“Esta tecnología que provee energía sustentable y podría resultar económica, pues es un complemento de infraestructura ya existente: el concreto de las calles y avenidas”, afirma Héctor Ricardo Macías Hernández, desarrollador del sistema, citado por la agencia ID. Agrega que no existen antecedentes de proyectos similares, con excepción de una patente en Inglaterra, pero allí se usan pisos piezoeléctricos, que son demasiado costosos para países en desarrollo.
La tecnología consiste en un sistema que integra una rampa-escalón (de material polimérico similar al de las llantas) que se eleva a cinco centímetros sobre el nivel del concreto. Al recibir el impacto ocasionado tanto por el tonelaje como por la inercia del vehículo, esa rampa ejerce presión sobre un fuelle.
Este artefacto, al contener aire, lo expele a cierta presión a través de una manguera; posteriormente, ese elemento viaja hacia un tanque que lo comprime y lo relanza a una turbina generadora de electricidad.
Macías comenta que la acumulación de energía eléctrica es proporcional al flujo de automóviles que existe sobre determinado lugar. En un sitio con poca afluencia vehicular podrían ser colocadas varias rampas-escalón para multiplicar el impacto del paso de los vehículos.
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