico a leer la prensa escrita lo va a ayudar,
porque los periódicos son cuestionativos, son opinión.  

El cine es bueno, pero luego de una película hay que hablar con él sobre los contenidos, discutirlos.

El problema de México hay que verlo con seriedad. De 20 millones de adolescentes, 2.5 millones están
con problemas de drogadicción. Hay muchos matrimonios resquebrajados.

El tiempo de estudio de los adolescentes es mínimo, en escuelas y en universidades.

Es necesario voltear hacia estos jóvenes para ver el México que queremos para el futuro.

El problema educativo de México no se va a resolver con programas, no se resolverá con ideas subjetivas, se va a resolver cuando “cada papá y cada mamá agarren a sus hijos y los hagan verdaderamente hombrecitos o mujercitas autónomos, verdaderas locomotoras”.

 

EDICION COMPLETA DE  EL PUENTE No. 35, en:
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