viernes, 23 de enero de 2015

Profesionistas sin empleo

Urgente: entrelazar ciencia y tecnología con los valores
Alejandro Nolasco Enriquez





Mario es egresado de la carrera de Mercadotecnia de una universidad privada y para pagar sus estudios trabaja como encargado de una bodega de alimentos. Después de dos años de haber terminado, aún no encuentra un empleo con el perfil de sus estudios.
Ramiro terminó su carrera en otra universidad y ahora trabaja como taxista, no ha podido colocarse en un buen empleo. ¿Conoce a alguien cercano en esta situación?


La gran decepción para un joven mexicano, que estudió una carrera durante 4, 5 o 7 años o un curso técnico, es que al terminar no encuentra cupo en el mercado laboral. Una frustración, quizá mayor, es de las empresas que teniendo necesidades de empleados no encuentran personas con las habilidades, competencias o cualidades requeridas para esos puestos. En otras palabras, nadie se ha formado específicamente para ocuparlas. Desde esta perspectiva hay un dislocamiento, una fractura entre el sistema educativo y el aparato productivo mexicano. Un divorcio, entre oferta y demanda laboral.


Algunas reflexiones
¿Quién es responsable? ¿Cómo enfrentarlo? ¿Cuál papel deben jugar empresas, escuelas y estado en sus políticas públicas? ¿Cómo vincular la educación superior con las necesidades de las empresas? ¿La educación, cómo puede ser la palanca para el desarrollo de México?


El panorama
Existe una muy compleja relación entre el estudio, el trabajo y la remuneración, cuando vemos un nivel de especialización muy particular. Antes estudiabas para abogado y le entrabas a todo lo legal. El economista podía hacer cualquier tipo de trabajo del área. Hoy, el grado de especialización, incluso dentro de una misma carrera, y lo que demande el sector productivo, es lo que abrirá o no las puertas. Eliges una carrera y una especialización, pero cuando terminas te das cuenta de que no hay demanda o, lo contrario, hay un “boom” en términos de la demanda por lo que estudiaste.
Desde hace 20 o 30 años ha aumentado mucho el pago por la educación, sobre todo por la privada, y si te educas, la lógica dice que obtendrás un buen ingreso.
Otro problema es que gobiernos, escuelas y papás están obsesionados con la educación profesional como única alternativa de dignidad para el empleo. No es así, porque las organizaciones son pirámides, en los altos puestos solo se necesita un Director General, pero técnicos se necesitan mucho más. Y aquí la disyuntiva. ¿Hasta qué punto se limitaría su aspiración de ser Director General?
El valor del empleo se mide por la demanda en áreas específicas. Si estudias para contador y la demanda es baja porque hay muchos, no ganarás más si es que encuentras empleo. Pero si estudias, por ejemplo, para técnico en máquinas de 5 ejes, el requerimiento podría ser elevado y encontrar pronto un nicho de trabajo bien remunerado. Este es un obstáculo psicológico que tenemos que romper en el país para dar el siguiente paso y realmente ser más productivos.
No es la demanda la que guía las razones por las que uno estudia tal o cual carrera, sino algo que se ubica detrás, algo como si fuera un título nobiliario: ser licenciado, ingeniero, médico, etc. Esto podría explicar por qué hay abogados taxistas o médicos como enfermeros o técnicos y no en un quirófano. La realidad es que no ejercen sus conocimientos en toda su plenitud.
Hay un tema cultural que impulsa a los papás a decir: “¡Trabajé y me esforcé tanto para que ahora me vengas con que vas a ser técnico!”. ¡“No señor, ahora me tienes que estudiar una profesión!”. Prefieren tener colgado en su sala un título de médico o de abogado, que el de un técnico.
Tenemos que implementar, a nivel nacional, un programa de dignificación del nivel y de los beneficios del trabajo, cualquiera que fuere, sea técnico o un oficio, porque ahora no lo es.
Un obstáculo para conocer las oportunidades que hay en las carreras técnicas, excelentemente pagadas, es la falta de información. Un joven que desea elegir una carrera tiene pocas opciones de información para saber lo que requieren las empresas, cuánto pagan y cuáles son las competencias requeridas para ingresar. Hay cientos de vacantes por falta de jóvenes con las capacidades requeridas. Si tuvieran esa información, tanto estudiantes como padres podrían asumir mejores decisiones para invertir en la educación, con perspectivas económicas más adecuadas a las expectativas de una mejora sustancial de vida. Si las curvas de la demanda y de la oferta se separan, no hay mercado de trabajo y se vuelve una dislocación total.


¿Por qué no coinciden estas curvas?
Lo que ocurre en México entre el sistema de educación y el sistema productivo, podría limitarse a una sola palabra: desencuentro.
Hay una desconexión entre las necesidades del sector productivo y las capacidades de los profesionales que generan las universidades. El objetivo es formar profesionistas en áreas donde haya demanda laboral.
Y habrán de contar con las exigencias del mundo globalizado: alta flexibilidad para el cambio, pensamiento crítico, creatividad, así como habilidades de innovación, de adaptación y de aprendizaje.
Pero, en el nivel básico, ¿se dan las condiciones para una formación con estas características? No, no se dan y ya es una exigencia implementarlas desde la educación primaria para que, cuando lleguen a secundaria o a preparatoria, estén en condiciones de decidir su trayectoria profesional.
Los países desarrollados preparan a sus estudiantes para decidir el camino a seguir, con las competencias básicas muy bien estructuradas: razonamiento matemático aplicable al día a día cotidiano y no solo para resolver una ecuación o un problema de cálculo. Se enfocan, también, al aprendizaje de idiomas. Todo para ponerlos en condiciones de, en su momento, enfrentar al mercado de trabajo.


¿Cuál es la realidad del estudiante mexicano?
El reporte de Pisa 2012 (OCDE), asienta: el 84% de los jóvenes de 15 años de edad están reprobados en ciencias, el 75% reprobado en lectura y el 82% reprobado en matemáticas. Ocupamos el último lugar, entre los países de la OCDE, en rendimiento en estas tres materias. Así estamos en México. Y estas calificaciones se arrastran hasta salir de la universidad.
Esta es la oferta para el mercado laboral.
Los directivos de algunas empresas de comunicación reportan, entre las competencias más escasas, una aguda falta de conocimientos gramaticales y de redacción, así como de pensamiento crítico. ¡Increíble! Pareciera una broma pesada, pero en una reciente reunión con personas ligadas al área de medios de comunicación, esta fue la queja más común.
Otra muy importante área para las empresas es la ética y los valores. De nada sirve el razonamiento crítico, sin una sólida base mínima de valores universales. Creo que estas dos áreas son fundamentales y deberían resolverse desde el inicio de la escolaridad.
México requiere, con mucha urgencia, una muy completa combinación de la ciencia y la tecnología con los valores, pero valores reales como la sinceridad, la fidelidad, el patriotismo, la solidaridad y muchos otros

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