lunes, 26 de enero de 2015

COLUMNAS GOVA



Debatir estrategia de recuperación salarial
Atilano González Villa




Se acaban de aprobar los salarios mínimos para 2015. En Yucatán será de $66.45 diarios, con un incremento del 4.2%, lo cual ubica al salario mensual en $1,993.50. Bajo, realmente muy inferior a la capacidad para encarar las necesidades y urgencias de una persona y, mucho menos las de una familia, algo evidente.
Hace apenas unas semanas, la secretaria ejecutiva de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), Alicia Bárcena, había manifestado su preocupación porque “los trabajadores formales, que reciben un salario mínimo, están por debajo del umbral de la pobreza y los que reciben dos salarios mínimos tienen una remuneración mínimamente superior al umbral de pobreza extrema, porque no alcanza para cubrir las necesidades básicas de una persona”.
No es de hoy esta situación, es solo el reflejo de políticas erradas, pues como afirma la funcionaria de la Cepal “en México la pérdida del poder adquisitivo real es de casi el 70% y su posterior estancamiento ha sido un proceso acumulativo desde 1980”.
Parecen datos aterradores, pero la realidad los supera con creces.
En la Feria Internacional de la Lectura Yucatán 2014 (FILEY), los alumnos del Bachillerato con Interacción Comunitaria de la Universidad Autónoma de Yucatán (UADY), coordinados por Géner Chaac May, presentaron trabajos bajo el título “Lo que nos cuentan nuestros abuelos”. Uno de ellos relata su conversación con un viejo campesino. Este había sido jornalero en una hacienda y, contrario al clamor popular, le dijo que los hacendados “eran muy buenos, pues les daban un buen trato a sus trabajadores”. Y entre otros datos contó al estudiante que por cada jornada de trabajo (de un día) les pagaban $6 o $7, pero “en esa época serían como $70 ahora”.
En ese entonces, la carne de res costaba $5.50 el kilo. O sea, con el salario de un día compraban un kilo de carne y les sobraba dinero. Ahora, con el salario mínimo ya aprobado, solo les alcanza para comprar unos 600 gramos.
Por lo pronto, de acuerdo con cifras oficiales, casi el 14% de los ocupados reciben un sueldo inferior al salario mínimo y el 20% perciben, cuando mucho, dos salarios mínimos.
La situación es grave, no solo para los propios trabajadores sino también para el país. Es un problema complicado por las muchas variables en el camino de su solución. Entre ellas las relaciones trabajador-nivel de estudios-remuneración, salarios-producción-inflación, poder adquisitivo-mercado-producción y otras.
¿Quien o quienes tienen la fórmula para resolver este galimatías? Hasta ahora la pelota ha pasado de unos a otros, gobierno, sector empleador, sindicatos, y de rebote le ha llegado al sector educativo. Pero lo cierto es que, al menos no se sabe lo contrario, nadie ha tardado lo suficiente en la mesa de diálogo como para abordar con serenidad, competencia y determinación este asunto de interés de todos. Ya es hora que los 4 sectores implicados se sienten a dialogar con la firme determinación de debatir una estrategia de recuperación salarial, hasta llegar a una política de estado en este tema.
Como decía Alicia Bárcena: “Hay que discutirlo con una dimensión de mediano y largo plazo, de manera que el proceso sea sostenible, moderado y significativo”.

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