jueves, 21 de enero de 2016

COLUMNAS GOVA
Verificación de datos


Atilano González Villa


Se habla mucho de los “nuevos” periodistas. Y muchos van más allá: “Con las redes sociales ya todos son periodistas, porque manejan las noticias desde el lugar de los hechos o la replican para darle dimensión mundial”. Pero aceptar esto sería tanto como reconocer como médico a alguien capaz de curar una herida, porque tiene a su alcance alcohol y yodo. 
Para ser periodista se requiere de la capacidad insustituible del análisis de los hechos, de la veracidad y verificación de las fuentes informativas y, cuando menos, proporcionar al lector una explicación coherente de los sucesos, escritos con estructura y lenguaje periodísticos.

Verificación de fuentes informativas
Un caso real lo tomo de la afamada revista estadounidense New Yorker, en donde Seymour Hersh, uno de sus reporteros escribió un artículo sobre cómo “la Secretaría de Defensa falsificó la información sobre las supuestas armas de destrucción masiva y engañó a las Naciones Unidas y al mundo entero para justificar la guerra contra Irak”.
El Departamento de Verificación de Fuentes de la revista confirmó todas las fuentes. Llamaron a agentes de la CIA, a los representantes de la Secretaría, a funcionarios importantes de la Casa Blanca, etc. y los cuestionaron sobre preguntas específicas basadas en la información que se revelaba en el artículo.
Pero el caso es que este señor Seymour Hersh no es un reportero recién salido de la escuela o uno secundario en la Redacción. Este reportero entre sus lauros estás un Premio Pulitser. Y entre sus reportajes se cuentan el de la “masacre de My Lai, durante la guerra de Vietnam” (1969), el de “actividades ilícitas y secretas de la CIA” (década de 1970), destapó las “maniobras de Israel para hacerse de armas nucleares”, denunció que “Richard Perle (director de la Junta para la Programación de la defensa del Pentágono), había aprovechado la guerra en Medio Oriente para beneficio propio” (2003) y en 2015 afirmó: “la muerte de Bin Laden no fue como nos la contaron”, al revelar nuevos datos sobre la “Operación Gerónimo” que desmintió todo: “Laden estaba desde 2006 prisionero de los servicios de inteligencia paquistaníes y un ex oficial de inteligencia paquistaní indicó a los Estados Unidos el paradero a cambio de 25 millones de dólares”. 
Y aún con este largo y apabullante record de reportajes que conmovieron al mundo, las informaciones escritas por este reportero necesariamente pasan por el tamiz de la verificación de datos.

En algunas ocasiones es necesario verificar conversaciones que han sido relatadas por terceras personas que no intervinieron directamente. Por ejemplo (también un caso de New Yorker): “Un senador explicó a un periodista lo que el Presidente le contó sobre un asunto”. Entonces, acudieron a la oficina del Presidente para preguntarle si recordaba la conversación como la había contado el senador. Muchas veces, las versiones no coinciden y hay que modificar el texto para que aparezca la conversación en el artículo.

Y parte importante del proceso de verificación de artículos de este tipo es poder valorar si se puede confiar en las fuentes del periodista. Para hacerlo, debemos preguntarnos: ¿Quién es esta persona? ¿Tiene acceso a esa información? ¿Cuáles son sus motivos para hablar de estos temas con un periodista? El medio siempre debe conocer con certeza la identidad de las fuentes del periodista, aunque no se publiquen sus nombres y aparezcan como “un ex oficial de la CIA” o “una fuente de la Casa Blanca”. 
En ocasiones, cuando se verifica una fuente y se concluye que esa persona no es completamente fiable, podría ser porque sus motivos y prejuicios resultan demasiado evidentes, su versión de los hechos muy vaga, parece que miente o la historia que cuenta no está de acuerdo con lo que dicen otras fuentes. En este caso, el original informativo no se publica por no pasar el tamiz de la verificación o se modifica para adecuarlo a la nueva realidad de la fuente.

Por esto, no cualquiera puede ser periodista. Se requiere de una capacitación específica y estudios sobre la especialidad, al igual que ocurre con las otras profesiones.

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