Luis
Porter Galetar
Arquitecto
y maestro en Urbanismo por la UNAM. Especialista en Planeación por el Instituto
Tecnológico de Massachusetts. Doctor en Educación por la Universidad de
Harvard.
Del
2000 a la fecha, coordina “La Educación Superior Pública en el siglo
XXI”, en el Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en
Ciencias y Humanidades (UNAM-UAM, Unidad Cuajimalpa).
Investigador
Nacional, Nivel 2, del Sistema Nacional de Investigadores del Conacyt.
Vamos
a la universidad para formarnos como seres humanos, para emanciparnos y lograr
la libertad interior que nos haga más autónomos. También vamos para prepararnos
y encontrar formas de vivir mejor. Al salir nos espera el mercado de trabajo al
que buscaremos acceder.
Para el campo laboral han ido
pasando a la historia los exámenes, así como otros tipos de test y entrevistas.
Ahora la evaluación se basa en la big
data, es decir, en la aplicación de nuevas herramientas que permiten
obtener una amplia gama de datos que llegan a los misterios más profundos del
alma humana (nuestros primeros años de vida humana y nuestro crecimiento, los
factores fundamentales que nos llevaron a ser lo que somos). En este instante
el concepto mismo de evaluación ya es otro y seguirá cambiando en los años
venideros. ¿Qué dicen nuestros expertos académicos al respecto?
Ya
hemos hablado aquí de la historia de la evaluación, nacida entre guerras, para
saber a quién mandar a morir a la guerra. La preocupación era encontrar a los
menos inteligentes. Las técnicas se han ido sofisticando, en el momento
histórico en el que México se enfrenta al proceso de sustituir a viejos por
jóvenes. Las alternativas del pasado presentadas como científicas (IQ, test de
aptitudes, de vocación, Roscharch, etc.) han demostrado que no son científicas.
Hoy surgen en Silicon Valley, y otros sitios del
primer mundo, video-juegos que no son para jugar, sino para evaluar. Ideados
por equipos interdisciplinarios formados por neurocientíficos, psicólogos,
administradores de datos, etc. han ideado nuevos filtros para la selección de
su personal. Los datos que logran
obtener son infinitamente más amplios que cualquier otro test aplicado en la
historia. Los juegos permiten, entre muchas otras cosas, visualizar y medir el
tiempo utilizado para entrar en acción, tomar decisiones , secuencias,
criterios, formas de resolver disyuntivas, valores ,conductas ,etc.
Todo esto permite deducir
niveles de creatividad, persistencia, capacidad de aprendizaje, habilidad de
priorizar, inteligencia social, rasgos de la personalidad, sensibilidad, etc.
Estamos hablando de una serie de herramientas que sumadas permiten visualizar,
en alta definición, el retrato hablado de la psiquis, intelecto, capacidad de
liderazgo, innovación, disciplina, del sujeto estudiado. Y todo ello en línea,
a cualquier hora y desde cualquier lugar.
Un
primer hallazgo interesante es que los que en imagen y discurso se mostraban
como ágiles e inteligentes, en la acción resultaban no ser dueños de una
imaginación prolífica, generadora de buenas ideas. Mientras el currículo
políticamente correcto, muestra las credenciales por delante, la acción muestra
otra cosa.
Un segundo hallazgo es que el
perfil favorito, del “nuevo ser”, no es el del especialista enfocado, sino del
renacentista que abarca el todo con una mirada. A ello se suman aptitudes como
estabilidad psicológica, sensibilidad, discreción, persistencia. Y la
identificación de estas virtudes ya no requiere de la montaña de literatura
académica requerida.
La educación universitaria ha ido dejando de ser la puerta para una vida mejor.
La forma en que se evalúa en la universidad y su radio de acción, sigue
basándose en formatos y reglas arcaicas. Nuestros nietos pueden
manejar y explicar “apps”, ”badgets” o juegos, que profesores de la universidad
son incapaces de manipular (...)
Si te interesó el tema puedes leer la intervención completa de Porter Galetar en nuestro magazine 'online': El Puente 17-18 (página 10)
Si te interesó el tema puedes leer la intervención completa de Porter Galetar en nuestro magazine 'online': El Puente 17-18 (página 10)
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