lunes, 28 de abril de 2014

Nuevas formas de evaluar fuera de la Universidad


Luis Porter Galetar
Arquitecto y maestro en Urbanismo por la UNAM. Especialista en Planeación por el Instituto Tecnológico de Massachusetts. Doctor en Educación por la Universidad de Harvard.
Del 2000 a la fecha, coordina “La Educación Superior Pública en el siglo XXI”, en el Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades (UNAM-UAM, Unidad Cuajimalpa).
Investigador Nacional, Nivel 2, del Sistema Nacional de Investigadores del Conacyt.


Vamos a la universidad para formarnos como seres humanos, para emanciparnos y lograr la libertad interior que nos haga más autónomos. También vamos para prepararnos y encontrar formas de vivir mejor. Al salir nos espera el mercado de trabajo al que buscaremos acceder.
                Para el campo laboral han ido pasando a la historia los exámenes, así como otros tipos de test y entrevistas. Ahora la evaluación se basa en la big data, es decir, en la aplicación de nuevas herramientas que permiten obtener una amplia gama de datos que llegan a los misterios más profundos del alma humana (nuestros primeros años de vida humana y nuestro crecimiento, los factores fundamentales que nos llevaron a ser lo que somos). En este instante el concepto mismo de evaluación ya es otro y seguirá cambiando en los años venideros. ¿Qué dicen nuestros expertos académicos al respecto?

Ya hemos hablado aquí de la historia de la evaluación, nacida entre guerras, para saber a quién mandar a morir a la guerra. La preocupación era encontrar a los menos inteligentes. Las técnicas se han ido sofisticando, en el momento histórico en el que México se enfrenta al proceso de sustituir a viejos por jóvenes. Las alternativas del pasado presentadas como científicas (IQ, test de aptitudes, de vocación, Roscharch, etc.) han demostrado que no son científicas.

 Hoy surgen en Silicon Valley, y otros sitios del primer mundo, video-juegos que no son para jugar, sino para evaluar. Ideados por equipos interdisciplinarios formados por neurocientíficos, psicólogos, administradores de datos, etc. han ideado nuevos filtros para la selección de su  personal. Los datos que logran obtener son infinitamente más amplios que cualquier otro test aplicado en la historia. Los juegos permiten, entre muchas otras cosas, visualizar y medir el tiempo utilizado para entrar en acción, tomar decisiones , secuencias, criterios, formas de resolver disyuntivas, valores ,conductas ,etc.
                Todo esto permite deducir niveles de creatividad, persistencia, capacidad de aprendizaje, habilidad de priorizar, inteligencia social, rasgos de la personalidad, sensibilidad, etc. Estamos hablando de una serie de herramientas que sumadas permiten visualizar, en alta definición, el retrato hablado de la psiquis, intelecto, capacidad de liderazgo, innovación, disciplina, del sujeto estudiado. Y todo ello en línea, a cualquier hora y desde cualquier lugar.

Un primer hallazgo interesante es que los que en imagen y discurso se mostraban como ágiles e inteligentes, en la acción resultaban no ser dueños de una imaginación prolífica, generadora de buenas ideas. Mientras el currículo políticamente correcto, muestra las credenciales por delante, la acción muestra otra cosa.
                Un segundo hallazgo es que el perfil favorito, del “nuevo ser”, no es el del especialista enfocado, sino del renacentista que abarca el todo con una mirada. A ello se suman aptitudes como estabilidad psicológica, sensibilidad, discreción, persistencia. Y la identificación de estas virtudes ya no requiere de la montaña de literatura académica requerida.
              La educación universitaria ha ido dejando de ser la puerta para una vida mejor. La forma en que se evalúa en la universidad y su radio de acción, sigue basándose en  formatos  y reglas arcaicas. Nuestros nietos pueden manejar y explicar “apps”, ”badgets” o juegos, que profesores de la universidad son incapaces de manipular (...)

Si te interesó el tema puedes leer la intervención completa de Porter Galetar en nuestro magazine 'online': El Puente 17-18 (página 10)





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