Son varios los motivos por lo que somos forzados a trabajar en forma independiente o a emprender un negocio (micro) para poder llevar el sustento al hogar. Aquí es cuando nos enfrentamos a la marejada de requisitos que hay que cumplir para poder iniciar el negocio y cobrar por los productos o servicios. Empezamos con hacer una inversión en equipo, en herramienta, en materia prima y en montar el lugar de trabajo. Si bien nos va. Luego tramitar los permisos (uso de suelo, SSA, etc.), y actualmente darse de alta en Hacienda, expidamos o no factura.
Así, comenzamos la promoción y la búsqueda de clientes. Nos enfrentamos a la ruda competencia y al estira y afloja en los presupuestos. También tenemos que otorgar crédito a nuestros clientes y un precio accesible ¡Para tener chamba! Y cuando bien nos va, pagan a contra entrega o puntual.
Hasta ese momento, tu trabajo y ganancia está al día. Y la administración no debería ser complicada.
¿Qué pasa cuando quieres crecer o te contrata un cliente o empresa que requiere factura?
Sin menospreciar a nadie, se nos viene el mundo encima. Hay que hacer los trámites en Hacienda para la factura y contar con las exigencias que esto representa.
¿Y cómo? El dinero para la computadora, el internet, la asesoría del contador, la cuenta bancaria, etc. Cuáles son las opciones: un crédito bancario, una casa de préstamos, una solicitud en el gobierno (si cumplo los requisitos y a ver hasta cuando me toca) o pedir un préstamo al compadre.
En fin, después de un gran esfuerzo, de aprender la CIEC, la Fiel, la clave privada y de darnos de topes con el programa SOLCEDI y donde quedó el USB con el .req y el .key, uno se convierte en un contribuyente activo. Así, con una buena deuda encima, ya podemos ofrecer los productos o servicios con factura.
Ahora sí, a crecer. Y empieza lo bueno.
Nos dice el cliente,
- Mejórame el precio y te doy el trabajo. ¡Ah! pero eso sí, la empresa paga a 30 días después de que autorizan la factura y es por transferencia bancaria.
- ¿Pueden hacerlo?.
Con la necesidad y la esperanza de que se cumpla como se planteó.
- Claro no hay problema. Mañana le envío la factura y el trabajo está listo la próxima semana.
- No, mándame la factura cuando el trabajo ya esté terminado y aceptado.
Ni hablar ellos ponen las condiciones.
- Oiga y se podría adelantar un anticipo, para la compra de los materiales.
- No se puede, ya que el pago es en una sola exhibición.
- Esta bien.
Tendremos que pedir crédito o endeudarnos para cumplir con el trabajo. Se cumplen los plazos, se envía la factura y ahora a esperar. Llegan los 30 días y hay que pasar con la secretaría, con el contador, con el administrador para saber si ya se hizo la transferencia.
- Fíjate que no ha salido el pago. Háblame la próxima semana y te confirmo.
Y ahora, cómo pago la materia prima, mis gastos y compromisos que ya tengo. Bueno, y no queda de otra que apechugar. Llega el día y de nuevo.
- No salió esta semana, ¿Me esperas a la otra?.
Y así transcurre el tiempo.
- Esta semana el contador no pudo firmar las autorizaciones pero la próxima ya quedará lista.
Y mientras, las deudas y las necesidades son cubiertas con trabajos del día o con otro cliente que sí pagó a tiempo. Llega otro cliente que solicita factura y pago a 30 días. Haber como nos va con éste. Y desgraciadamente sale con lo mismo. El servicio se hizo puntual pero el pago no fue cumplido en el plazo acordado. Cuántos clientes se pueden soportar en esta situación.
Para entonces la presión del pago de la deuda, el pago a proveedores, el pago de los ayudantes, las necesidades del hogar, el mantenimiento del equipo nos ahogan. Y los impuestos. En este contexto de negocio en donde hay una prolongada espera para el pago, una competencia que nos obliga a dar un precio bajo, una mala administración, un incremento en los precios, altas tasas de interés, quien de verdad, puede hacer el pago de impuestos. Y además, el SAT te hace recargos por no cubrir a tiempo con las obligaciones.
Nos dijo un amigo:
- Eso les pasa por no ir a una incubadora de negocios o alguien que te asesore.
Sí, pero cuánta gente tiene la oportunidad, está informada o cumple con los requisitos.
Procuramos no ser pesimistas, dicen que ¡Sí se puede!, pero todo esto nos lleva a dejar de cobrar con factura, vivir al día o cerrar tu negocio.
Este es un caso, en una circunstancia particular, ¿A cuánta gente le ha pasado?¿Cuantos ciudadanos viven de la actividad informal en el país?
Con la nueva Reforma Fiscal y Hacendaria se pretende controlar la actividad comercial y el pago de impuestos. ¿Estamos capacitados para ello? ¿Tenemos la infraestructura adecuada? Esto, sin duda, impactará a la economía de millones de mexicanos. ¿Qué vamos hacer?
(ALEJANDRO NOLASCO ENRIQUEZ)
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