miércoles, 20 de mayo de 2015


TRABAJAR SENTADO: SE ACABO


Póngase de pie para leer este reportaje. Nos lo agradecerá. Estar sentado provoca diabetes, infartos y cáncer, según nuevos estudios científicos. Y hay otra mala noticia: hacer deporte a la salida del trabajo no compensa los efectos negativos. La contundencia de los datos es tal que muchas empresas ya están ideando cómo lograr que sigamos trabajando... saludablemente.
  Cuando James Levine golpea con la mano su silla de la oficina, una nube de polvo se desprende de ella. ¿Cuándo usó la silla por última vez? El médico James se para a pensar: “Para ser sincero, ya ni me acuerdo. Quizá hace un año, pero podrían ser dos”. Sentarse es lo peor que le podemos hacer a nuestro cuerpo. Las sillas son una amenaza para la salud. James Levine no solo es médico, también científico. Hace unos cuantos años, cuando empezó a llevar a congresos y simposios internacionales su mensaje contra las sillas, la mayoría de sus compañeros de profesión le tomaron por un chiflado. “La hostilidad general hizo que me acabara marchando de Gran Bretaña y me trasladara a los Estados Unidos”, cuenta. Hoy está considerado uno de los mayores expertos mundiales en una joven rama científica: la investigación de la conducta sedentaria. A sus 50 años, este especialista en hormonas trabaja en la prestigiosa clínica Mayo, con sede en Phoenix (Arizona). Sus estudiantes lo llaman con cariño “el gurú andarín”. 

La silla: un absurdo. 
Levine siempre está en movimiento, no quiere quedarse quieto. “El ser humano es un caminante, las piernas son la mitad de su cuerpo. Como especie, hemos conquistado el planeta moviéndonos. Las sillas y sillones no aparecen por ningún sitio en esta historia”.
  Uno de sus estudios confirmó que, como promedio, las personas con sobrepeso severo pasaban sentadas dos horas y media más que las delgadas. “Cuando vi esas cifras, me fui a dar un paseo de 45 minutos, pensando qué podría hacer para conseguir que mi día a día fuese más activo”, dice. Después instaló su computadora en un soporte elevado y colocó debajo una caminadora.
  Los cardiólogos acaban de dar otra señal de alarma durante un congreso en San Diego: cuantas más horas al día pasa sentada una persona, mayor es el riesgo de sufrir una obstrucción de los vasos coronarios y un infarto de miocardio. Cada hora diaria adicional aumenta el grado de calcificación de las arterias en torno al 14 por ciento.
  A comienzos de año, David Alter -científico canadiense y especialista en temas del corazón- llegó a la conclusión de que pasar mucho tiempo sentado aumenta un 90 por ciento el riesgo de desarrollar diabetes y un 18 por ciento el de sufrir cáncer o trastornos cardiacos. Y, como consecuencia obvia, también reduce la esperanza de vida. Y los epidemiólogos alemanes, Daniela Schmid y Michael Leitzman de la Universidad de Ratisbona, descubrieron que estar sentado aumenta el riesgo de cáncer intestinal y de útero. Y la salud mental también se ve muy afectada. Los expertos llaman a este no hacer nada “sitting disease”, la enfermedad de “estar sentados”. 

Más peligroso que fumar
Quizá algún día acabe pasando con las sillas y los sofás lo mismo que ha sucedido con los cigarrillos: produce cierto rechazo. “Estar sentado es más peligroso que fumar -afirma Levine-. Afecta y mata a más personas”. Además, el deporte no compensa la inactividad del resto del día. Lo que ayuda no es “entrenar más”, sino “sentarse menos”.
  Ya hay empresas que empiezan a concienciarse. Audi ha sido la primera de las grandes compañías en introducir escritorios de altura regulable, como mobiliario estándar para sus empleados. Unos 9,000 de los 18,000 puestos en Alemania ya disponen de este tipo de mesas, con un regulador de altura eléctrico que permite situarlas entre los 65 y los 135 centímetros de altura. La intención de Audi es reducir los problemas de espalda de sus empleados. En los Estados Unidos cada vez se comercializan más escritorios con banda sin fin para caminar incorporada. Pero no hace falta recurrir a máquinas. Basta con cambiar nuestras costumbres. Por ejemplo: levantarse cada media hora; caminar de un lado a otro mientras se habla por teléfono; colocar la impresora, la papelera y la máquina de bebidas lejos del escritorio; ver poco la televisión; aprovechar los anuncios para moverse; limitarles a los niños las horas de televisión y ordenador; ir al trabajo andando... Los expertos aconsejan reducir en dos a tres horas el tiempo que pasamos sentados.

Otras medidas para cambiar- 1. Ponga límites al consumo de medios audiovisuales. 2. Reserve tiempo para actividades al aire libre, cuando agende el fin de semana. 3. Según la Organización Mundial de la Salud, los adultos deberían realizar al menos 75 minutos de deporte a la semana. Los niños deberían practicar, como poco, 60 minutos diarios de actividad física. 4- Cuando vea TV, levántese durante las pausas publicitarias. 
5- Reglas para los niños: hasta tres años no deberían ver nada de televisión. De tres a seis años, 30 minutos al día. De siete a nueve años, máximo 45 minutos. De diez a doce años, máximo de 60 minutos. 6- También puede quedar con los amigos para salir a dar un paseo o hacer deporte en vez de ir a sentarse a un bar o a un restaurante. 7- Desplácese en bicicleta o caminando siempre que pueda. 8- En eventos, alégrese cuando no haya asientos libres: quedarse de pie consume más calorías.

Sentarse, ¿una aberración histórica?
Los cazadores y recolectores apenas se sentaban. Pasar mucho tiempo sentado es un invento reciente de la cultura sedentaria (la propia palabra ya lo dice). Incluso los antiguos mercaderes llevaban sus cuentas de pie, apoyados en mostradores. Solo el rey podía sentarse, todos los demás tenían que estar de rodillas o directamente de pie. Solo con el paso del tiempo esa práctica tan poco natural de sentarse en unas estructuras artificiales creadas a tal efecto se convirtió en algo habitual. Pasó a simbolizar el ascenso social de los ciudadanos. Tal y como recuerda James Levine, este hábito pernicioso se consolidó con la Revolución Industrial. 
El mundo moderno no ayuda a la salud: escaleras mecánicas, ascensores y todo tipo de motorizaciones se encargan de que ahora ya solo vaya a pie el que de verdad quiera hacerlo. (Anika Geisler)

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